Las tres grandes faenas de su historial fueron en Barcelona, Madrid y Valladolid.

Las cornadas más graves sucedieron en Santander, Barcelona, Madrid, Valladolid y Guadalajara.

Después de torear tres tardes en Madrid con triunfo grande, volvió otras tres fechas a Las Ventas fuera de feria.

El padre de Pepe Luis, “Vázquez chico”, toreó de novillero en Bilbao, Valdepeñas, Sevilla…en la primera década del siglo pasado y lo más destacado que le escribieron fue una colección de avisos y novillos devueltos al corral. Su abuelo materno y su padre fueron  funcionarios del matadero sevillano donde comenzó su vida laboral  Pepe Luis de administrativo. Como en los años de la guerra incivil se daban pocos festejos aumentaban las partidas de ganado bravo, o de media sangre,  en el degolladero municipal. El chaval, orientado por el abuelo esparterista, militar chusquero en la guerra de Cuba, y de algún jifero aficionado se engolosinó a trastear reses por las mangas de las instalaciones en horas de siesta y nocturnidad.

En sus inicios vio en muchas ocasiones a Juan Belmonte y Manuel Chicuelo en el campo. Confesaba que de ellos había aprendido mucho: “Todo el toreo nuestro viene de Manuel Chicuelo”. También se “apuntaba” al toreo de Antonio Bienvenida de quien decía que  admiraba “lo sencillo, natural, armónico y sin falsas posturas”.

A los que empiezan siempre recomendó El Rubio de san Bernardo  “mucho toreo de salón, mucho campo y muchas novilladas antes de saltar a matadores de toros”. Los tres primeros años de alternativa cumplió 192 contratos de corridas de toros. El buen gusto, garbo,  estética y variedad no le hubieran llevado a la cumbre sin haber añadido intuición, dominio, conocimiento y calidad.

De todo lo anterior escribieron los cronistas de la época y espolvorearon dosis de gracia, naturalidad, armonía, medida y equilibrio. Estos apartados no hay quien los desarrolle sin inteligencia y técnica que reflejaba bordando los cites y acoplándose muy bien con los toros en las distancias y colocación.

Con la espada no destacó aunque nunca le devolvieron un toro al corral. Siempre la utilizaba toreando por emplearla en el momento que pedía la muerte el toro. El remate con los aceros le privó de la espectacularidad que suponen las salidas a hombros y jamás este ídolo sevillano lo hizo por la Puerta del Príncipe de la Maestranza pero a hombros de esta plaza salió una docena de veces.

El Sócrates de san Bernardo no fue torero de pelea ni de estatismo o valor fácil de apreciar. Pero fue símbolo del arte de torear aunque no se adivinara con antelación lo que iba a suceder en sus faenas, como ocurría con otros toreros más populistas.

Los que no hemos visto a este artista en la plaza, nos consolamos con disponer de metros de grabación y multitud de fotografías. No es lo mismo que admirarlo a pie de obra pero sí hay argumentos para sacar  conclusiones. Además, profesionales serios que con este hombre compartieron cartel y aficionados y  seguidores de otros toreros de su tiempo, no dudaban en admirar al genio de quien  dijo Manolete: “Si este muñeco quisiera…nos mandaba a todos a casa”. Fue torero que mostraba lo de la difícil facilidad por el camino de la belleza.

Como anecdótico y espectacular, han quedado de su toreo el “cartucho de pescao”, que es un cite lejano con la muleta recogida en la izquierda para abrirla cuando el toro inicia la embestida, y el “quite del perdón” o de “la escoba”, para barrer a todos, que eran lances al último toro de la tarde que borraban una actuación desacertada y en ocasiones se convirtieron en el comentario de la corrida. A veces de toda una feria.

Sería una frivolidad no añadir su garboso toreo chicuelista de capa, que fue el muletero de más estricta sevillanía lo mismo al natural, en pases de pecho o con oportunos adornos y que del donaire y el salero hizo toreo clásico. Siempre apoyado en la naturalidad que él consideraba el verdadero arte.  El año 1963 toreó su último festival en Málaga, a favor de las “arriás” de Gerona, con Fernando Domínguez, Andaluz y Manolo González.

Desde 1966 traté, con más o menos frecuencia, a Pepe Luis. Seis u ocho años antes de irse para siempre, ya mostraba serio deterioro de salud a pesar de su equilibrio y control de vida. Por el 2009 le visité en su casa del barrio sevillano de Nervión…como tantas veces. Había perdido la vista, parte de la audición, un poco de memoria. Pero echamos un rato impagable sin soltarme la mano. Rodeados de recuerdos, familia, trofeos, dibujos de Martínez León, oleos de Casero, cabezas de toros disecadas, el retrato de Echevarría y otros más con sus hijos además de numerosas fotografías protagonizadas por el maestro en los ruedos. Ya no salía de casa.

Años antes, nos íbamos a la terraza de La Ponderosa, en la Gran Plaza…para hablar de todo. Pepe Luis fue muy sensible al cambio del comportamiento cívico juvenil que en los años ochenta se apreció en la calle y que tanto desentonaba con la discreción, tacto y deferencia del maestro.

Nunca olvidaré su ocurrente ironía, lo más opuesto a un “grasioso”, una cultura extensa para tratar cualquier tema político, moral, laboral o económico de actualidad, su donaire natural atrayente y no rebuscado, seriedad en el trato “civil”, opiniones juiciosas y medidas en sus acotaciones taurinas y campechanía formal.

Siempre vivió feliz, acoplado con su esposa Mercedes y pendiente de sus hijos: José Luis, Ignacio, Rafael, Álvaro, Juan, Manuel y Merceditas. También los Vázquez Garcés fueron siete hermanos.

Desde que destacó como torero llevó la casa de los padres “palante”. Sus hermanos Manolo y Antonio fueron matadores de toros y Rafael y Juan novilleros y banderilleros. Todos disfrutaron de la referencia “hermano de Pepe Luis”, la denominación de origen. Tuvieron dos hermanas, Consuelo y Carmen, y ahora disfruta con nietos para completar varias cuadrillas.

En el año 51 toreó 30 corridas y una por temporada los años 52 y 53. El año 59, su despedida, cumplió 19 contratos. Y se fue para siempre del toreo profesional.

Las 4 cogidas graves de su vida profesional fueron en Santander, Madrid, Barcelona y Valladolid. Otros añaden Guadalajara. Suelen referir, biógrafos, historiadores e informadores que hubo tres faenas destacadas en su historial: En Barcelona a “Jurdano”, de José Escobar, en Madrid a “Gazpacho” de Castillo de Higares, la cabeza se conserva en el salón de su casa de calle Beatriz de Suabia, y en Valladolid a “Medianoche” de Villagodio al que cortó las orejas y el rabo. A los otros referidos les cortó una oreja. No hay que olvidar una gran tarde en Aranjuez.

Por ahí he leído o escuchado que alguna de sus tardes claves fue en Aranjuez con un toro de Castillo de Higares. En esta plaza toreó entre el 43 y 49 media docena de tardes alternando con Domingo Ortega, Luis Miguel, Antonio Bienvenida, Pepín Martín Vázquez… pero los toros fueron de Atanasio, Samuel, Núñez…

Lo de Madrid se lo escuché en varias reuniones y ese año 51, que reaparecía después de haber toreado ocho o diez corridas la temporada anterior, toreó en Madrid tres tardes por san Isidro y otras tres el resto de la temporada.

El martes, 15 de mayo, no estuvo acertado y confirmó la alternativa a Pablo Lalanda. Al día siguiente, sustituyendo a Manolo Dos Santos, hubo toros de tres hierros y Pepe Luis confirmó la alternativa al mejicano Rafael Rodríguez. Desde el tendido le gritaron al sevillano: “¡Pepe Luis, qué disgustados nos tienes!”. En su segundo toro, de Felipe Bartolomé, estuvo de lujo y fue premiado con dos orejas.

Al día siguiente se anunciaban toros de Bohórquez y el cuarto fue devuelto. El sustituto, que saltó al callejón y era de Castillo de Higares, fue el de la faena histórica. El toreo de la difícil facilidad, la belleza como si no hubiera esfuerzo, los cites de frente, naturales largos y lentos, bellos adornos, remates…y todo con un prólogo de quites…de El Genio en Llamas, como a veces lo motejó K-Hito, o el Dios Rubio de san Bernardo como también algunos le llamaban.  A la vez, subrayaba El Rubio, notaba paralelos el regusto de la belleza y la emoción. El toro era fuerte y acometía con importancia. Pepe Luis solía describir así la emoción: “La gente  tiene que pensar que el toro te puede cornear  porque estás colocado en el lugar donde se ve peligro y tú no le das importancia porque te entregas con naturalidad y buscando arte al muleteo. Ahí llega la emoción”.

Analizando un poco la fiesta de entonces se observa que después de triunfos sonados  en la feria isidril de mayo volvió a Las Ventas en junio, julio y octubre cuando suele suceder en “el toreo” que tras un triunfo en Madrid procuran las figuras no repetir para no devolver el éxito. Y también me llama la atención que en Madrid, dos de las tardes de Pepe Luis saltaron al ruedo tres divisas y en otra nada menos que cuatro. Es por aquello de “en tiempos pasados…”. Fueron pasados. Nada más.

Pedro Mari Azofra 

PIES DE FOTO

-Pepe Luis repite escena en La Maestranza.

-Córdoba: Juanito Belmonte, Manolete y Pepe Luis.

-Sevilla: Cite con el “cartucho de pescao”.

– “La Ponderosa”. Sevilla. Vuelta del campo.

-Sevilla. Remate de una verónica.