-Escribió crónicas taurinas en “ABC”,  “Blanco y Negro” y otros medios y su guasa y chacota hacen entender y reflexionar sobre  la “Fiesta Nacional” en todas sus facetas.

-Como antitaurino culto, critica la monotonía y otras “virtudes” que todavía siguen vivas en la fiesta de toros y esencialmente entre los espectadores.

Hace unas semanas dedicó “El Cultural” siete páginas a Wenceslao Fernández Flórez y en la portada, además de la firma del escritor coruñés, se encuadraba lo siguiente: “La comedia humana. La cara y la cruz de un escritor en busca de su lugar”. Rodeando en “cartel”, seis u ocho portadas de sus libros. Una maravilla de exposición.

Comentarios diversos y documentados de sus obras, de “sus” películas, de su brillante narrativa y destacado humor…ilustraciones… ¡Una maravilla! Y una lección para aprender. Análisis, comparaciones, relaciones, situación, ambiente, ponderación…y las firmas de Darío Villanueva, Germán Gullón y Castro de Paz: Tres maestros.

Consideran como cartel de primera cuatro novelas: “Volvoreta”, “El secreto de Barba Azul”, “Las siete columnas” y “El bosque animado” que con ese título la llevó al cine con éxito José Luis Cuerda en 1987. “La versión más celebrada, y gracias al guión de Rafael Azcona, resulta una historia coherente, que hilvana con maestría los diferentes personajes a historias que en la novela vienen yuxtapuestas”.

También es autor  Wenceslao de “El malvado Carabel”, “El hombre que compró un automóvil”, “Por qué te engaña tu marido”, “De portería a portería”, “Ella y la otra”, “Las Gafas del diablo”, “Los que no fuimos a la guerra”, “Relato inmoral”, “El espejo irónico”, “Unos pasos de mujer”, “Una isla en el Mar Rojo”, “El hombre que se quiso matar”…hasta medio centenar derramando ironía, pesimismo, humor… y más virtudes.

En otro comentario leo con deleite: “…a partir de un magnífico guión de Rafael Azcona la exitosa versión de “El bosque animado” dirigida por José Luis Cuerda y protagonizada por Alfredo Landa”. No oculto que soy azconiano y lo manifiesto a la menor ocasión.

Este importante escritor gallego, que en algunas fotografías de perfil se parece al dictador Franco,   nació en La Coruña en 1885 y murió en Madrid en 1964. Valle Inclán, en 1926, comparaba sus novelas en importancia, refiriéndose a “El secreto de Barba Azul”, con las de Baroja, Pérez de Ayala, Unamuno, Miró y Eugenio Noel, “los mejores novelistas españoles contemporáneos”.

A Fernández Flórez   lo “tachan” de radical, pacifista, antimilitarista, inconformista y libre. Para entendernos. Escritor, guionista, periodista…humorista y muchos “istas” más. Escribió de toros, fútbol, viajes…y además de un gran polígrafo  entiendo que fue un cachondo de armas tomar…o salir huyendo.

No recuerdo cuando…pero hace “siglos” leí a este hombre un artículo en “Blanco y negro”, escrito en el primer tercio del siglo pasado, adornado por un toro vestido con traje de gitana y tocando la guitarra, titulado “Cómo ven los extranjeros nuestra “Fiesta Nacional” ”. Lo recuerdo porque además de escribir que podrían creer que Maura rejoneaba novillos en la Puerta del Sol ante el Rey y que un torero mata a un marqués  y se marcha a un convento…pone en pluma de un belga viajero que en el teatro Real de Madrid los caballeros obsequiaban delicadamente a las damas con chorizos de La Rioja ¡Como se lo cuento!

Concreta que no hay espectáculo tan tedioso como una corrida de toros y también escribió que se trata de “un espectáculo duro y sanguinario que lo disfrutan personas con algún trastorno”. Entre los que me cuento. Creo que esto lo señalaba en “La vaca adúltera”. Un gachó muy singular era don Wences.

“EL TORO, EL TORERO Y EL GATO”

Todo lo anterior es como un prólogo, o disculpa, para señalar que el tema taurino no se toca en el referido y reciente homenaje literario y que a don Wenceslao le editaron en  1946 “El toro, el torero y el gato” que ni lo citan. Es un lujazo de ejemplar en presentación y muy instructivo para reflexionar en cuanto a contenido a pesar de su ironía, mordaces comentarios y socarronería feroz. Anti taurino, propone soltar gatos al ruedo en vez de toros. Yo entiendo que es un didáctico libro taurino con mucha realidad, denuncia y humor.

Cada episodio lo inicia  una letra capitular  con fondo taurino, tiene mil detalles hasta en el número de página y al final de cada apartado se remata con una imagen o dibujo taurino con fondo verde.

Era la época cumbre de Manolete, Pepe Luis, Arruza, El Estudiante, Domingo Ortega…

Está ilustrado por Enrique Herreros con 10 gouaches reproducidas en offset a cinco tintas y con 26 viñetas a dos tintas…y mil detalles más. Herreros, humorista, montañero, ilustrador, dibujante, caricaturista, grabador, actor, guionista y director de cine, descubridor de la publicidad en España…nació en 1903 en Madrid. De “la otra generación del 27” formando equipo con Edgar Neville, Jardiel Poncela, Miguel Mihura, Tono…y otros genios.

Herreros bautizó con Sara Montiel, a Antonia Abad,  representó muchos años y acompañó en su primer viaje a América, a la actriz manchega, colaboró en “La Codorniz” y falleció en tierra de Cantabria en 1977. El libro es… taurino aunque con él llegue la descojonación total. Pero ¡ojo! Con mucha filosofía y retranca.

“Las corridas son monótonas, aburridas y fatigosas y no debemos dejarnos alucinar por la rutina del tradicionalismo que está reclamando su jubilación. Descubramos sus defectos y apresurémonos a corregirlos, que aún es tiempo”.

“La suerte que más agrada es la del toro que salta la barrera. Salta por un lado, brincan por el otro los guardias, mozos de estoques, amigos  de la empresa… cayendo al ruedo de forma ridícula y deliciosa para el espectador. La gente llora de risas, hasta el presidente. Vuelve el toro al ruedo y vuelta a saltar al callejón”.

“Debieran estimularse las condiciones de los toros para que saltaran más a los callejones lo que provoca el entusiasmo en los espectadores. Algunos les pegan con bastones…”.

“Hay un masoquismo colectivo en concentrar tanta gente y que no se divierta nadie. Es preferible una carrera de sacos a la monotonía de ciertas corridas. La gente sale con la cabeza vacía, piernas anquilosadas y un poco de vergüenza por asistir a tal espectáculo”.

“Culpables son los críticos taurinos obstinados en que todo se haga monótonamente, con arreglo a unas normas tan rígidas que hacen imposible la diversidad. Las corridas más divertidas arrancan comentarios de indignación en los revisteros”.

(Añado por mi cuenta: En Logroño pocas veces se ha divertido nadie en la plaza de toros como cuando toreaba Pacotín”). Añado que en las plazas es muy celebrado el derribo a picadores y la persecución del toro a un banderillero gordo.

“Cuando un torero sea manso o cobarde debieran salir tres hombres gordos con cencerros para llevárselo al café y si es posible parados para que cobren recomendados por la empresa. Los tres caballeros gordos han de estar guardados en una dependencia de la plaza y sacarlos cuando el torero no tiene ganas de pelea o pinchara mucho para llevarse al torero al café. Al primer aviso uno, luego otro y así sucesivamente. Nada de tirarle cosas al torero”.

“La estética insuperable es ponerle la montera en el testuz, escupirle al hocico, limpiarle la baba con un pañuelo…Los monosabios no arrojan la boina al toro porque se la puede comer”.

Escribe don Wences que en la corrida todo está perfectamente determinado: “La espada en el mismo lado, las banderillas, los mismos pases…y por eso algunos no vamos”.

“El problema tremendo es que los toros en cuatro años no han aprendido el comportamiento para estar en la plaza: Dónde o cómo ponerse, cuándo juntar las manos…hay que entrenar a personas que aprenden antes y que hagan de toros. Saben cuándo hay que arrancarse al banderillero, al picador, para la estocada y cuando se dará una verónica, un farol o una gaonera”.

Así se descojona el gallego escribiendo: “Los toros empezarán a cambiar cuando los ganaderos sufran el castigo de su comportamiento y en vez de recibir banderillas negras, porque no han querido embestir, se las pongan al ganadero y corra por la plaza con el cordobés en la mano y tres pares en lo alto. O trae al que tiene enseñado o paga el pato”.

Pedro Mari Azofra