Sobra el romance de los aforos limitados porque el público asistente no cubre los mínimos sanitarios exigidos.

Faltan encierros de toros con presencia “normal” para que se considere un espectáculo loable y atractivo.

El que esto firma toca palmas por el apoyo municipal, la actitud del empresario turolense con el detallazo de dar una novillada, la disposición de Movistar de quien soy devoto cliente y si es menester hasta les invito a una jornada bodeguera por esta tierra. Pero no puedo evitar el exigir un mínimo de presencia de lo que llamamos  “toro” a lo que aparece por chiqueros. Sin ser el toro de Pamplona, Bilbao o Madrid, anunciar toros exige un toro aunque se lidie en una aldea de Las Urdes. Punto. Cualquier garrulo “gracioso” que por casualidad ve unos momentos televisados suelta lo de: “¡Si son novillitos!”. Es la medida de opinión vulgar y perjudica mucho el tema de la fiesta de toros…tan vapuleado.

Como en corridas anteriores, muy poco público y algún día casi nada. No se completa el mínimo con el mejor cartel, y el resto a plaza vacía. Sea fecha laborable o festiva, Leganés, que escuché nombrar de niño por una canción del riojano Pepe Blanco que hacía alusión a su célebre e histórico manicomio,  andará por los 200.000 habitantes y a tiro de piedra están Carabanchel, Getafe, Alcorcón, Villaverde, Fuenlabrada y Madrid con líneas de autobuses, trenes metros y centímetros ¿Por qué no acude gente a las plazas… además de por la crisis sanitaria y económica? “La Cubierta” es acogedora, cómoda, accesible y con solo 10.000 localidades. Tendría que haber reventa.

Sobran los controles de “mínimos” en la mayoría de las plazas. Y pongo un ejemplo cercano. Arnedo tiene capacidad para 6.000 personas. Pongamos 5.000. Echando por alto la calculadora no llega la media a 1.500 asistentes en sus novilladas. En algunos casos se acerca a mil. Qué coño falta hace limitar aforos si no se va a llenar. Con distanciar al personal o controlar la entrada es suficiente. Digo yo.

Abrió la feria leganense una novillada ¡Ole! Los “quintos” de “Fuente la Higuera”, de la familia Martínez Conradi, suelen ser más bravos. Solo alguno se acordó de su casta. “El Rafi”, listo, toreado, enterado y puesto para la alternativa. Sin personalidad diferencial pero con recursos para caminar. Montero, al que en ocasiones le he visto cualidades y me decepcionó, mucha mueca, charlas, discursos, gesticulación…y sin ceñirse con quietud toreando o dando pases. Leandro, torea con temple y buen trazo buscando el toreo clásico.

Los toros de Pepe Moya me parecieron, en conjunto, una buena corrida. El segundo y tercero tuvieron clase y también el quinto y el sexto, excelentes, desarrollaron raza e importancia. Desentonaron el que abrió plaza y el cuarto que fue normal y repetidor. Esta ganadería de El Parralejo, que se cría cerca de Aracena, ha triunfado con novilladas en Pamplona muchos años y lleva el sello de Gallardo “Fuente Ymbro” que vendió vacas y sementales al recientemente fallecido Moya.

En cuanto a  presencia hubo alguno anovillado de cara, como el tercero.  No recuerdo anomalías cantarinas. Sí mucha emoción en algunos. Transmisión de peligro y codicia acometiendo.

Cortés estuvo sereno y con buenos pasajes toreros a base de dominar y arrimarse con el primero. Momentos buenos y decididos matando al repetidor cuarto. Pases sueltos, pasos para “volver”, estaquillador por el extremo…Reaparición positiva… para mejorar.

Román me gustó mucho con buenas medias verónica y saltilleras al segundo. Quietud, cercanía, espectáculo, variedad, ligazón, falta de respeto a los pitones y miradas bóvidas y a la voltereta. Al quinto, feo, noble, fuerte, bravo y muy toreable, lo toreó de nota con la sarga en algunos momentos. Buen toro y torero.

Ginés Marín toreó elegante con la capa y variado con remate a cámara lenta. En numerosas ocasiones templó con encaje y largura al tercero, bien banderilleado. Naturales de lujo y toreó impresionista con redondos siempre con lentitud y hechuras de estilista. Estocada a cámara lenta y sorprendiendo cómo este joven no está peleando con la media docena de “arriba” ¿A veces un poco inexpresivo? Inició la tarea al sexto haciendo escuadra con las rodillas y dio otra lección de toreo de calidad y variado antes de hacer guardia con la espada. Tuvo un buen lote y lo supo aprovechar. Ignoro qué le falta para “dar más guerra” y adquirir más cartel.  A la corrida asistieron cuatro y la banda.

ENCIERRO IMPRESENTABLE

No era de recibo la corrida de Cuvillo por su presencia. En cuanto escuché lo de “bonitos”…me mosqueé. El primero romo e inválido.  Sin gas y descastado. El segundo, bueno, enrazado y exigente. Anovillado el tercero, manso, cobarde e inmóvil. El pobre becerrón cuarto, devuelto. El sustituto, feo, pobre y defectuoso de cuerna y manso. El sexto, novillote cornigacho, sin chispa brava y toreable. El quinto toreable con clase pero sin fuerza ni brío. Es lo que me dejaron a primer golpe.

Ponce templó en el sexto algunas embestidas y ligó alguna serie pero no cautivó. Trasteó al jabonero cuarto, sobrero, sin poderlo. Espadazo. El primero se quedó en nada tras lanzada de banderilla en el hoyo de varas. Juan Ortega veroniqueó con temple y figura rematando con dos medias de postín. Torería sevillana con la derecha y remates con trincherillas, molinetes oportunos, cambios de mano y de la firma. Final con ayudados de clásico cargazón. Algún trincherazo en el inmóvil tercero.

Emilio de Justo fue zancadilleado por el segundo y tras varias volteretas estuvo el peligro de luxación, fractura de vértebras, fisura de médula espinal o algo similar. Las escenas se repitieron tras la estocada y me recordó las tragedias de Nimeño, Julio Robles, el banderillero Ciriaco y el último accidente similar ocurrido en Ávila en 2012 al gran banderillero “El Chano” que destaca en deporte paralímpico de handbike ganando maratones nacionales e internacionales.

El cacereño estuvo superior por verónicas, cuajó toreo de muchos quilates por los dos lados, los de pecho buscando la muleta el hombro contrario fueron eternos y volvió a firmar un toreo y una situación profesional sobresaliente y de no perderse.

Ya me gustaría ver en un cartel con una corrida, elegida por los ganaderos, de Torrestrella, Fuente Ymbro, Alcurrucén…y otras de ese aire, a Román, Emilio de Justo y Ginés Marín.

Tras décadas dedicando secciones a “los de plata” no suelo hacer hincapié en estos profesionales. Todos no pueden ser como El Vito, Montolíu…y mil más muy buenos. Pero…señores. Están dando espectáculos que enturbian las tardes. Qué menos que dejar los dos palos medio en el sitio. Pero eso de uno en el rabo, o en el sótano, en la arena o huir con los dos palos…Lo mínimo exigible es cumplir. Dejar los dos rehiletes sin hacer el ridículo o mostrar impotencia con ridículo incluido. Colocarlos y ya está. Es su oficio y a él se dedican. Tampoco exige una preparación extraordinaria para cumplir. Simplemente. De los que destacan y saludan nos damos cuenta todos.

Me reprocha algún “amigo” que exijo mucho en cuanto a toros. Se equivoca. Ocurre que cuando se ensalza de forma rotunda lo de calidad, nobleza, bondad, clase, templanza…estamos a un paso de sosería y mansedumbre. Peligro. Me gusta más lo de casta, emoción, codicia, movilidad, agresividad, repetición, acometividad, fiereza, no malicia, que acuda al estímulo sin doblez…que se cree víspera de peligro…que no se distraiga el personal comiendo pipas o portereando barreras. Que no parezca fácil y sin riesgo lo que sucede en la arena. No es mucho pedir si queremos que la fiesta interese y se le dé importancia.

Pedro Mari Azofra

PIES DE FOTO

-Arnedo, 2006. Emilio de Justo, de novillero en la vieja plaza.

-Arnedo 2012. Román, Roberto Blanco y Juan Ortega.

-Bolsín de La Rioja 2013. Lardero. El ganadero Carlos Lumbreras premia a un banderillero.

-Arnedo 2015. Cutiño, Ginés Marín, Javier Marín y José Ruiz Muñoz.

-Arnedo 2015. Ginés Marín dando la vuelta al ruedo.