Cutervo, Cajamarca (Perú), jueves 28 de junio del 2018. Bajo sol radiante y con tres cuartos de aforo en laMonumental Jorge Piedra Lozada, se dio inicio a la quinta fecha del serial de la Feria de San Juan Bautista de Cutervo, con la primera corrida completa de seis toros anovillados, que fueron de Parra (1°, 2° y 3°) y de Santa Rosa (4°, 5° y 6°); sobresalieron 2°, 4° y 5°; para la terna conformada por los diestros David Fandila El Fandi, David Mora y Román Collado.

El Fandi, silencio y dos orejas y rabo simbólicos.

David Mora, dos orejas y oreja.

Román Collado, palmas y silencio.

Detalles:

Desmonterados al hacer el paseíllo los diestros El Fandi y Román por ser inéditos en esta plaza.

Se premió al matador El Fandi por parte de la Peña El Albazo que celebraba 35 años.

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Si el año pasado el ensueño quedó en mera ilusión, hoy se hizo realidad tangible impregnada en la retina de todos los que asistimos al coso cutervino. De antes, se anunció un expectante cartel y ante el comprensible escepticismo de algunos, la terna estuvo presente y derrochó entrega protagonizando una memorable jornada que hizo soñar el toreo en los naturales de David Mora, en los inspirados e interminables circulares rodillas en tierra del Fandi, y a su modo, también en los recursos y conexión instantánea de Román. Entonces la ensoñación y el disfrute no se revistieron de quimera sino que brotaron con exultante emoción.

Partieron plaza, el granadino David Fandila El Fandi, de blanco y plata; David Mora, de precioso fucsia y oro, y Román Collado, de grana y oro con bordado de corazones belmontinos.

Que corrida joven, sí. Que si anovillados, sí. Que alguno con poca cara, también. Pero, qué duda cabe que fueron buenos cinco. Muy buenos el segundo y quinto. Con clase, transmisión, encastaditos, con ese toque de bravura que les dio acometividad, sobresalieron y permitieron el lucimiento de la terna que se entregó a ellos dando espectáculo.

El Fandi, sobrado de facultades, encandiló en banderillas como le es habitual, pero también regaló una serie de circulares rodillas a tierra, interminables, templadísimos acompasados, deteniendo los relojes al ralentizar, desde el tercer muletazo, la noble embestida de un enclasado astado de Parra que salió cuarto. Contamos, no sé, cinco, seis, derechazos genuflexo del granadino sin solución de continuidad. A dicha sublime inspiración y espontaneidad, se unió la capacidad y bagaje del diestro para entender a quien tenía enfrente. Surge, entonces esa sinergia entre torero y toro que lo consolida todo. Luego, el morito que tuvo clase, transmisión y raza, se supo agradecido al tener reposo y tiempo por parte de su matador entregándose por completo. Concedido el perdón para la res y los máximos trofeos simbólicos para granadino.

En su primero, con el que abrió plaza, fue tocándole las teclas como se dice, ante las complicaciones que mostraba. Haciendo las cosas a media altura para concluir despachándolo con la cruceta, todo queda ahí.

David Mora, volvió a la tierra del Ilucán tras varios años, desde el 2011. Debutó aquí dos años antes, el 2009. Encontró intacto el calor de esta afición maravillosa que lo recordaba y estuvo con él.

Al segundo que fue de Parra y que tuvo cuota de calidad y nobleza sin llegar a transmitir del todo, le extrajo lo mejor que tenía y que fue por el pitón izquierdo. Lado en el que llevaba calidad y mejor desplazamiento.

Precisamente, bordó el toreo en esa lograda serie de naturales interminables, con empaque y gustándose mucho. Uno de los momentos más altos de la tarde. Se ha despachado a su gusto con el de Parra, con series por ambos pitones. Tenía ante sí una vaca de tienta, como se dice sin atisbo peyorativo pues el torito fue muy noble con clase al que mata de espadazo fulminante. Corta dos orejas y la vuelta al ruedo es entre clamores.

En el quinto, tuvo ante sí a un muy buen pupilo de Santa Rosa, pues tuvo clase, calidad, fue encastado y con ese toque de bravura que le permitió meter la cara humillando y fijo. Hasta diríamos incluso que fue mejor que el indultado cuarto si acaso le faltó trasmitir algo más como aquél. Al final, una oreja que bien pudieron ser dos si la ubicación de la espada haya ponderado la decisión del usía.

Román Collado, tiene esa cualidad innata de conectar rápidamente con el público merced al carisma y simpatía que en él brotan espontáneos. Torero bullidor pero que sabe torear y lo hace muy bien. Ha tenido una buena participación en San Isidro tras el percance en Valencia. Lleva consigo esa seguridad del valor apocado que emociona pero también su toreo tiene la impronta del encaje y las buenas formas. La gente estuvo con el diestro que acompañó su labor a los acordes de la melodía local “Siempre frejolito”. Se fue de vacío al no estar acertado con la espada en su primero como en el que cerraba tarde cuando ya la penumbra era marcadamente ostensible lo que condicionó el juego del sexto que mansurreaba y despertaba por ratos como cuando se arrancó al caballo del debutante Frank Díaz que aplicó un gran puyazo, otro punto alto de la tarde, al de Santa Rosa que recargó y romaneó en su cabalgadura.

Por Martín Campos

Fotos William Canales
Wilder Delgado