(Un recuerdo y homenaje a Juan José Ochoa García, gran aficionado y escritor ya fallecido en su ciudad, Calahorra. Enredando, me aparece este escrito universal y aplicable en cualquier núcleo taurino organizado. La verdad sin paliativos, bandera de Juanjo que tanto luchó por el toreo en La Rioja).

Ya lo dice el sabio sentir popular: “Nadie es profeta en su tierra”. Ni en esta ni en Sebastopol. Tal vez por aquello de que no existe gran hombre para su ayuda de cámara. A fuerza de convivir, de conocer virtudes y defectos, de hasta sentir un poco o muchos posos de envidia, se minimizan las cualidades de aquel que en los negocios, actividades artísticas, en política o cualquier otra profesión va destacando.

Si  añadimos la proximidad, la infancia o la juventud compartida -¡quién puede presumir de lo contrario!- con errores, por ejemplo, no es preciso añadir más para hacer el retrato del paisano sin méritos ni conocimientos: “¡Pero si es hijo de fulanito que era un “don nadie”!…¡No te acuerdas cuando íbamos al Instituto que llevaba las asignaturas a rastras!…Pero si en cierta ocasión…¿Cómo va a llegar a nada si no es por enchufe?…Lo conozco de toda la vida y era más tonto que Abundio…”.

Si en algún caso, por qué no, existe algo de razón en estas aseveraciones, en la mayor parte de las ocasiones se trata de la justificación del fracasado o la envidia puñetera de quien no ha destacado sobre la mediocridad. En la Fiesta de Toros ocurre también. Es axiomático. Y en la parcela de aficionado, si disfruta de una tribuna para exponer sus ideas, conceptos y conocimientos…más todavía.

En todas las poblaciones de España existen aficionados a la Fiesta Brava con importancia, conocimientos y estudiosos de cuanto en derredor de ella existe: historia, características del toro, estilo de hacer el toreo…Personas que ven 50, 60 o más festejos anualmente. No tiene importancia. Llega un forastero, cuenta cuatro anécdotas, hincha suficientemente su sapiencia  taurina, presume de amistad con toreros y ganaderos…e inmediatamente se hace el amo del cotarro. El papanatismo le hace ser enseguida centro de la atención. Luego, casi siempre, viene la decepción. Pero hasta que llega, todo son honores y parabienes. Con alternar a lo “chic”, vestir elegante o de manera llamativa y tirarse de los puños es suficiente.

Existe en La Rioja un buen número de excelentes críticos aficionados –tan solo un par de ellos con una pequeña asignación en los medios a que pertenecen –que, como el sastre de Campillo “cosen gratis y ponen el hilo”. Escriben en publicaciones, revistas, programas de clubes o peñas taurinas “gratis et amore”.

En ocasiones hacen el caldo gordo a empresas o particulares que explotan periódicos, semanarios o revistas, más o menos intermitentes, cobrando sus buenos dineros por publicidad a los anunciantes mientras los colaboradores “literarios” ponen bota y alforja: Desde la máquina de escribir a su prestigio -¡que lo tienen y basta ya de modestia! –desde el folio al sello de correos, sin más compensación que su aportación al conocimiento del toreo y alguna felicitación del público sencillo.

Los otros, los de ringorrango, comentarios desfavorables por lo bajini, falsos testimonios asegurando con rotundidad que recibe obsequios, regalos, entradas, comidas…del empresario de su localidad o región, que hay sobres del torero y que está en “esto” para llevárselo.

Durante la feria, la asociación taurina local celebra pregones taurinos y charlas-coloquio para las que contratan a un “prestigioso” crítico taurino, escritor de la especialidad o personaje habitual en revistas y tribunas. Doscientas, trescientas mil pesetas es su “cachet”, además del viaje en primera o pasaje de avión, la compañía de la señora y el séquito que desee el señor. Hotel de cuatro estrellas, no hay de cinco,  localidad preferente en la plaza y la admiración de todos con las consiguientes invitaciones. En el estrado, aquello no se justifica. Arrime del ascua a ciertas sardinas, comentarios vulgares, provocaciones al personal desde su intocable categoría de “capitalino” y el sencillo público que se encuentra desorientado porque le cuentan algo que no ha visto.

Llega un momento en el que hay que economizar o suplir la ausencia de última hora del fenómeno y se acuerdan de “los de casa”: “Sácanos del apuro…si no lo haces tú tenemos que suspender…hazlo por el club…”. Y el modesto accede. Expone su criterio -de 20, 30 o 40 años de aficionado y escritor –con honestidad.

El papanatismo restando importancia: “No ha dicho nada nuevo…A mí me va a enseñar ese…No sabe por dónde se anda…”. El crítico local o provincial se baja de la tribuna, monta en su coche…fuese y no hubo nada, como dice el soneto aquel.

No es que lo pidan o lo necesiten. Todos tienen resuelta su vida por otros derroteros. Aquello es su hobby, su distracción, su válvula de escape. Pero…duele que no haya ni un pequeño reconocimiento cuando al forastero se le llena el auto y se le colma de abrazos. Llega a su casa a las doce de la noche o dos de la madrugada, muchas veces sin cenar y con la amargura de un trato discriminatorio.

Uno, que sabe de sus limitaciones y conocimientos, siente dolor escribiendo estas cosas que nos están ocurriendo a todos los críticos aficionados de La Rioja. Lo que he expuesto lo suscribirán –es una verdad catedralicia –mis compañeros. Ya está bien de callar, de modestia –en ocasiones falsa modestia, por qué no –de tomarnos por el niño de la portera. El pasado año, antes de irme de vacaciones, dejé escritos VEINTE artículos para prensa, revistas y programas festeros. Hasta disfrutando del descanso se me requirió para hacer el número 21 y lo hice con mil amores. Y lo seguiré haciendo con sumo gusto. Pero…

Un día recibo una llamada telefónica solicitándome una colaboración. Accedo. El solicitante añade, como final: “Cuando lo tengas me lo llevas a…”. Además de ramera pon el catre. Otro ejemplo. Me solicitan dar una charla fuera de mi localidad. Se hace, la asociación organiza después una cena y se me cobra el cubierto. Así de rotundo y claro. Hay honrosas excepciones, por supuesto. Claro que sí. Pero es el sino de “los de casa” ¡Qué le vamos a hacer! Todo sea por nuestra bendita afición. Por la afición de La Rioja. Pero…

Juan J. Ochoa García (Eco del Cidacos 10-2-90)                                               

PIE DE FOTO: Juanjo Ochoa con “El Viti”, Pedro Mari Azofra y Canito en la finca Traguntía (Pozos de Hinojo) del torero salmantino.

Pedro Mari Azofra