El triunfo de David Silveti el pasado domingo en Teziutlán por tierras de México, ya podemos considerarlo de histórico puesto que, su éxito, como tal, pasará a los anales de la historia por ser el último triunfo de un diestro en el mundo de los toros en el año en que vivimos. Lo ideal, en el caso del diestro azteca, hubiera sido contar su triunfo en Madrid y en plena feria de San Isidro, lo que evidenciaría que estaríamos hablando de toros en su más pura acepción. Y no es que desdeñemos su legítimo triunfo en el pueblo citado, lo que ocurre es que, como decíamos, será el último triunfo que contaremos este año de un diestro en activo y si Dios no lo remedia así será con toda seguridad.

¡Qué tristeza más grande, Dios mío, tener que dar esta noticia! Pasarán los días y recordaremos con desmedido anhelo el triunfo del diestro azteca, así como las ferias de Olivenza e Illescas en la que hubo triunfadores por doquier. Es decir, aquello que a estas alturas de la temporada debería ser una norma, contar los éxitos de los toreros, en el momento actual es una utopía insalvable.

Es lamentable que, en el mes de marzo, cuando las ferias de Valencia y Castellón deberían de estar en plena ebullición, para desdicha nuestra no tengamos la más inhóspita noticia de toros que, como digo, por dicha razón el triunfo de David Silveti en la plaza antes citada será todo un referente para la torería y la afición del mundo.

La pregunta, en años venideros y sabedores de cómo ha sido la catástrofe que estamos padeciendo, no será otra que: “¿Qué torero fue el último que triunfó en la temporada del 2020?” Recordemos el nombre, David Silveti, un 15 de marzo en la plaza de Teziutlán. Parecerá una locura lo que acabo de decir pero, de forma lamentable, como Dios no lo remedie, los hombres no lo podemos hacer. Lo único que nos queda es sufrir las consecuencias de esta pandemia maldita que nos ha enviado el destino.

No tiene nada de baladí lo que acabo de contar puesto que, lo dicho, hace un mes, tendría tintes de locura pero como se han desarrollado los acontecimientos, ahora es una verdad que aplasta. Horrible todo lo dicho y, mucho más en nuestro caso que, como el mundo sabe, somos una Web de información taurina y, si no existe, ¿de qué podemos informar? Menos mal que, dentro de todos los males, junto a nosotros tenemos un elenco de personas, hombres y mujeres con la suficiente capacidad, categoría y cultura para contarnos historia de todo tipo, unas relacionadas con los toros y otras ajenas a los mismos, pero todas de un inmenso valor y ataviadas de un enorme rigor.

Mis respetos para todos los compañeros que, sin ellos no seríamos nada pero, con el permiso de todos ellos, permítaseme una lisonja para el maestro Pedro Mari Azofra que, de forma semanal nos cuenta historias de toros que nos dejan cautivados. El hecho de que el maestro riojano vierta en nuestra página su sabiduría es motivo de algarabía para todos los que formamos este proyecto ilusionante. Pedro Mari, en esta ocasión como los lectores han podido comprobar, nos ha contado una historia de los padres de los toreros que, sin lugar a dudas, todos hemos quedado emocionados y, para la ocasión, como piedra angular, Azofra echa mano del padre de Diego Urdiales para que todos quedemos conmovidos al respecto.

La fiesta se ha muerto de forma momentánea por imperativo legal, nada es más cierto. Pero lo que nadie podrá silenciar, mientras nos quede un soplo de vida, serán nuestras opiniones que, al respecto de los toros o de cualquier actividad que tenga que ver con la vida, ahí estaremos nosotros para contarlo.

En la imagen, Diego Silveti, en uno de sus triunfos apoteósicos.