Abundante personal de tropa y ausencia de toreros, criadores de bravo y empresas de alta graduación.

Mediado el mes de febrero de 2015 hubo una manifestación en Castellón, a favor de la fiesta de toros, con los carteles taurinos de su feria en la calle. Alternando la noticia, se anunciaban las renuncias de El Juli, Morante, Perera y Talavante a torear la feria de Sevilla tras meses pedaleando con informaciones de escándalo que no favorecían al toreo en momento tan delicado…ni nunca. Se barajaron culpas, motivos y causas contra lidiadores, empresarios, criadores de bravo…sin disparar a los señores feudales del S. XXI: Los maestrantes propietarios de la plaza que se llevan más del 40 % de la taquilla. Según decían. Creo que menos.

Hasta hacía un rato, los empresarios Canorea y Valencia, que como todo el toreo pagan el 21 % de IVA, estaban tan a gustito porque parece que los toreros se conformaban con poco y había para todos en la plaza que más dinero recauda llena, con la mitad de capacidad que Madrid. No hay que olvidar épocas, con Diodoro Canorea al frente de la gestión, en las que la firma Balañá y en alguna forma Chopera tuvieron que apuntalar la ruina de aquel buen hombre manchego.

Seguí la concentración levantina y leía en las pancartas: “Unión de taurinos y aficionados de Cataluña por los toros”. “Por la libertad”. “Defiende lo nuestro: Toro, cultura y tradición”. “Por la libertad de elegir”.

Había rótulos de la Federación Taurina de Cataluña, de la Unión Taurina de la Comunidad Valenciana, de la Asociación Bous al Carrer…y asistieron taurinos de Valencia, Alicante, Tarragona, Madrid, Navarra, La Rioja, Aragón y Albacete hasta sumar 10.000 que anduvieron orilla de la plaza por Avinguda Pérez Galdós, Carrer República Argentina o Mestre Barbieri, Passeig de Ribalta, Plaça d´Espany…hasta desembocar en la arena del coso taurino.

En la asonada estuvieron el empresario local Alberto Ramírez y los ganaderos Manuel Ángel Millares, Núñez, presidente de la Unión de Criadores, Antonio Bañuelos, Daniel Ramos y Victorino Martín.

Allí estaban El Soro, y su hermano el picador, Javier Vázquez, Carrión, Pinar, Ramos, Celso Ortega, Imanol Sánchez, Víctor Blázquez, Vicente Luis Murcia, Sales y los novilleros Expósito, Climent y el nativo Varea, hoy matador retirado.

Se hicieron notar los anti taurinos exigiendo la abolición de la fiesta de toros. Una estampa que suele ser como el prólogo ridículo al paseíllo que abre muchas ferias o programaciones taurinas.

No faltaron Tomás Entero, Roberto y Rubén Espinosa, Jorge Arellano, Ignacio Ríos, Santiago López, empresario, apoderado y matador, y los informadores Javier Hurtado, José Luis Benlloch, Manuel Molés y el histórico pintor Ripollés, defensor mundial de la fiesta. Se escribió sobre la mayor manifestación taurina de la historia.

Eran vísperas de la feria de Castellón en la que estaban anunciados Morante, Manzanares, Ponce, Castella, Perera, Paquirri, Talavante…Uno entiende que alguno de estos reconocidos y famosos espadas debieran haberse asomado. Son los más beneficiados en esta industria y los realmente populares: ¡Ni uno!

Tampoco asistieron los cuatro o seis empresarios punteros y mucho menos agentes oficiales, sean o no políticos, de plazas institucionales que tantos beneficios consiguen. Ni los criadores de bravo más solicitados que venden, entonces y hoy, un centenar de toros cada año en las principales ferias sin problemas de crisis.

A un paso quedaba la feria de Valencia que anunciaba a El Fandi, Padilla, El Juli, Perera, Bautista, Luque, Finito de Córdoba, Fermín Bohórquez, Andy Cartagena, las figuras citadas para Castellón y un puñado de novilleros. Recalco: ¡No asistieron los más destacados!.

El evento se nutrió de miles de ciudadanos anónimos que incrementaron el 20 % la asistencia a los festejos castellonenses y mejoraron el panorama en Valencia a pesar del clima invernizo que castigó la feria sin piedad. No se notó la presencia del ministerio de Cultura que con la Tauromaquia no cumple sus obligaciones estatales… ni por aproximación.

Al poco tiempo se programó en Albacete un congreso sobre el patrimonio cultural de la Tauromaquia y allí no faltaron ministros y alguna figura del toreo. Una conferencia, que organiza cualquier colectivo taurino modesto, y un festival benéfico que hace siete lustros se venía celebrando en la ciudad manchega, en el que no se anunció un solo torero o novillero nativo cuando en esa tierra hace décadas se viene trabajando, promocionando y obteniendo frutos con escuelas taurinas.

Se celebraron elecciones próximas a lo referido. Y otras recientes. No sigo la timba con gran interés pero en declaraciones, ofertas, promesas, farsas, dádivas y esas piruetas, tan al día en estos casos, he observado que ni una línea se ha dedicado a la fiesta de toros entre los primeros cuando las hay para todas las profesiones, gremios, edades, nacionalidades, estañadores y paragüeros de Iberia.

Es, la fiesta de toros, el segundo espectáculo sumando público, generosa aportando impuestos, utilizada a la hora de ofrecer burladeros de callejón para que presuman políticos, políticas y familiares o apegados, en señalados días de feria y estrellas, y se desarrolla, esencialmente, en inmuebles institucionales que sí han servido para dar mítines y que si es menester, como la historia reciente avala, serían puestos al servicio de la represión carcelaria y hasta del exterminio.

A estas horas, los representantes regionales y municipales están en su votado o pactado puesto. Seguirán “los toros” en aldeas, pueblos, villas y ciudades…cuando pase esta coronación, y a todos les “gustaba” el toreo. Todos tuvieron abuelo, padre, tío o vecino célebre que asistía al encierro campero y urbano con devoción, que daba de comer a los maletas o que se vestía de boda para asistir a las corridas “en fiestas” con cigarro puro en ristre y “golisa” de la coñac en las comisuras de los labios.

Reconozco la nula afición. Pero me mosquea la inconsecuencia de los que aprovechan el viaje en vez de preparar el “toro” para el lucimiento apoyando la causa y limando dificultades. Lo peor es que desde el tinglado profesional se borra la suerte de varas, medida de bravura, se supervalora el toro suave y palurdo para el toreo sin compromiso, se eliminan o relegan los modestos hierros de emoción, se regulariza la trampa, abunda el jolgorio orejil, la indultitis y el aplauso por no picar y se corean los engendros taurinos estelares sin misterio ni víspera de drama, sacrificio y entrega.

El público ocasional, feriante y farandulero, resignado, tolerante y a menos ¡Qué más quieren los varas del circuito! Casi se está suspendiendo la temporada taurina…¡Y que poco señalan la catástrofe, festera y monetaria, en las noticias generales! ¿Se le da la importancia que tiene por parte de los implicados?

Pedro Mari Azofra