Hace pocas fechas me encontré en Madrid en los aledaños de la plaza de Las Ventas a un personaje increíble que atiende por Blas Romero y se apodaba como El Platanito. Tomar café con tan entrañable personaje es todo un lujo para mi persona puesto que, cada vez que acudo a Madrid me obsequia la vida con semejante ser humano, porque no hay nada más hermoso que conocer a los personajes por dentro.

El Platanito es un personaje singular, yo diría que para enmarcar. Le analizo en calidad de ser humano y, lo juro, me estremezco cada vez que le escucho. Hay que conocer un poco la vida de este hombre para entenderle y, lo que es mejor, para admirarle y quererle, no da otra opción. Muy necia tiene que ser una persona humana para conocer a El Platanito y no estremecerse.

Blas Romero viene de los ancestros más bajos de la sociedad y, esta desdicha no sería lo peor puesto que, por donde sangra su herida, incluso tantísimos años después, es aquello de conocer que su madre le abandonó, le metió en un hospicio alegando que estaba loco y que no quería saber nada de él.  Sin duda alguna, se trata del estigma más grave que adorna su ser, como digo, una herida que el tiempo no ha logrado curar. Tenemos que meternos en la piel de este hombre para conocer las auténticas miserias de la vida puesto que, escuchándole, cualquiera entiende que vive en el paraíso al compararse con este tipo singular y único en su género.

Imaginemos todo lo peor que un ser humano pueda sufrir desde que nació hasta que conoció el mundo de los toros, e incluso después; todo lo que imaginemos apenas será nada si lo comparamos o equiparamos con la vida de este hombre que, como sentencia, en muchas ocasiones, su única esperanza para pasar a mejor vida, nunca mejor dicho, no era otra cosa que el suicidio. Cincuenta años después de que llegara a Madrid procedente de Castuera, su vida no ha cambiado mucho, pero ha sabido vencer las adversidades aferrándose a su existencia, a la simpatía que provoca entre las gentes y, ante todo, al comprobar que le gente suele ser solidaria con él al comprarle la lotería que vende con la misma ilusión de que si entregara el premio gordo.

Desde Castuera, Badajoz, se metió de “paquete” en un tren de mercancías para llegar hasta Madrid donde le habían dicho que se daban oportunidades a chavales que querían ser toreros y allí se personó. En realidad, Blas no quería ser torero, lo que quería era dejar de pasar hambre y miserias y, si por ese camino lograba su propósito, alabado sea Dios. Muy pronto comprendió, en el mismo instante que se enfundó el traje de luces que solo tenía un camino, jugarse la vida, es decir, jugar a morir, algo que tenía siempre muy cerca porque nadie en el mundo ha volado tanto por los aires como El Platanito como consecuencia de las cogidas que le propiciaban los toros.

Le contrataron para una tarde en Vistalegre en Madrid, como el mundo sabe y, acabó toreado ochenta y cinco novilladas en dicha plaza carabanchelera. Eso sí, pese a no haber logrado nada, El Platanito ostenta un título único en el mundo que, dudo que nadie puede emularle, haber llenado ochenta y cinco veces una plaza de toros como era el coso de Vistalegre de Madrid.

Su figura, como se sabe, durante algunos años produjo cientos de miles de pesetas, muchos millones como él diría y, en dichas novilladas, le daban mil pesetas por festejo. Se jugaba la vida mientras que los demás le estafaban porque sabían de su poca cultura, sus ancestros tan humildes, su debilidad como hombre, su pobreza en todos los órdenes y, mientras él lo daba todo para que la maquinaria siguiera produciendo dinero, a él le dieron las migajas. O sea que, de haberle llevado con lealtad y honradez, de novillero, pudo haber arreglado su vida, la que se arreglaron otros mientras seguía viviendo en la indigencia.

Hasta protagonizó una película sobre su vida, JUGANDO A MORIR era el título que, como se dijo en aquella época, generó algunas decenas de millones de pesetas de le época pero que, para el gran protagonista solo quedaron veinte mil pesetas. La pregunta es de rigor, ¿hacia dónde volaron los cientos de millones que El Platanito generó? Tanto en los toros como en el cine, Blas Romero resulto vilmente engañado por los mafiosos que en dichos mundillos deambulaban.

Una tarde, en una plaza de primera fue contratado por un millón cien mil pesetas y tras el festejo, a sus manos llegaron apenas treinta mil pesetas que las destinó para uso de su familia que, pobres como ratas, era El Platanito el que tenía que sustentar todo. Hasta llegó a tomar la alternativa en su plaza talismán, Vistalegre de Madrid en la que el maestro Bernadó le doctoró en dicha plaza y, ahí se acabó la historia taurina de alguien que no pretendía competir con nadie, ni ser mejor que nadie, ni de emular a nadie; yo diría que ni quería ser toreo, pero porque en aquel sendero entendía Blas que podía dejar el hambre y la miseria. En aquellos años, como no podía ser de otro modo, le pasearon por hoteles de lujo, le enseñaron los placeres de la vida pero, todo a cambio de quedarse con lo que él con tanta honradez había ganado. Como diría Blas Romero sin acritud alguna, Dios tenga en la gloria a todos los mal nacidos que se quedaron con mi dinero, el que yo generaba jugándome la vida. Ellos se llevaron el dinero del torero, pero como al final la vida suele se justa, mientras los que delinquieron al diestro están todos muertos, El Platanito sigue vivo y radiante pese a todo.

Del mundo del toro, como sentencia Blas, solo recibió puñaladas y malos tratos y solo guarda un buen recuerdo de El Capea que, como dice El Platanito, siempre le respetó. Y tuvo que ser el mundo del deporte el que le iniciara por el mundo de la lotería, labor que viene desarrollando desde hace muchos años que, en definitiva, le permite vivir con un mínimo de dignidad.

Todavía me sigo preguntando cómo puede ser posible que un hombre cosido a cornadas por la propia vida, por los hombres que a su lado estuvieron, por tantos malvados con los que tuvo que convivir y, nada ni nadie haya logrado que se acabe su sonrisa inevitable. Hay que tener un corazón muy grande para mantener semejante actitud ante la vida. Hombres como El Platanito deben ser el referente para todo aquel ser humano que quiera aprender y, ante todo, a saber valorar ese tesoro importantísimo al que conocemos como la vida.