Si usted tiene un hijo cortito, sin preparación, con entendederas justas para pasar el día, que para firmar le cueste hasta lo de la equis, no se preocupe, lo hacemos atoreador, o torero, en lenguaje culto y pulido. Y que nadie piense que esto es la generalización de una mente que transita por el mundo con anteojeras, ni mucho menos. Esto es fruto de la reflexión de una señora que sale por la tele en períodos de máxima audiencia, por la mañana, en un programa cultural, de pensamiento de filosofía y que invita a la reflexión sobre nuestra existencia, “Espejo Público”. Una señora periodista afirmó, seguro que tras un profundo conocimiento de los integrantes no solo del actual escalafón taurino, sino de los pretéritos, que los toreros no tienen preparación ninguna. Que no es lo mismo que saber si estos que ahora se meten en política están preparados para los que se les puede venir encima, que igual lo de las mafias taurinas les empieza hasta a parecer un juego de críos.

 

Que esto es como afirmar que todos los periodistas son unos aprovechados, vividores y que habiendo sacado su carrera y todo, tampoco es que sean un dechado de conocimientos, aunque las cuatro cosas que han aprendido les rentan una barbaridad. Que si a todos los pasamos por el cedazo del tal Jorge Javier o de esta misma señora, pues es normal que el resto del gremio se cabree, y con razón. Y eso sin hablar de las Belenes, Kilos, Pacespadillas, Bertines y demás… caritas populares de la tele tonta. Porque sean de las tendencias que sean, nada tienen que ver aquellos ejemplares con Gabilondo, Herrera, del Olmo o Francino. Vamos, que es como si a todos los toreros los metemos en el grupo de los que lo de hablar se les hace un mundo y que si les sacas de lo del toro es un toro, me he podido expresar y me he sentido a gusto, lo siguiente es echarse a llorar. Que si hablamos de preparación, no creo yo que un tal Esplá o los Rivera Ordóñez, sean unos marmolillos mudos. ¿Qué los hay escuetos y sin ideas? Por supuesto. Díganme un gremio en el que todos sean listos y brillantes, pero tampoco todos son el paradigma del individuo inepto, ignorante y sin preparación.

 

Que seguro que la señora en cuestión ha escudriñado en la historia del toreo y se habrá encontrado a verdaderos leños vestidos de luces, incapaces de hacer concordar el sujeto y el verbo como Ignacio Sánchez Mejías, impulsor de la Generación del 27, que igual a la señora periodista no le suena, pero eran unos señores que escribían y que hasta algunos se declararon fervientes amantes de los toros. Un señor que escribió y estrenó teatro, que se atrevió a escribir crónica taurina y un sinfín de actividades de lo más dispares. Domingo Ortega, que de cuidar vacas llegó a conferenciante en el Ateneo de Madrid y hasta a representar el Tenorio. Mario Cabré, poeta, presentador de televisión, actor. Sin necesidad de entrar a enumerar a todos aquellos con título universitario, los que desarrollaron una posterior actividad empresarial, artística, profesional, apartados de los ruedos. Y si ya echamos mano de los sabios sin titulación, quizá necesitaríamos pedir más papel, sentarnos con calma y disponernos a confeccionar una lista que quizá encabezaríamos con Joselito y Belmonte, siguiendo por el Viti, Camino, Bienvenida, Romero y tantos otros. Que hasta puede ser que ninguno de estos estuvieran preparados para aguantar lo que es el actual mundo de la política, porque díganme ustedes, ¿están preparados la mayoría de los actuales políticos para ser políticos, escuchando las barbaridades que se les escuchan y los puntapiés que dan a los libros de historia? ¿Y le vamos a negar a los toreros que ejerzan su derecho como ciudadano a meterse en la política? Eso sí, que tampoco nos vengan después al resto de la ciudadanía con el baja tú, porque alguien les censure por tal o cuál manifestación, por tal o cuál medida o por afiliarse o arrimarse a tal o cual partido, porque en esto no hay juanpedros, ni borregos, ni medios toros preparaditos para el lucimiento, ni se pueden elegir compañeros de cartel. Y esperemos que los que han dado el paso a la política estén a la altura, que la oratoria les alumbre y que nadie nos pueda salir con que los tuercebotas ijjjjnorantes se hicieron atoreadores

 

Enrique Martín

Toros Grada Seis