Hoy, a las seis y media de la tarde se daba por empezado el XX certamen ‘’Alfarero de Oro’’ en Villaseca de la Sagra. Cinco días de novilladas picadas con ganaderías que, a nuestro pesar, no las vemos en todas las ferias, por no decir que no las vemos en ninguna.

Hoy el turno era para La Quinta, que ha echado seis novillos que han dejado el listón muy alto para los próximos días.

El cartel estaba compuesto por Rafael González (silencio y silencio), Ignacio Olmos (silencio y oreja) y Diego San Román (oreja y oreja). Los tres novilleros vienen de pisar el coso de Las Ventas en San Isidro, y Rafa González también quedó finalista de las novilladas nocturnas, aunque eso, le ha servido para poco.

González no quiso ver a ninguno de sus novillos, ni se molestó en entenderlos. Ejecutó ambas faenas con ganas, pero sin llegar al tendido. El cuarto novillo no acompañó mucho al novillero, que tampoco le puso mayor empeño.

Ignacio Olmos salió al ruedo decidido a darlo todo, aprovechando cada oportunidad que tenía. El inicio de faena de su primer novillo no será fácil de olvidar. Hizo sus faenas templado, dejando muy buen gusto, y aguantando las embestidas de los animales de La Quinta. De no haber sido por la espada, que se le atragantó en el primero, podría haber tenido un triunfo mayor. Olmos paseó la oreja del quinto de la tarde, un novillo estropeado en varas, pero con un pitón derecho para triunfar. Ignacio supo verlo y, sin ser fácil, sacar lo mejor del novillo.

Diego San Román estuvo hecho un torero con todas las letras. El tercer novillo de la tarde se hubiese comido a más de la mitad del escalafón de novilleros, sin embargo, el mexicano supo aguantar el tipo y aprovechar cada embestida del animal, que nunca se iba del sitio. Con un cambio de mano eterno y espectacular, San Román toco pelo. El sexto novillo fue de los más aplaudidos de la tarde nada más salir por puerta de chiqueros, pero, sin embargo, la mayor ovación en la faena se la llevó el picador Tito Sandoval, dejando un tercio de varas para el recuerdo, citando desde lejos al toro y aguantándolo sin perder el tipo, un tercio de varas que ya, desgraciadamente, no se suelen ver. Diego San Román estaba decidido a salir por la puerta grande y esa sensación se trasladó al tendido, que ya emocionado con el tercio de varas, decidió acompañar al novillero. Un novillero seguro, lleno de valor y coraje, con las cosas claras y la pierna adelantada, que falta hacía una tarde así.

Pero, la verdadera protagonista de la tarde es la ganadería. Un encierro completo, encastado, bravo, con recorrido, y, sobre todo, no dando nada por regalado y haciéndose ver quien de verdad quiere ser torero. Ovacionados todos los novillos en el arrastre y saliendo a saludar con vuelta al ruedo el mayoral de la ganadería, ovación más que merecida por la corrida presentada. Estos son los animales que la afición queremos ver.

Por Marta Tejera