Tuvo unos principios triunfales y se autodifuminó por desviar las exigencias de mantenimiento a una vida voluptuosa que lidió con ingenio, humor y recursos.

Logroño hoy anda por los 160.000 habitantes. Si los cuenta Trump puede variar. Con la llamada área metropolitana, súper comunicada, pueden ser 200.000. Hace seis décadas no alcanzaba  los 60.000 su censo. Ese año de 1960 se dieron en la ciudad 8 novilladas sin picadores, que entonces se llamaban “económicas”, 2 con caballos,  1 festival de categoría, 4 corridas de toros, 2 “carruseles”, con “charlores” y esas cosas, una becerrada y varias capeas. Más de 20 festejos.

En la actualidad, sin tener en cuenta este año por la COVID, suele haber 5 corridas de toros en la feria de septiembre y la plaza no se llena ni con Diego Urdiales, en momento excelente y alternando con los de “arriba”. El resto del año no se utilizan los chiqueros. Datos  concluyentes del momento actual del toreo que es negocio en el que se oferta un espectáculo que el público mantiene comprándolo en taquilla. Con frivolidad, llamemos un negocio comercial.

Aquel 1960 toreó en La Manzanera de Logroño tres tardes abrileñas Faustino Inchausti “Tinín”, con  15 años, y causó sensación. Cortó orejas y rabo en la presentación y otras dos orejas en su repetición. Se le dedicó una peña juvenil en el domicilio de la O.J.E. que duró un tiempo después de su retirada. Volvió a Logroño alternando con Andrés Vázquez, que podía ser su padre, y Curro Ortuño. Ese día no hubo suerte. El zamorano obtuvo 3 orejas y el alicantino 2 y rabo.

Fue el año que “resucitó” Andrés, con 28 años, después de andanzas y años sin destacar. Esa temporada arrancó ya con picadores, en Guijuelo, hasta la alternativa. Años que el señor Primi Lafuente, maño de Salamanca, se lo “centró” al abogado Santos Roda, de la calle Prior, tras haberlo tenido en “recuperación” un par de veranos por los pueblos de Zamora y Salamanca.

Una anécdota. Los novilleros se hospedaban en La Numantina, frente al histórico y taurino café La Granja de la logroñesa calle Sagasta. En la fonda, con teléfono comunitario en recepción, el padre de Tinín daba  el parte: “El niño ha estado muy bien. Sin suerte a espadas. Ha salido a hombros un tal Vázquez  muy viejo, que no dice nada…”. Andrés salió de la habitación  como un rayo y se enzarzó con el  señor Inchausti   teniendo que mediar el posadero y las cuadrillas.

Toreando Tinín en Burgos, al mes siguiente, le saltó la espada al matar y se le clavó en una pierna que luego tuvieron que cortar.  Su hermano José Manuel, Tinín II, dos años menor que Faustino, recogió el testigo. Estuvo muy unido a Logroño ya que lo apoderó unos años Ricardo Marín, riojano, tutelado por el banderillero Pepe Rioja, y patrocinado en plan familiar por el industrial Domingo Santolaya, concesionario de Renault en La Rioja.

En marzo del 63 debutó de luces en Logroño con Paco Pallarés, entonces Paquito Fuentes, y Fernandete. Ese año toreó un par de tardes más en la capital riojana gustando a la afición aunque no abundaron los trofeos. En el 64 y 65 sumó en el coso logroñés cinco con caballos alternando con El Satélite, El Bala, Pallarés, José Fuentes, El Monaguillo, Ceballos, El Macareno, El Inclusero…cortando alguna tarde dos orejas, sin derrochar triunfos y manteniendo buen cartel.

En 1966 toreó un puñado de novilladas antes de la alternativa, en Madrid por san Isidro, con Camino y El Viti en el cartel, y ya fue su apoderado don Pablo Chopera. Uno de los grandes empresarios de la época. Ese año debutó en Sevilla, por mayo, y cortó tres orejas en cartel con Paquirri y Riverita. La presidencia, maestrantes…le negaron la Puerta del Príncipe. Se bajó de los que lo paseaban a hombros por el ruedo, saltó la barrera y a los maestrantes, salió por la Puerta del Príncipe y lo cogieron en volandas hasta el hotel. Se comentaba en Sevilla que fue una cacicada de don José Camará para que no se difuminara el éxito de Paquirri que el domingo anterior abrió “la puerta”. No volvió más a la Maestranza. Por cierto. Ese año se dieron en Sevilla 18 corridas de toros y 13 novilladas con Astola, Roca, Capillé, Ceballos, Susoni, El Almendro, Barea…

Toreó ese año 60 corridas de toros y 50 al año siguiente. En Logroño, esas temporadas alternó con Camino, El Cordobés, Ordóñez, Aparicio, Antoñete…en 4 tardes en las que obtuvo un par de orejas y algunos pitos. De ahí en adelante disminuyen los contratos, se retira en el 71 y ejerce de manager de Serrat, vuelve en el 74 y se retira en el 77. Torea y organiza festejos por México y en el 85, por una influencia en la empresa, asume el disparate de anunciarse  dos tardes en Las Ventas, por abril y julio, con resultados sin relieve.

En su historial, 81 novilladas con picadores y 241 corridas de toros. En Madrid cortó 17 orejas y salió a hombros de novillero una tarde, en el 65, y de matador en  el 68, 69 y 70. En sus buenos años los honorarios en Madrid eran de 300.000 pesetas y 175.000 en otras plazas. Juntó unos 10 millones que entregó al padre y al  echar cuentas no quedaba un duro. La última vez que lo vi torear fue en Estella. Mientras “estuvo” lució buena traza torera vertical, ligaba fácil y con poder los pases y lució empaque.

Murió el pasado 1 de noviembre, a los 74 años, en Chirivella, Valencia, donde vive uno de sus hijos. Un cáncer de hígado acabó con un personaje singular y sincero. El taurino más claro y atrevido que he conocido hablando. En los últimos años residía en Salamanca como veedor de toros para Toño Matilla. En la Ciudad del Tormes mantenía frecuente relación con Manolo Martín y hace unas ferias compartimos aperitivos y excelente menú en el restaurante salmantino Casa Paca, tras unos vinos en el Plus. Fue una jornada para grabar. Al principio de la COVID nos “lamentamos” por teléfono un par de veces…y por la familia Martín-Cobaleda supe pronto que había empeorado “de lo suyo”.

José Manuel tuvo cuatro hijos con tres mujeres distintas sin casarse. Y solía contar que estando en lo alto no tuvo  cojones para quitarse de la bebida y las mujeres y seguir adelante. Viajero, vividor, ocurrente, mujeriego, reidor, sincero, inteligente, imitador…aprendió a digerir los contratiempos, los años de tiesura, apuros y otras cornadas de la vida.

Exaltaba y admiraba a los toreros importantes de su tiempo recalcando a Miguelín al que no acabó de apreciar como merecía la afición. Ordóñez, Camino, El Cordobés, Aparicio, Paquirri, César Girón, Puerta, El Viti, Andrés Vázquez…Maldecía que el Gobierno no apoyara la Fiesta, defendía los festejos de pueblo y las escuelas taurinas, base del toreo, era partidario de reducir gastos en cuadrillas, se chungueaba de los besos y las palmadas en el culo de los toreros en los patios de cuadrillas, requebraba con gracejo y respeto al servicio femenino restaurantero…Echar un rato con José Manuel era una bendición de Tauro cuando en ocasiones no queda otro remedio que aguantar a desaboridos y desaficionados planos que debieron haber nacido mudos antes de tontificarse vivos.

Pedro Mari Azofra

PIES DE FOTOS:

-José Manuel Inchausti “Tinín II” en Logroño (1963).

-Tinín II en Las Ventas. Con dos trofeos y a hombros.

-Tinín II, Cari Cobaleda y Manolo Martín en “Casa Paca” (Salamanca 2018).