Algún día, cuando la hecatombe sea total en el mundo de los toros, seguro que tomaremos decisiones acertadas que nos puedan sacar del pozo en que hemos caído sumidos. Es difícil el reto, que nadie piense lo contrario porque la situación se ha tornado macabra en todos los sentidos, aunque los triunfalistas pagados y llenos de intereses se encarguen de decirnos lo contrario a la realidad que nos aplasta.
Los vientos que corren son macabros, no sé si serán alisios o vendavales, ciclones, huracanes, pero que tienen una corriente devastadora, es una realidad que aplasta. Claro que, lo peor no son los estragos que dichos vientos producen, lo lamentable del caso es que todavía y pese a todo, el triunfalismo sigue reinando dentro de la cúpula taurina, todo un dislate al más alto nivel.

Ocurre como en política que, no funciona nada, pero todos sostienen lo contrario. Por cierto, ahora que digo política se me remueven las tripas al comprobar cómo un gobierno socialista, -tenía que ser como siempre la maldita izquierda-, consiente que miles de personas se mueren de hambre y de frío en Madrid mientras que, los nefastos políticos dirimen sus estupideces. Eso sí, como siempre, esa Iglesia que ellos denostan y atentan, mediante Cáritas, siguen salvando del hambre y el frío a miles de indigentes. Más de veinte millones de alimentos recogidos por Cáritas dan la medida de todo lo que digo, siempre para ayudar a los demás mientras que, Pablo Iglesias y sus huestes están dispuestos ya para quemar iglesias.

Justamente, en estas fechas en que ya comenzó la temporada grande en el Embudo de Insurgentes, dicha realidad nos debería hacer recapacitar a todo el mundo; no porque se trate de México, un país amado, se trata ante todo de la sangrante realidad en que vivimos puesto que, una tarde sí y otra también, ver a cinco mil aficionados en la plaza más grande del mundo, eso nos debería de haber reaccionar a todos o, en su defecto, a recapacitar que tanta falta nos hace. Sí, porque lo que sucede en México no es otra cosa que el fiel reflejo de lo que pasa en España en que, por culpa de los taurinos, de luces y en los despachos, entre todos han logrado que la gente desista en acudir a los toros.

Y, respecto a España, por favor, seamos realistas puesto que, salvo Sevilla, Madrid y Pamplona, todo lo demás son solares desmantelados, a las pruebas me remito por ejemplo de lo que pudimos ver en Bilbao, la plaza norteña por excelencia en la que, apenas ninguna tarde se cubrió medio aforo. Fijémonos en la tristeza que produce todo lo que decimos puesto que, en Bilbao, ni Chopera ni Bailleres, ambos al unísono, fueron capaces de dar con la tecla para que los aficionados acudieran a dicha feria, antaño, todo un emblema que definía el norte de España.

No me sirve que, como grandeza, que nos muestren a todos los heridos que ha habido este año en los ruedos de España puesto que, con todos mis respetos para los heridos, éstos, de forma lamentable no son otra cosa que los “albañiles” del toreo. Y digo albañiles ahora que me viene a la mente la construcción del Empire State de Nueva York en que murieron noventa albañiles en su construcción pero, los arquitectos estaban tan ricamente en sus despachos acristalados disfrutando de lo que había sido su obra. Estaba claro que dicha obra tenía muchos riesgos, como la tienen los Santa Coloma en los toros pero, ¿quién es el cae herido o desde arriba del andamio? ¡Los de siempre!

En el mundo de los toros, por mucho que se empeñen los interesados en materia, siempre mueren o caen heridos los pobres “albañiles” que construyen la fiesta de los toros desde sus ancestros más pobres, caso de banderilleros, novilleros, matadores humildes, chavales que empiezan; de todo ha habido y, de forma lamentable, han sido muchos, la lista ha sido muy extensa pero, vuelvo a insistir, los “arquitectos” de la fiesta, los que dominan todo desde sus despachos que no son otros que la lidia del toro moribundo, todos salen ilesos porque no existe peligro alguno. ¿Cómo le va a caer un ladrillo en la cabeza al arquitecto si está sentado opíparamente en su oficina suntuosa o una cogida al torero que mata el burro inválido?

En la foto que publicamos, el Empire State que aludimos.