Analiza uno lo que pasa en Madrid respecto a los toros y, muy pronto se llega a la siguiente conclusión. No tiene sentido que se monten tantas novilladas en Las Ventas cuando, como se sabe, las mismas apenas le interesan a nadie; digo novilladas sueltas porque dentro de lo que llamamos “feria” el panorama cambia por completo. Ahí está la prueba de lo que supuso la novillada de la feria de otoño que, con los mismos novilleros que antes habían toreado en Madrid sin apenas nadie en la plaza, en dicha ocasión se congregó una entrada altísima.

La evidencia nos viene a demostrar que todo tiene que estar sustentado bajo la palabra FERIA, no puede ser de otro modo. Es decir, en la época que fuere, hay que arriesgar y montar la feria que toque en cada momento pero, siempre, con un serial continuado, más corto o más largo, pero siempre en serie. ¿Por qué la gente acude en Madrid a los toros cuando es feria y deja de hacerlo cuando ésta no existe? Nadie lo sabe pero, como se comprueba es una realidad que aplasta.

Todo gira en torno a la palabra FERIA, por tanto utilicemos el tirón de tan mágica palabra para llevarla a cabo y de tal modo conseguir que los aficionados o espectadores si se me apura, que acudan en masa a la llamada feria. En caso de Madrid, tras San Isidro, se desaprovecha todo el año con espectáculos de bajo nivel que, por ende, nadie acude. Por ello, sabedores lo que es notorio, a primeros de temporada, FERIA DE LA APERTURA. Tras la misma, FERIA DE PRIMAVERA. Acto seguido, FERIA DE SAN ISIDRO. Después, FERIA DE LA CULTURA. En pleno verano, FERIA DEL VERANO. Y, para finalizar, FERIA DE OTOÑO. No todos los seriales tienen que ser como San Isidro, Dios nos libre, pero si con media docena de espectáculos en cada feria aprovechando la coyuntura más adecuada y de tal modo el éxito lo tenemos más que asegurado.

Del modo explicado, hasta tendrían cabida en dichas ferias nombres que, por circunstancias de agenda se quedan en la calle cuando, en realidad, todos deberían tener cabida. Y, ni que decir tiene, un abono para cada feria y que sea el aficionado el que elija pero, a tenor de lo visto, nada más escribir la palabra FERIA la gente toma partido por la misma porque, por ejemplo en la última feria de Otoño, ha habido festejos que ni por asomo hubieran congregado seis mil personas de forma individual y, como se ha visto, hasta tres cuartos de plaza en el cartel más pobre de la misma.

Está clarísimo todo lo que he dicho. ¿Qué sucede entonces? Sencillamente que hay que trabajar mucho más pero, ya quisiera yo que mi trabajo fuera el citado puesto que, para mí sería como estar en la gloria; es decir, hacer un trabajo con agrado ni es trabajo ni es nada, si acaso, cuando uno hace lo que ama todo se traduce en diversión. ¿Será acaso que la empresa de Madrid solo quiere ganar dinero sin el menor esfuerzo? Conforme lo hacen, lo han logrado pero, a su vez, Madrid se queda sin TOROS durante tres largos meses que, en honor a la verdad se nos hacen muy pesados porque, antaño, no hace tantos años, en los meses estivales tenían su oportunidad toreros que solían aprovecharlas y consolidarse en el escalafón.

Y, tras la reflexión, lo que he dicho no es ninguna locura porque como todo el mundo sabe, es la palabra FERIA la que sustenta el mundo de los toros tanto en España, Francia o cualquier lugar del mundo. Ferias que, dentro de las mismas congregan a muchísimas personas pero, de celebrarse un espectáculo fuera de la feria o de las fiestas, no iría nadie. Ahí está el ejemplo de Bilbao que, hace pocas fechas se celebró el emblemático festival del Club Cocherito con seis máximas figuras del toreo y, apenas media plaza. ¿Se imagina alguien una corrida un 15 de julio en Zaragoza, por citar una plaza de referencia? Sería un fracaso en toda regla y, cuando se traduce en la llamada FERIA, el éxito es de suma importancia.

Aproveche en Madrid, señor Casas, el tirón que toda feria tiene y usted de eso sabe mucho. No se pueden montar festejos por aquello de cubrir el expediente y mucho menos con novilleros que llegan a Madrid a cara o cruz; es decir, hombres inexpertos que acuden a la capital del Reino para ver si suena la flauta que, por otro lado, nunca suena; pero es lo lógico.  Por el contrario, como queda explicado, teniendo como referente la palabra FERIA con ello estamos salvados y, lo que es mejor, nadie sabe cómo lo agradecerían los aficionados.