Primera figura de la canción española y aficionado taurino desde niño hasta su muerte, era Pepe Blanco.

En el ambiente taurino se suele escuchar: “Soy aficionado y desde niño mi abuelo me llevaba a los toros”. “Ha sido aficionado de siempre”. Si se trata de un bípedo célebre, rico, popular, aunque esté tieso, llega lo de: “No se pierde una. Es muy taurino”. “Siempre ocupa una barrera”. “Ayudó a maletillas a salir del paso”. “Taurino de toda la vida”. Lo anterior existe pero la mayoría del pregón es falso.

El abuelo veía un par o tres al año, como mucho, y llevaba al chiquillo a ver los “charlores”  y las vaquillas porque las corridas eran caras. El deportista, cómico, político relevante o banquero si algún día están  en barrera, invitados,  salen en los medios con adjetivos superlativos y acumulación de entusiasmo y devoción incontenible ¡Primicia! ¡Van a los toros una vez al año! Y así sigue la bola.

José Blanco Ruiz “Pepe Blanco” (1911-1981) fue a los toros desde niño hasta vísperas de su muerte. Con la pelota a mano, fue su afición.

Adelanto que nací en 1943 y compartí muchos días completos, y en muchos lugares, con Pepe en su última década. Hablamos de todo porque habíamos iniciado el proyecto de editar un libro de su vida, lo cortó su muerte, que cumplí 12 años después sin un solo apoyo oficial ni privado. De lo que me alegro.

Pepe nació, siendo su madre soltera y trabajadora en una panadería, y su padre era carretero de los que trajinaban arena, cascajo y piedra del Ebro a las obras o porteaba bocoyes de vino de los pueblos a Logroño o de la estación del ferrocarril a los almacenes y bodegas  de la capital riojana.

Vivió su juventud entre carros y mulas. Luego fue chófer al servicio de varios industriales riojanos. Siempre destacó cantando en bares o tabernas y casado,  estaba fichado por rojo,  pasó los tres años de la Sublevación del 36 de chófer militar compartiendo servicios y amistad con el torero pucelano Fernando Domínguez. Con varios hijos y 31 años se presentó en el Price de Madrid y comenzó su lanzamiento. Desde 1945 hasta 1962 formó pareja con Carmen Morell, de Barcelona. En su compañía estuvieron Lola Flores, Mari Paz, Rámper, Luisa Esteso, Antoñita Moreno, Gina Baró, El Beni, Farina Antonio Molina, Porrinas, Tomás de Antequera…Y en paralelo actuaban estas compañías por España: Lola y Manolo Caracol, Valderrama, Juanita Reina, El Príncipe Gitano, que debutó con Pepe,  Marchena, Concha Piquer, Carmen Amaya, La Niña de los Peinas y Pepe Pinto, Paquita Rico, Gloria Romero, Farina, Antonio Molina, Marifé de Triana, Estrellita Castro…¡Casi nadie!

Pepe Blanco grabó 113 títulos, con Carmen Morell, 25, Carmen en solitario 83 y en la Biblioteca Nacional hay 79 de Pepe. Se editaban “cancioneros”, en “El Momento Musical”,  a 60, 75 cts., 1, 2 ptas. Y ahí están con estos títulos: “Al son de mi pasodoble”, “¡Ay, mi sombrero!”, “El Gran Reverte”, “Sombrero en mano”, “Diego Cruces” de Quintero, León y Quiroga, “Madrid tiene 6 letras” (pasodoble madrileño), “Sombrero en mano”…y remato con “Torear cantando” de Alfonso Navalón (Pueblo, 18-10-78). Bonita crónica en una dehesa salmantina.

“Cirauqui”, padre de Pepe y personaje disperso y especial, hasta 1925 acercaba a la plaza de Logroño, desde el ferrocarril, las corridas que llegaban para la feria en cambretas con ruedas y los toros estoqueados al desolladero. Era el mulillero. Allí andaba el chaval con lo que eso gusta a los niños. Luego compartieron faena con Nemesio Del Pozo y Cabrera, transportistas del gremio, hasta el año 1934 que se hace cargo Prudencio “Juramentos”, de la familia de Los Ramitos. Pepe era fijo en el patio de arrastre, para ver cerca a los toreros y no pagar entrada.

Anduvo por capeas pueblerinas de maletilla en compañía de Pedriles, El Rápido, Noaín y su cuadrilla de capas…y estuvo al frente de  la partida en festejos de chóferes o similares celebrados en Logroño. Vio de cerca a Joselito, Belmonte, El Gallo, le impactaba Sánchez Mejías…que toreó en Logroño los años 1920, 21 y 22, tres fechas cada tarde, y obtuvo un saco de orejas y rabos. Luego admiró a Lalanda, Ortega, Manolete, Camino… Intervino en 6 films alternando en algunos con toreros.

Estoqueó un novillo en un festival de artistas en Las Ventas y otro en un festejo similar en Valencia, en pro de los afectados en las riadas. En 1979 alternó toreando unas becerras con Pedrés y Pepe Tonetti, en Cenicero,  y otras dos toreó grabando “Cantares” en la finca de Vicente Lumbreras. En 1978 se turnó con Julio Robles en “El Berrocal” de Alfonso Navalón y toreando en “Rozados”, finca de Manuel San Román de Valdés, fue volteado por la segunda erala y menos mal que no pasó la cosa de golpes y magulladuras. Tenía 70 años y no era capaz de asistir a un tentadero sin dar unos muletazos. Siempre… señalando que no tenía valor.

En julio de 1931, Logroño, se anunció un festival para los obreros parados con novillos de Sesma, Casas, Rubio y Etura. Con Garrigosa, Valeri, El Rápido, Noaín, Barquerito, Pedriles…y Pepe “Marchenita”, con traje campero y gorra visera.

De famoso, en barreras de ferias, tertulias y tendidos. Fotografías con Manolete, Roberto Domínguez, Manzanares, De Paula, Enrique Vera, Manolo Martín El Villano, Gabriel de la Casa, Victorino Martín,  Robles, Ciriaco, Rubito de Viana, El Chino Torero, El Algabeño, Pedrés, El Puno, Mario Cabré, Ángel Peralta, Julio Aparicio, Parrita, Pepín Martín Vázquez, Chicuelo II. Antoñete, Aguado de Castro…

Asistía a los festejos de Las Ventas y en sus meses por la Rioja a las corridas de Vitoria, Bilbao y por supuesto Logroño. A festivales, tentaderos…Popularizó estas canciones toreras: “Capote bordao”, “La muerte de Manolete”, “¡Ay, mi sombrero!”, “Romance de sol y sombra”, “El gran Reverte”, “Al son de mi pasodoble”…

A punto de irse a América le hicieron una entrevista en “El Ruedo”: “Me hubiera gustado ser torero. Por eso cantando se me va tanto la mano. Admiré a Manolete y no he visto otro con la facilidad y sabiduría para dominar al toro como Domingo Ortega. Da sensación de que se lo va a llevar a casa. De los jóvenes, Litri y Aparicio son prodigiosos. Litri mantiene la emoción y Aparicio sabe mucho”.

“Me hubiera gustado ser torero pero tuve miedo. Entre las noches al sereno, días sin probar bocado y el riesgo que el toro supone en las capeas, elegí el taxi”. También me hubiera gustado ser figura grande de la pelota a mano. Para destacar en la vida hay que tener alguna cualidad sobresaliente. Yo la tuve en la garganta y en el buen oído”.

Pepe Blanco sí fue aficionado y no de esca`parate: “Hay que estar delante para saber lo que es ser torero. Cómo será, que pasa hambre y calamidades medio mundo y no son capaces de quedarse quietos más que cuatro. Que me lo digan a mí que me asustaba hasta toreando de salón”.

Pedro Mari Azofra.