Las corridas de toros en la pequeña pantalla tienen muchas «virtudes»…tratándolas de lidiar.

En los años cuarenta, cincuenta y sesenta había tertulias, mentideros y similares en los que se hablaba, y hasta se discutía, del toreo de Frascuelo, El Guerra, Bombita, Joselito, Belmonte, Lalanda, Manolete…por aficionados que no habían visto en la plaza, o muy poco,  a la mayoría los toreros referidos. Ni en la plaza, ni en cine, televisión…quizás en alguna revista o en estampas de La Lidia enmarcada en una taberna o barbería.

A las figuras del toreo de los años cuarenta y cincuenta, los llamados o señalados como aficionados taurinos las veían únicamente, según estudios del algún taurófilo curioso, en la feria de su ciudad o la corrida del pueblo si había toros.

En Madrid abundaban las corridas, en Barcelona mucho más y Sevilla ya a principios de los cuarenta disfrutaba de ocho o diez corridas, similar número de novilladas y unos cuantos festivales. Aproximadamente y con algunas variables de una temporada a otra.

Valencia organizaba un número considerable de festejos y alguna ciudad como Bilbao destacaba de la mayoría. En una leve, y no  exprimida consulta, entre los años 46 y 49 se dieron en la capital vizcaína 25 corridas de toros, y algún número más de novilladas picadas. Varios festivales y no echamos cuenta de becerradas, “noveles”, mixtas…y similares. En este caso, como los destacados hace un momento, los aficionados han tenido oportunidad de foguearse y disfrutar si tenían parné o un puesto de mulillero, monosabio, arenero, portero, músico o acomodador.

En la mayoría del resto de capitales el número descendía. Y para qué hablar de los pueblos grandes y con tradición taurina que celebraban las fiestas con “corrida de toros” única.

Pongamos a dos plazas “normales”, por designarlas de alguna forma. En Santander los años 1950 y 51 sumaron 6 corridas de toros, cinco novilladas y un par de festivales. Hubo otros festejos menores, con las “figuras” locales, festivales benéficos…Era lo que veía el aficionado básico… y fiel.

Tratemos Logroño, que nos pilla cerca. Entre los años 45 y 46 se anunciaron 7 corridas de toros. Cantidad de becerradas, novilladas sin caballos y algún festival.  Alguna más o alguna menos, pueden ser un indicativo para Pamplona, Vitoria, Burgos, Alicante, Cuenca, Granada y ciudades similares por aquellos tiempos y que en algún caso ya no hay toros en sus fiestas ¡Ni en Navidad! En otras se han aumentado los festejos.

El aficionado de estas ciudades, muy seguidor, puede hacer un esfuerzo si no es pudiente y ver las dos, tres, cuatro corridas de “casa”. A muchos les pueden parecer demasiadas y trata de ver las destacadas o “va un día a los toros por fiestas”. Si tira un poco hacia pudiente, a secas, ha podido hacer un esfuerzo y desplazarse a Zaragoza o Bilbao desde Pamplona o Logroño, a Burgos y San Sebastián desde Santander y añadir un par de festejo o tres a las fechas domiciliarias. Si es acaudalado y aficionado, suele haber pocos, amplía el arco y disfruta de alguna combinación importante en Madrid, Sevilla…y hasta suma un par de docenas anuales.

Hemos centrado a bípedos residentes en capitales. Pero quedan los que con el mismo espíritu torero, y similar leña, viven en pueblos sin plaza y tienen que desplazarse ¿Cuántos festejos serios ven al año teniendo en cuenta el nivel entre sueldo base y potentado? No olvidemos que organizar corridas de toros es costoso y la asistencia a las mismas también lo es aunque el tauródromo esté a tiro de piedra.

He escuchado mil veces ponderar a los buenos aficionados “de antes” que disponían de escasa base para contrastar, disfrutar y discutir.

Televisión Española, que nos cuentan pagamos todos, por los años sesenta y después televisó corridas de toros. No cantidad pero muchos españoles pudieron ver corridas importantes, y timos taurinos, por este medio. Luego, y hoy, la televisión de los españoles ha mantenido programas pero de televisar en directo poco y ahora nada. Lo mismo que su hermana, radio “nacional”, tienen abandonados los acontecimientos taurinos en el campo de fútbol que es España, salvo cuando señalan alguna tragedia o incidentes civiles o mundanos de mucho ruido protagonizados por toreros. En cientos de horas anuales escuchando Radio Nacional, por la mañana, jamás escuché una noticia, referencia o nota taurina así como de difusión.

Pero hemos tenido la suerte de que antes Canal Plus y hoy Movistar nos dan gloria bendita, sin matices, en abundancia y por muy poco dinero que los clásicos ratas quisieran gratis. Siguen al pie de la letra el dicho de que “a lo gratis hay que apuntarse, cueste lo que cueste”.

Hace ya años que rondan el centenar de corridas estelares que se pueden ver merendando en el sofá antes de un par de “gintonics”. Treinta días de toros en la plaza de Madrid, diez o doce en Sevilla, una decena en Pamplona y similar número en Bilbao, Zaragoza y Valencia. Olivenza, Alicante, algunas en las principales plazas de Francia, Albacete, Logroño, América…A este lujo añadamos la oferta de canales autonómicos como Madrid, Castilla la Mancha, Andalucía…y supongo que otras. Dejo este punto muy incompleto para que los melindrosos lo perfeccionen.

“No es lo mismo que en la plaza” suelen decir los “exigentes” o exquisitos. Y uno defiende y ha defendido las virtudes, olvido las comodidades, de la televisión: Repite los pases y escenas más destacados de las faenas, los pares de banderillas premiados, las estocadas buenas y las lanzadas, los episodios de capa más clásicos o los más estrafalarios…y todo con tomas diversas. Desde planos distintos. En el tendido siempre se ve una parte de la escena.  Acerca la cara de los toros para apreciar los pitones astifinos o los ausentes de cofia o manipulados ¡O nacidos romos!

Cuando hay derribos, volteretas o cornadas se repiten, incluso a cámara lenta y descriptiva, ofrecen el parte médico, el historial del protagonista en la temporada…Si hay peñas de esas llamadas festeras no tienes que padecerlas…¿A qué siglo esperan todas las plazas del país para colocar un luminoso, como tienen Zaragoza y Pamplona, en las que se anuncien o señalen nombres de banderilleros, picadores, sobreros, capa de los toros y caballos toreros…títulos de pasodobles, y otros avisos a los asistentes?  Se hará…cuando las ranas cantes ópera.

Ya sé. Ya sé que parte de lo anterior se puede ver desde el tendido donde cualquiera se despista- “¿qué ha pasado?” –y da opiniones de la leve o grave avería y mil detalles que en la plaza se desconocen o pasan inadvertidos. Para colmo de bienes al final de las faenas ofrecen un resumen y se puede utilizar el espacio de las “sorprendentes” y cautivadoras  entrevistas para visitar el W.C., por las premuras que la edad gestiona, que tan escaso e inalcanzable está en la mayoría de los cosos españoles culpables de muchas próstatas, cistitis, incontinencias y cosas así. Se ven y saborean muy bien los toros en casa de uno y además sin compromiso de compartir o escuchar comentarios o preguntas del vecindario más próximo. No digamos nada si observan que tomas algunas notas. “No escribo en ninguna parte. Solo que anoto algunos detalles para contarle cuando llego a casa a un hermano paralítico”.   Los pesados y solemnes lateros se ceban con el vecino prudente.

Si alguien lee estos golpes, podrá pensar que el firmante solo ve toros “por la tele” y por la “morena”. Nada más lejos. Desde el año 60 he disfrutado en las plazas de La Coruña y El Puerto, en Gerona y Málaga, en Palma y Soria, Pamplona, Valencia, Madrid, Burgos, Bilbao, Barcelona…Nimes, Bayona, Lima, Manizales, México, Quito…Arnedo, Haro, Écija, Roquetas, Santiponce, Ledesma…   Estella, Tafalla, Ejea, Almazán…pero también de cientos de tardes, y las que espero, de forma presencial y televisiva, independiente de transmisores con los que a veces coincido y otras no. Pero siempre se puede aprender.

Hay quien apoya la estancia con el ambiente, las comidas, los amigos…pero ocurre que vuelves a ferias y ciudades  “de siempre” y no quedan amigos de tantos años. No ves a nadie…de los de antes. Se han ido para no volver. La vida es un poco como ir perdiendo amigos. Y también eso desconcierta aunque unos días en Sevilla, Bilbao, Madrid…y poco más son una receta impagable.

 Pedro Mari Azofra.   

PIE DE FOTO: Manuel Molés y Manuel Caballero una tarde de transmisión taurina en Bilbao.