Cuando un torero como Manuel Escribano es tan cruelmente castigado por los toros merece, en el peor de los casos, unas palabras de ánimo para fortalecer su alma puesto que, su cuerpo, cosido a cornadas, se recupera poco a poco. Las peores cornadas en los últimos años las ha recibido este diestro admirable que, su mayor virtud no es otra que se gallardía frente al toro puesto que no desfallece jamás, no se aburre en lo más mínimo y soporta con estoicismo los lances de la vida que, en su caso, suelen ser criminales.

Dije siempre que, en los toros siempre caen heridos los mismos, es decir, los humildes; pero digámoslo claro, resultan corneados aquellos diestros que matan toros con casta como le sucede a Escribano que, su carrera se ha forjado siempre frente a los toros encastados, es decir, los que guardan cornadas para destrozar el cuerpo de sus lidiadores. Sin duda que, los toros de Adolfo Martín, los Albaserradas actuales no gastan bromas; algunos ejemplares pueden ofrecerte un cortijo caso de Roca Rey –que lo despreció porque seguro que ya lo tiene-  en Madrid; pero la regla general es que la cornada puede llegar en cualquier momento y, Escribano, tanto en Madrid en estos días como le ocurriera en su día en Alicante, ha sido siempre un toro de verdad el que le ha herido.

Uno siente mucha tristeza al comprobar que, en los toros, la sangre siempre la derraman los mismos que, para mayor desdicha son los que menos contratos tienen, algo que suena dantesco, terrible, alucinante de por más. ¿Será que el destino pueda ser así de criminal o a dichas acciones podemos ponerle nombre y apellidos? La gran verdad no es otra que, un hombre honrado, un torero cabal, un diestro tan gallardo y dispuesto como Manolo Escribano, cuando ya acariciaba el triunfo en Madrid, el toro, de repente, en décimas de segundo se lo llevó por delante robándole el triunfo y, lo que es peor, destrozando su cuerpo.

Uno se pregunta: ¿De qué materia estará hecho Manolo Escribano para seguir en esa lucha titánica y, a su vez,  en ocasiones sin apenas recompensa? Como torero, matrícula Cum Lauden para el diestro que, como hombre nos ofrece lecciones admirables y, como torero, un camino a seguir que no es otro que el de la verdad y la honradez.

Es cierto que, después de muchos años de esfuerzo, harto de cortar orejas en Sevilla por nombrar una plaza emblemática, no ha tenido esa gran tarde que todos esperábamos en Madrid pero, ¿qué objetarle ante los toros que siempre lidia? Absolutamente nada. ¿De qué ha servido aquella faena memorable al toro Cobradiezmos en Sevilla, igualmente con la sangre de Albaserrada en la rama de Victorino?

Son muchas las preguntas que nos hacemos y muy pocas las respuestas que tenemos. En el mundo de los toros hay que ser muy hábil en los despachos porque el que lo quiera arreglar frente al toro, que sería lo lógico y cabal, tiene una muralla infranqueable, Escribano es el cruel ejemplo de lo que digo. Y, cuidado con este hombre que ha superado barreras casi imposibles pero que él, con su fuerza, tesón, arrebato, agallas y decisión, ha sido capaz de vencer hasta el propio miedo.

Yo siempre creía, inocente de mí, que transitar por el camino de la verdad era el sendero que conduce al éxito pero, craso error el mío puesto que la verdad y la honradez apenas sirven para nada. Es más importante un hombre influyente que una muleta poderosa, a las pruebas me remito si aplicamos el axioma junto a Manolo Escribano que, a este paso, por perder solo le queda que perder la vida, la que pedimos a Dios que se la guarde durante muchísimos años, por el toreo, por él, por su familia y por tanta gente que le admira.