Se aficionó al toreo desde niño y “Retana”, su padre, fue creador de la cuadrilla “Los Cojos Toreros” y buen aficionado.
“Toreó” varios festivales con aficionados en “La Manzanera” y asistió a capeas en Logroño, Cenicero, Viana y Mandavia.
Además de sus aficiones juveniles de lector, escritor y poeta, dedicó poemas a Manolete, Litri, Aparicio….letras de pasodobles y sus amigos paisanos fueron novilleros, maletillas, banderilleros y aficionados de los “cuarenta”
Los bares logroñeses que frecuentaban fueron: “El Gurugú”, “Somera”, “Royalti”, “La Esquina”, “El Tercio”, “Los Navarros”, “Los Leones”, “Carabanchel, “ El Tívoli”, “El Taza”, “El Moderno”….y a veces “La Granja”.
Por el año 1954 escribió, totalmente taurinas, las novelas “El Toro se llama Felipe” y “Amor, Sangre y Dólares” Otras narraciones y varias películas, especialmente “La Vaquilla” y “Pasodoble”, están cuajadas de pasajes taurinos.
Tuve la suerte de conocer personalmente a Rafael Azcona el 1993. En el primer encuentro me obsequió con el casete “Pasodoble”, de Bernaola, y el libro “Atrapados por la vida” de Frugone. Le habían enviado “Hª Taurina de La Rioja” y me telefoneó para que anotara alguna ausencia, si se publicaba una segunda edición, cosa que sucedió y prologó Rafael. Quedamos en Madrid para vernos personalmente.
En 1997, Luis Alberto Cabezón editó lo que entiendo fue el lanzamiento popular literario sobre Azcona: “Rafael Azcona, con perdón”. Ahí me hice una idea de lo que fue el escritor riojano. Filmografía, Bibliografía (obra literaria), índice onomástico, portada del gran Mingote… en un libro, tamaño folio, de casi 600 páginas. Luego ha escrito muchas más cosas Luis Alberto, de todo tipo y formato, en torno a Rafael…y ahí sigue como un obseso, devoto…¡Entregado! Y enseñándonos.
Hace un rato me pidió una relación de lugares que Rafael frecuentaba con sus amigos toreros y taurinos “logroñeses” y me ha salido una medio redacción que aprovecho para publicar. En Logroño hubo tiempos- años 50, 60…- con una docena de banderilleros, media de mozos de espadas…hoy no queda ambiente ni tertulia taurina alguna.
Rafael Azcona Fernández nació y se crió en la calle Pi y Margall, hoy Avda. de Navarra, de Logroño, en 1926. En 1951 se fue a Madrid ya que en su “pueblo” escribía de todo, “hasta de toros, y no encontraba forma de ganar un duro escribiendo”. De niño asistió a la Escuela Pública de la Normal de Magisterio que estaba en la parte del Instituto Sagasta que da a la calle Duquesa de la Victoria. Fue alumno especial para el maestro Gregorio Aragón, autor de cartillas para la lectura y escritura, al que acompañaba a su casa, con huerta, de la zona logroñesa de Cascajos y a quien recordó siempre con mucho cariño.
El mismo don Gregorio, chiquito de estatura y de alta humanidad, fue el primer maestro de Manuel Sáinz Ochoa que fuera Alcalde de Logroño 12 años. Por la zona de “Casas Baratas”, el Seminario…hubo un colegio infantil y parvulario con el nombre de Gregorio Aragón, admirable ciudadano, que vivía por los años sesenta, ya jubilado, en el inicio de la logroñesa calle Calvo Sotelo, acera del histórico cine Rialto que hoy es la “Filmoteca Rafael Azcona”.
Completó Rafael su formación primaria con la lectura en la biblioteca del citado liceo y en el Ateneo antes de ser expurgado. Todo en su barrio. No cursó otros estudios.
Su padre, Dionisio Azcona “Retana”, sastre y cojo con mucha gracia y recursos, creó en el primer tercio del S.XX una cuadrilla de “Cojos toreros” que actuaron en la plaza de Logroño, en otras de la provincia y en modestos cosos de Navarra, Álava y Burgos. Un número muy aplaudido era el de la pata de palo de alguno de los protagonistas que se hundía en zonas “humedecidas” y la vaquilla ponía en apuros al “torero” que trataba de huir.
Fue gran aficionado Dionisio Azcona y el apodo se lo pusieron por el famoso Retana, cojo y sastre, muy popular e influyente por su alto cargo en la empresa taurina de Madrid y sus gestiones taurinas a nivel nacional.
Dionisio fue cliente del bar “Gurugú”, esquina de Avda. Navarra con calle Los Yerros. Bar popular y con solera que concentraba a taurinos, tratantes y militares. A dos pasos estaba el Cuartel de Artillería, cuyo solar ocupa hoy el Ayuntamiento. Manolo, masajista histórico del Club Deportivo Logroñés y vecino del barrio, contaba cómo Retana con un silbido especial avisaba a Rafael de que estaba en el Gurugú para que se acercara el chaval a tomar un mosto. El mismo Retana mandaba al chaval a refrescar el vino a una fuente que había en el ferial, cercano a su casa, a dos pasos del cuartel de la Policía Armada.
Era el Gurugú la parada y referencia de los autobuses de Viana, Estella, Los Arcos, Pamplona…Está escrito que los toreros recorrían a pie el trayecto del Gran Hotel, Espolón, a La Manzanera y siempre paraban a tomar algo en el bar. Fue popular en Logroño: “Del Gurugú a los toros y de los toros al Gurugú”, hoy el bar más antiguo de La Rioja.
Dionisio Azcona fue muy aficionado y asistía a todos los festejos que se daban en Logroño. Como “torero” gozaba de amistad con el personal de plaza. Asistía al “apartado” del mediodía acompañado de su hijo Rafael, con bocadillo, al que el encargado del ambigú, amigo de “Retana”, escondía hasta la hora de la corrida, que solía ser temprana, en los cuartos bajo tendido donde se guardaban las gaseosas y otras bebidas. Al abrirse la plaza para el festejo el padre lo sacaba del escondite y se iban al tendido.
Pedro Mari Azofra