-Pasan años enredando con gatos y muestran deficiencias manejando los trastos profesionales por escaso toreo de salón y de familiaridad y utilización con ellos.

-Abundar en “festivales” sin “ná”, con aplausos familiares y exceso de “triunfos”. Y liturgia, acaba estancando al aprendiz por falso conformismo, homenajes caseros y falta de exigencia.

Los inicios y primeros pasos de los chavales que pretenden iniciarse en la “carrera” o profesión de toreros son de lo más diverso y las circunstancias familiares, locales, regionales…y hasta económicas resultan influyentes y muy dispares de unos casos a otros. La enseñanza taurina puede venir de diversas fuentes. Nunca se ajusta a capítulos y cánones fijos que hay que superar como sucede en la enseñanza reglada obligatoria “civil” en centros docentes oficiales.

Los que tienen la suerte de poder principiar y prepararse en una escuela taurina tengo para mí que son privilegiados. Hay otros que empiezan con algún familiar o amigo de confianza profesional…Todos pasan por un aprendizaje primario más o menos extenso. Bien a base de imitar o por la práctica y consejo además de correcciones y ánimo.

Me declaro acérrimo defensor de las escuelas taurinas…para que no haya dudas o sospechas de otros intereses en mi simple comentario. Todo torero ha tenido un maestro: El padre, tío, abuelo, vecino, amigo…grabaciones, películas… pero entiendo que es fundamental y básico el empleo de “millones” de horas toreando o ensayando de salón. Porque ayuda a  adquirir trazo, postura, compás, coordinación, agilidad, potencia, imaginar el toreo real y por la esencial facilidad que proporciona para manejar y familiarizarse con los “trastos”: Con este nombre se ha denominado siempre al capote, la muleta y la espada.  Deben resultar tan familiares como el teléfono móvil o la cuchara y el tenedor que algunos utilizamos para comer.

El toreo de salón requiere abnegación en soledad. Mucho sacrificio. No exige espacios, coros o ambientes especiales pero sí dedicación.

Más de sesenta años hace que suelo  ver a chavales entrenar de salón poco…y “torear” gatos sin las mínimas defensas de forma insistente. Los mismos mocetes y otras chivitas similares e inofensivas con abundantes desarmes y deficiencias en el manejo de las “armas”.

No echemos en cuenta los adornos teatreros, tan fáciles de asimilar y vender, que están superior cuando se luce lo anterior pero no rematando cualquier pasaje con escenas, morrito y desafío. Esto del morro puede derivar en hocico ¡Qué barbaridad!

Hace años que veo a niños franceses, salmantinos, sevillanos y de por aquí cerca con similares cabritas, o toreando al viento, multiplicando adornos…con muchos desarmes y tropezones…y muy aplaudidos. Los angelitos hacen gracia, son muy  ovacionados y tengo para mí que les falta más entrenamiento y menos “público” coreador y abuelastro. Necesitan más toreo de salón, porque no quiero pensar en la ausencia de otra cosa, para dar el paso…con becerras y novillitos más serios. Sin ser desproporcionados.

Toda la vida hubo escalafones, peajes o pruebas para alcanzar una meta a través del progreso en una profesión. En el toreo vive el choto, el churro, el añojito, el añojo, el eralito, el eral…el utrero recortado, el utrero y el toro. Hay que saltar y superar, o tratar de rebasar, las etapas con soltura. El arte y el valor no se enseñan ni se aprenden. La técnica sí.

Entiendo como fundamental el toreo de salón y la preparación en tentaderos…serios y menos “festivales” de bautizos y comuniones con becerros sin cuernos en público.

Ya sé que por algo se empieza pero el prólogo no puede ser eterno, repetitivo y menos que se puedan creer las “figuras” esos palmeos familiares y compasivos…que duran tanto.

El toreo y su progreso son muy duros hasta para los que tuvieron fácil el ascenso. Y los chiquillos se bandean demasiado en repetir lo fácil y hasta hablan y confeccionan sus carteles de alternativa cuando no han pasado de la cabrita mocha aunque sean mocitos postureros. Y eso desentona. Se empieza a valorar con fundamento cuando se anda por los 16 años. Ahí ya no cabe, o no debiera caber, la milonga y hay que llegar preparado.

Me envían grabaciones algunos amigos, que agradezco y me entretienen, de párvulos repetidores que hace años no saltan del churro inválido e inofensivo y que “como sigan así van a cerrar el Banco de España”. Suelo agradecer el detalle con “Hay que ir más al campo y torear más de salón”. En las escuelas, modelos de docencia y afición, campean, torean…pero si pueden ser “distraen” y vuelven al chotito pueblerino y el aplauso familiar, amistoso y festero del  barrio.

Mi inicio debió ser un prólogo  para decir que cada uno hace lo que quiere y puede en libertad que yo respeto. Quien soy yo para dogmatizar… cosa que no intento. Simplemente aprovecho un rato con escasas salidas posibles por la vaina pandémica y anoto unas ocurrencias o comentarios comparativos de lo que observo, a primera vista, y que no trato de que alguien imite… ni se aproxime. Es mi punto de vista y puede que una obsesión lo de “mucho toreo de salón”. Horas y horas. Siempre escuché lo de “ha nacido torero”, “no se parece a nadie”, “todo lo ha inventado”, “lo ve todo fácil…” y mayores disparates que en algunos casos dan para encerrar al pregonero en una jaula.

No hace tanto leí unas entrevistas a tres principiantes riojanos, o de cerca, que andaban en el circuito de becerradas, oiga. Debió ser en algún medio regional, publicación taurina…El autor del interviú, que siento no recordar, puso a los mocetes para tomar la alternativa y en algún caso hasta para confirmarla. Los tres eligieron de padrino a Diego Urdiales combinando los testigos con Talavante y Morante. Repetían la confirmación salvo en un caso que le gustarían Manzanares y Pablo Aguado…y las plazas elegidas fueron Valencia, Las Ventas y La Maestranza. Alguno soñaba con Manolete, José Tomás y Antoñete…sin haber descubierto, todavía la tartera de bacalao ¡Ojalá la terna pueda disfrutar de carteles de feria! Pero me sorprendió un tanto la precocidad y el tema, los enfoques…

Como si Joselito, Pepe Luis, Ordóñez, Camino, Luis Miguel, Bienvenida…nacen en casa de un notario, cirujano, terrateniente, obispo, o catedrático hubieran sido figuras del toreo, independientes de su nivel económico y docente familiar.

Por delante estalla la histórica dinastía de Los Gallos, José era el tercer hijo varón de Fernando El Gallo y desde niño practicaba en la huerta familiar de Gelves…Un padre y un abuelo, modestos toreros y empleados del matadero sevillano, escuela de toreros, precedieron al “Sócrates de San Bernardo”. El “Niño de la Palma”, torero de calidad, y una dura postguerra, hicieron que Cayetano y sus hijos se brearan en modestos festejos pueblerinos por la Ribera del Ebro. Un padre, humilde banderillero, un puñado de toreros entrenando en Camas y Salomón Vargas, inspirando con su aire gitano, incitaron a Paco a pelearse y aprender la técnica con duras reses por pueblos huelvanos. Un progenitor torero, empresario de peso, hermanos de luces…entrenamiento y compromisos serios a corta edad forjaron el poderío técnico de Luis Miguel. El jardín de los Bienvenida en la madrileña calle General Mola fue una “cátedra” taurina. Todo está relacionado con el aprendizaje formativo, la amistad y la familia con el oficio práctico.

A todo lo anterior hay que añadir más o menos inteligencia, ambición, valor, facultades, inspiración, personalidad, suerte, coincidencias…¡Y mil cosas más! Pero en cualquier caso: Habilidad y oficio manejando capote, muleta, espada, cruceta…Que no se sienta peso alguno u objeto extraño en las manos. Como el pelotari de pala al que no le pesa la “herramienta” aunque sea la “corta”, que es un madero de un kilo, o la más liviana que anda por lo 600 gramos. Cualquiera que, por primera vez, coge un capote de lidia o una muleta lo primero que expresa es: “No creía que pesaba tanto”. Pues al torero, desde ya, no debe pesarle nada. Recuerdo que en los veranos de instrucción militar en el monte Los Castillejos…hasta dormíamos junto al mosquetón. Campo, marchas, desfiles, ensayos…era ya como un instrumento familiar que al principio pesaba. Luego nada. Tampoco era una novia como se le solía llamar ¡Menuda novia!      

Pedro Mari Azofra

PIES DE FOTO

-Cenicero 1984. Manuel Caballero, El Sevilla, Sebastián Cortés, Molareño…y niños toreros.

-Pepe Renta y un gitanito torero. Logroño años 40. “El Rondeño” y chavales de la Escuela de Alicante. Chavales franceses en La Ribera de Logroño. “Torino Chiqui” en Logroño año 1952.