Por Juanje Herrero
“Si lograste engañar a una persona, no quiere decir que sea tonta, quiere decir que confiaba en ti más de lo que te merecías” esta frase del escritor alemán Charles Bukowski es la definición perfecta ante un engaño, además de una traición. Algo que le ha ocurrido a Inma Vilchez en sus comienzos de su carrera, y que la ha tenido varios años fuera de las plataformas de música como Spotify, Itunes, Deezer, Amazon music y demás. Al final, el engaño y la mentira tienen fecha de caducidad, todo se descubre como ha sucedido con la empresa AutoEditados e Inma Vilchez.
La cantante jienense ha tenido una meteórica carrera como artista, de empezar de cero, por afición y pasión, a convertirse en un icono de la tauromaquia, la caza, el caballo y el mundo rural. Sus canciones pronto calaron en el alma por su contenido, y muy rápido se convirtieron en virales, algo que el dueño de la empresa Autoeditados no había previsto.
La cuestión es la siguiente, muchos artistas noveles, jóvenes, nuevos y con ilusión depende de estos tipos de empresas para darse conocer, y ellos les colocan en las principales plataformas musicales. Esta empresa fue la que llevo el primer disco de Inma Vilchez -De Taurinas Maneras- a las mencionadas plataformas para darle visibilidad a cambio de un porcentaje, pero siempre la cantante manteniendo los derechos de autor “Ellos se encargaban de distribuir las canciones en las plataformas, y en teoría tendrían que haberme pagado trimestralmente, solamente recibí un pago, por cierto aunque la factura estaba en euros, luego ellos te pagaban en dólares con el consecuente desfase de dinero”.
Hemos averiguado que este tipo de compañías ganan dinero gracias a las pocas reproducciones que tienen de muchos artistas. De esta forma, el artista nunca pide el dinero porque le sale más caro -el collar que el perro-, al tener que ser persona física o empresa para recibir el susodicho importe. Un ejemplo, tú generas un beneficio de 200 euros mensual, pero ser autónomo te cuesta 360 euros mensuales, ese dinero queda muerto y es lo que aprovecha este tipo de “listillos” para ganar el dinero. Malas artes, de personas que se dedican a vivir del talento de los demás. Es decir, se aprovechan de la ilusión de muchos, para ganar ellos el porcentaje de las reproducciones y derechos de autor. Una práctica que no es desconocida para varios artistas, y abogados especializados en derechos de autor.
Tras ese primer trimestre, Inma Vilchez empezó hacerse un hueco, a sonar más y ponerse de moda, lo que genero más beneficios, algo que la artista andaluza nunca ha podido llegar a ver, ya que esta empresa le quito el acceso a su página de reproducciones y bonificaciones. Alegando que había un problema. Ni por las buenas, ni por las malas, el dueño de la empresa encargada de proteger y salvaguardar los derechos de la artista quiso dar señales de vida, nada más se pronunciaba para burlarse, jactarse y decir… “Ahora a ver si me encuentras”. La empresa se puso en concurso de acreedores depurando de esta forma responsabilidades por impagos. Aparte del daño –moral y económico- que pueda causar este tipo de personas a una joven cantante con ilusión y proyección, es la impotencia de no poder hacer nada.
Algo más de dos años apartada forzosamente de las principales plataformas musicales, un daño irreparable de un individuo impresentable que todavía no ha osado en dar la cara, ni una explicación. Un disco nuevo que no ha podido conocer los que es sonar en nuestros reproductores de música.
Pero al final todo llega, e Inma ha vuelto a las plataformas de reproducción para el deleite de todos sus seguidores. Ahora la vida tendrá que poner a cada uno en su lugar que le corresponde, y esperemos que esta vez el peso de la justicia caiga sobre este personaje.