Diego Urdiales a hombros con toros de El Pilar y Fabio Jiménez con “erales de Juan Pedro Domecq.

Los “pilaricos” es el mínimo de cuajo que debiera admitirse para una corrida de toros, mientras que el novillero debe completar sus buenas maneras con la espada a punto.

El público completó lo permitido en la corrida y en la novillada “hizo” una buena entrada en aforo de plaza con 4.400 localidades para “sin covid”.

El viento visitó con frecuencia la arena, lo que deslució algunas tandas. Y anunció 5 “avisos” trompeteros.

Debería evitarse en los pueblos las presidencias sin criterio, no las normales, y las cuchufletas y chapuzas de los mulilleros, alguacilillos y otros actores, más propias de un festejo sin rigor con “charlores” o así.

He pasado como en la gloria, y como hacía tiempos,  dos tardes en la plaza de toros de Alfaro. Primero por el debut del nativo Fabio Jiménez, segundo por asistir  a una corrida decente y con reses toreables  de Moisés Fraile, tercero por disfrutar de estampas lentas, toreras y bonitas, cuarto por la respuesta del público alfareño y riojano, quinto por escuchar una buena banda que dirige Vicente Rives con excelentes instrumentistas aunque el rotulador parietal de turno le suprima la tilde a “MÚSICA” y, esencialmente, por la rotundidez del triunfo de Diego Urdiales, toreando, que no es lo mismo que dar pases, derrochando oficio y clase, pundonor cuando le hizo falta y arrojo y sitio dejando la toledana hasta los dedos.

Para colmo, el espectáculo de las bandadas de cigüeñas acercándose a las atalayas de la señorial colegiata de San Miguel en el último toro bordaron el cuadro con escenas de fauna ahora que es tan corriente ir contra el toreo y defender todo tipo de animales. Y bicharracos, con exageración. Están sembrados los hogares de perros, nada tengo en contra los cánidos, y las residencias se llenan de “padres”.

El alfareño san Ezequiel seguro que ha echado un capote, con la casulla, a las fiestas de Alfaro ¡Menudo era el obispo de Pasto queriendo a su gente!

En la novillada, casi toda palmeada en el arrastre…por pocos, el becerrote que abrió plaza tuvo calidad repitiendo. Le faltó dominio torero. Repetidor de lujo el segundo y muy bueno repitiendo con fijeza el tercero. Excelente y algo claudicante el cuarto, premiado con vuelta al ruedo.

Nabil “El Moro”, de Pamplona, dio muchos pases, con escasa quietud y algún achuchón,  al primero. Cinco feos pinchazos y bajonazo. Aviso. Silencio. Mejoró algo con vulgares destrorxos y buenos naturales iniciados de frente. Buenas maneras a derechas, camión de pases y recuerdo voluntarioso a Manolete. Cinco pinchazos y estocada costillera. Se echó el novillo agujereado…sin culpa ninguna. Saludos.

El riojano Jiménez, alumno de la Escuela Taurina de Salamanca donde le han visto en numerosas plazas de la charrería y toreando vacas, veroniqueó bien al segundo abrochando con estilosa media. Lento, firme y sereno en series por el derecho sin dejarse tocar la sarga. Buenas tandas con la de torear, tranquilo rematando y luciendo con mondeñinas. Pinchazo, metisaca, hizo guardia dos veces al novillo atravesándolo por ambos costados, y estocada baja. Tras un aviso, salió a saludar.

Saludó con verónicas de cargazón y manos bajas al paso con el cuarto y añadió dos medias personales y hermosas. Tras fajos por el derecho muy acoplado, a veces un poco distante, estuvo fino y torero con la zurda y los naturales saltaron plenos de ajuste y encaje con remate del de la firma y alguna trincherilla. Estocada asomando y otra que mata. El torero debe evitar los pasos, tras cada pase, y girar plantas para relacionar sin pausas. Con la espada, pinchar sin empujar no sirve. Hay que querer matar. Lo dijo y enseñó el gran Rafael Ortega: “Hay que querer matar…y no irse al lado”. Sin eficacia matando, no escribo perfección, cuesta mucho progresar. Es más “productivo” torear normal y matar “rápido” que torear bien y matar menos que el cólera. Todos queremos otro torero con proyección en La Rioja.

El sobresaliente sufrió en quites una fuerte voltereta y algún apuro y achuchón. Parte del público le ovacionó, revoleras, largas, brionesas, cordobesas y otras airosas variantes voluntariosas al paso, con zancadas y escasa quietud.

DIEGO URDIALES TOREA Y “PELEA”.

Lo esencial de Diego Urdiales es torear bien pero el otro día en Alfaro también se puso bravo en algunos momentos en los que los toros no “entraban” en razón o reaccionaban de forma “ilógica” o desigual. Diego se imponía con machetazo mandón o improvisado molinete bajo para ponerlos firmes o para tirarlos de buenas estocadas.

Moisés Fraile “El Pilar”, lidió una corrida diversa en lo físico y en la conducta. El terciado primero bizco y astillado, serio el segundo, astifino y cornivuelto el cuarto, serios el quinto y astifino sexto. Las pintas, melocotón-rubio tirando a colorado más que a retinto los oscuritos, y uno negro.

Por clase y acometida destacó el cuarto, el tercero fue templado, sin emoción y toreable,  y el quinto muy bueno. Encastado el primero e incierto por el derecho, sin gas ni emoción el segundo, y el sexto sin codicia y desigual. Para todos hubo algunas palmas, oiga.

Un acoso de media en el parapeto dio la corrida. Tirando a picotazo más que a vara.

Importantes doblones de Urdiales en el trasteo al primero y derechazos girando plantas y dejándola puesta en los remates….. Se esfuerza por el izquierdo y el toro salía tocando telas con cabezazos en los remates…ovacionados a medio viaje por los devotos. En plan peleón y expuesto lo puede el torero con la izquierda y mata de pinchazo y estocada baja. Oreja. Duplica el premio, tras aviso y estocada en el cuarto. El prólogo fue una bendición con doblones de largura, trincheras, de la firma, el desdén, pellizcos pepeluisistas…Templó y ensambló excelentes fajos por el derecho y el cambio a la izquierda para cerrar “firmando” fue un lujo asiático.  Para tener chófer y celebrarlo con unas copitas tras el festejo. Con la diestra ajustó la tarea sacando todo lo que tenía el toro.

Tomás Campos recibió a sus dos toros con excelentes verónicas. El viento desacopló el toreo al natural, derecheó cortito y andando y abusó del pico muletero con excesivas precauciones. Ceremoniosa y larga preparación a espadas para pinchazo y bajonazo. Aviso y ovación. Una oreja, tras aviso, se llevó del quinto tras pinchazo y espadazo bajo. Templó puñado de derechazos largos y bien ligados y al natural abusó del “pico” muletero sacando del terreno al toro con ausencia de reunión.

Juan Ortega llevó exquisitos a la taquilla. Mezcló muleteo templado con algunos desarmes y desórdenes ante dudas o falta de recursos. Los ayudados de presentación, muy toreros. Limpieza y naturalidad con la derecha, un puñadito de naturales de calidad y final torero semi arrodillado con ayudados de pitón a pitón, recordando a Julio Robles,  trasteo sevillano y final de regusto. Sin dos pinchazos previos al bajonazo y un aviso hubiera cortado orejas. El mercado estaba de rebajas. Es la temporada. Ovación.

Doblones haciendo escuadra con las rodillas en el sexto, que mató de dos pinchazos y bajonazo con aviso. Silencio y decepción. Momentitos buenos con la diestra, sin redondear, inseguro y unos naturales lentos y escénicos más que toreros de hondura. Miradas, terrenos, viento, cálculos…Nos decepcionó a los que tanto nos gusta. O nos dio muy poco.

El público disfrutó de pinchazos, de los sonidos del clarín…y no se entiende que las faenas, no sublimes, están aburriendo al personal “en demasía”. Y eso que  presidentes, asesores y celebridades así suelen tener los relojes retrasados…o muy lentos. Y están a las órdenes del mulillero mayor que asoma una hora después de ser apuntillado el toro, tarda otra en cruzar la plaza y se para lejos del difunto mientras el “tercero” más que cortar una oreja parece que está fileteando un elefante…y el presiente esperando a cabrear al personal…hasta que da el trofeo que quiere le justifiquen su “entrega”. O el segundo premio. Pasa en cantidad de plazas y así es como se achabacana la fiesta, se ríen del público no tendencioso y hacemos enemigos, o por lo menos la risa, de una fiesta tan seria. Piénsenlo. Lo de menos es una oreja más o menos. Lo peor es el ridículo.

El “número del caballito” del respetable señor alguacilillo, en lo civil, es de traca fuera de guión…No había presenciado cosa igual. Y lo que gusta. ¿No se pueden controlar un poco esas exhibiciones de salto, circo y doma? ¿O programarse en un festejo  especial que no sea una “corrida de toros”? Es mi humilde opinión sobre algo que no se suele ver y sorprende. Pero si al protagonista se le contrata o compromete para la exhibición…el hombre hace bien en darse el gustazo y además complacer a mucho público.

El alguacilillo, tras el simulacro de las llaves…está a las órdenes del presidente para hacer cumplir el “reglamento” a los lidiadores. No es menester el traje completo de pana, capa, golilla, botas altas, sombrero de plumas…de tiempos de Felipe IV. Pero…¡En fin! Todo menos desentonar con el toreo. Según mi humilde opinión que hasta entendería que salieran varias modalidades de centauros cómicos para dar más gusto al personal de tendidos.

Pedro Mari Azofra