Ahora que todos tenemos tiempo de sobra lo importante es aprovecharlo para tomar lección puesto que, sin lugar a dudas, en esto de los toros cualquier tiempo pasado sí fue mejor, pero no lo digo yo, lo dicen los hechos, las estadísticas, los números que nos arroja el mundo del toro puesto que, hablaré de una época que no viví, pero que si me he encontrado por las hemerotecas, datos de una relevancia tan importante que, pasarlos por alto sería un dislate.
Me refiero a los años 1954 y 55 de pasado siglo en que, las novilladas eran el plato fuerte de todas las ferias, algo que, visto en la actualidad, hasta nos puede sonar a falsedad o lisonja barata cuando, como el mundo sabe, es una verdad que aplasta. Me centro en los años aludidos pero, durante muchísimo tiempo, las novilladas eran, con toda la razón del mundo, la cantera para el devenir de los que más tarde serían matadores de toros.
Ciertamente, quiero analizar la cuestión y me entran escalofríos. ¿Qué ha pasado respecto a las novilladas? Nadie nos lo sabría explicar pero, los novilleros, en la actualidad, son los auténticos candidatos al hambre y la miseria, pero no de ahora, desde hace muchísimos años. ¿Qué cambió desde entonces hasta ahora? Nadie lo sabe. Lo que sí sabemos todos es que en aquellos años había unos novilleros que interesaban mucho más que los matadores de toros y, chavales como Chamaco y Bernadó se hicieron ricos siendo novilleros.
Las cifras, por aquellas calendas, eran de auténtico escalofrío puesto que, por ejemplo, que dichos toreros torearan en Barcelona en los años citados, treinta tardes cada año, el dato es revelador. Cuidado con lo que he dicho puesto que, Barcelona, la plaza que daba más toros en el mundo, que dichos años montara don Pedro Balañá más novilladas que corridas de toros, los hechos son clamorosos y, lo que es mejor, que todo giró en torno a dos novilleros, Antonio Borrero Chamaco y Joaquín Bernadó, algo inaudito visto desde la fatal actualidad que vivimos y no me refiero al instante que nos tiene a todos confinados como cavernícolas; me refiero a la situación novilleril de los últimos treinta años.
No, no entiendo nada. Cuando más analizo más enloquezco al pensar que Chamaco se compró dos fincas en Huelva siendo novillero y Bernadó se instaló en Madrid a cuerpo de rey, todo ello con lo ganado en sus actuaciones como novilleros que, en caso de Chamaco, hasta cometió el error de doctorarse tan pronto puesto que, de seguir como novillero dos años más, había comprado media Huelva para él. Y digo error puesto que, tras su alternativa, Chamaco perdió todo interés, ya no llenaba las plazas y siendo muy joven se retiró, pero con la vida resuelta.
¿Quién se retira ahora con la vida resuelta? ¿Enrique Ponce? Quiero pensar que así será pero, no olvidemos que lleva treinta años en activo como primera figura del toreo y, de no irse a su casa rico había que “matarle”. Pero han tenido que pasar un montón de años; casi similar es el caso de El Juli, Manzanares, Morante, Perera y un grupito muy reducido para añadir a dicha lista, no en vano, el resto, todo es hambre y miseria.
Estoy buscando un sociólogo que me explique los motivos porque yo no los encuentro. Antaño había gloria para todos, incluso en ocasiones muchas más para los novilleros que para los matadores y, en la actualidad, no la hay para nadie. Y no me quiero parar en el momento en que estamos viviendo que, la desdicha no tiene nombre; si ya estábamos mal dentro del mundo de los toros, a partir de la maldita situación que nos está tocando vivir, salvo los toreros antes mencionados, el resto irán todos para la obra si es que este país se reactiva y hay sitio para ellos en la obra.
Reza un axioma taurino que nos dice que los toreros eran gentes pobres que aspiraban a la gloria y el dinero, razón por la que se jugaban la vida para tener una mejor calidad existencial. Ahora como todo ha cambiado, para ser torero hay que ser rico de cuna ya que, muchos chavales, con la ilusión de ser toreros han arruinado a sus padres para, al final, no lograr nada.
Definitivamente, cuando pienso que en aquellos primeros años de la década de los cincuenta del pasado siglo, entre otros, Chamaco se compró dos fincas siendo novillero, me entra una desazón al ver el panorama actual que, las lágrimas corren por mis mejillas.
Al mundo del toro lo único que le “faltaba” era esta cornada durísima del coronavirus que, ni tres mil doctores como don Máximo García Padrós pueden curarla; nos curaremos su Dios así lo decide pero, las secuelas que quedarán serán tan importantes, tan gravísimas que, ni Toñete, siendo millonario podrá torear el chico.
En la fotografía, Chamaco, el torero aludido y fallecido, saluda a su competidor de aquellos años, Litri.