Madagascar les recuerda a unos cuantos la película de los dibujos animados y a otros les suena por su naturaleza, fauna y flora extraordinaria. Hoy en día a Madagascar le llaman el octavo continente por su singular biodiversidad.

Lo que hoy en día se conoce como la isla de Madagascar, estaba adherida al continente africano y al subcontinente de la India y empezaba a separarse hace 88 millones de años por movimientos tectónicos.

De superficie Madagascar es un poco más grande que España. Es la cuarta isla más grande del mundo después de Groenlandia, Nueva Guinea y Borneo. El nombre de la isla se debe a Marco Polo, quién en su libro hablaba de una isla imaginaria Madeigascar o Madagosho. Se piensa que él se había confundido con Mogadishu, capital de Somalia. La capital de Madagascar es Antananarivo y significa «La ciudad de los 1.000» por la guarnición compuesto de 1.000 soldados que la defendía.

El gentilicio es malgache, igual que idioma. Es un idioma de malayo polinesio, un dato sorprendente teniendo en cuenta la distancia geográfica. El francés es el otro idioma oficial, aunque de peso reducido. Los naturales de la isla no se llaman madagascareños, sino malgache. ¿Cómo recordar ese nombre? Modificando ligeramente la frase archiconocida: «No hay malgache que bien no venga.»

Genéticamente, los malgache, son una mezcla entre gente procedente del sudeste de Asia: Indonesia, Malasia y africanos y árabes. En efecto, los primeros colonizadores venían en el siglo V de Borneo, Indonesia, Malasia y Polinesia y no desde África continental. Los sigiuentes siglos la población se separó en dos grupos: la simba en el interior y los beso – sí, han leído bien, los beso – en la costa. El portugués Diago Días fue el primer europeo en llegar a la isla en 1500. Los británicos y franceses intentaron crear colonias allí pero con escaso éxito. A finales del siglo XVII y principios del siglo XIII era un bastión y refugio de los piratas. A finales del siglo XVIII el rey Andrianapoinimerina consiguió en una guerra civil unificar los pueblos y sus sucesores completaron su objetivo de unificar toda la isla. Madagascar logró la independencia cuando fue reconocido oficialmente en 1960.

Madagascar vive de agricultura y pesca, café, azúcar y vainilla. En caso de vainilla solo Indonesia produce más está deliciosa planta. Los principales compañeros de comercio son Francia, China, EEUU, la India y Alemania.

País en sí es muy pobre. Su desarrollo humano es bajo, independientemente de la riqueza de su naturaleza. Muchas poblaciones carecen de electricidad, agua corriente o carreteras en condiciones. El país está caracterizado por su homogeneidad étnica y por su relativa tranquilidad. Aun así, de vez en cuando hay tensiones étnicas entre las poblaciones interiores y costeras, como ha habido siempre.

Madagascar es un país mayoritariamente cristiano, principalmente protestante y secundariamente católico. También siguen fuertes las creencias indígenas animistas.

La alimentación está basada, absolutamente, en arroz, procedente originariamente de Asia. Como arroz es un alimento tan esencial, cualquier variación de precio puede causar tremendas manifestaciones y jaleo. Ténganse en cuenta, el sueldo medio muchas veces no excede de los 50 euros mensuales.

La costumbre de dar la mano es por los franceses. Me hace gracia gente dando la mano como en los países nórdicos. Me parece que no encaja, está como fuera de contexto. La costumbre del uso de piedra y cemento como elementos para construir casas es relativamente reciente. En algunas localidades, las casas pueden estar construidas totalmente de madera de pino y eucalipto, y los tejados hechos de caña, bambú y paja. En muchos casos no usan clavos ni tornillos sino tacos de madera.

Lémur es un animal muy típico en Madagascar. De etimología, como siempre, tenemos que acudir a los romanos. Según la mitología romana lémures eran espíritus de la muerte, debido a las espantosas voces que emiten, por sus ojos brillantes y su nocturnidad. Se decía que vagaban por la noche y que atormentaban y asustaban a los vivos.

Por último, ponemos ejemplo de la mentalidad de Mora Mora, que significa «despacio». Esa actitud le podría sacar de quicio a cualquier europeo, pero, la gente local ni se inmuta.

Como dicho, en Madagascar no hay mucha riqueza, no hay mucho dinero. Sin embargo, hay mucha naturaleza, alegría y tranquilidad, que en estos tiempos no es poca cosa.

Quiromasajista Juha Karlsson

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