Si de mujeres hablamos, Hilda Tenorio es el icono representativo de México ante el mundo de los toros; junto a ella giran todas las demás señoritas toreras del país azteca; y digo que todas giran en derredor de la persona y obra de Hilda Tenorio puesto que, la michoacana es la máxima referencia de la mujer en el país hermano. Una pena que, por ser mujer le tengan postergada, como sucede en todas las partes del mundo. Aquello de que un ser humano tenga la potestad de ser madre, sin duda, el logro más bello del universo, y no por ello las mujeres deberían sufrir las vejaciones artísticas a las que son sometidas algo que huele a venganza para con ellas, toda una infamia al más alto nivel y, Hilda Tenorio es el puro ejemplo de lo que explico. Fijémonos que, siendo generosos, a la mujer, como decía, por el hecho de poder ser madre, solo por eso, ya debería tener licencias que los hombres no merecemos.

Si queremos pruebas que avalen la capacidad de una mujer en el mundo de los toros, Hilda Tenorio podría ser el ejemplo más sólido que pudiéramos exponer en estas líneas en que, como decíamos en el enunciado, hemos dedicado estos días a la mujer en los toros. Varias señoritas son las que han desfilado por nuestra Web y, como digo, si de matadoras hablamos, en la actualidad, Hilda Tenorio es el máximo icono al respecto. Siendo así, ella, no podía escaparse de nuestras ilusiones para, de tal modo, como siempre hicimos, mostrarle nuestro respeto y admiración ante tantos valores como atesora.

Si por pruebas fuere, por duras que sean, Hilda las ha superado todas con matrícula de honor, todo ello al margen de sus condiciones como lidiadora y artista de la torería del mundo. Si tenía que pagar una cuota de dolor, la michoacana entendemos que la ha pagado con creces, habiendo superado pruebas durísimas que, a no dudar, hubieran retirado a medio escalafón de hombres machos. La última, a primeros de mayo cuando un toro le destrozó la cara y salvó la vida puro milagro. Pero Hilda es más fuerte que el maldito destino que le pone pruebas macabras; su grandeza es inagotable, su torería inevitable y su corazón está hecho a prueba de bomba que solemos decir.

Sus logros están ahí. Ha sido la novillera que más ha triunfado en La México, cortando, en una ocasión, tres orejas una misma tarde. En ese mismo Embudo de Insurgentes se doctoró hace casi una década, saliendo triunfadora de dicho festejo que, sin duda, lo que de especial tenía no era otra cosa que Hilda Tenorio era la primera mujer en la historia que se doctoraba en dicha plaza. Pese a su aparente fragilidad, la torera aludida ha matados seis toros en solitario, tarde en la que, además de banderillear a sus enemigos, hasta se atrevió a picar a uno de sus toros.

Lo que hace Hilda Tenorio tiene un nombre: Vocación. Lo digo porque para su fortuna, la torera ostenta el título de licenciada en derecho, es dueña de una vasta cultura, le admiran por dónde camina y, como digo, eligió ser torero por pura convicción, a sabiendas, como miles de veces dije, de la dureza del camino en que emprendió. El día que su corazón le indique se alejará de los ruedos habiendo dejado una estela imborrable en los mismos, algo que barrunto que todavía queda lejos, pero cuando lo haga, un horizonte hermoso se abrirá ante ella para que siga dándole fuste a la vida en aquel menester que emprendiere tras los toros.

Claro que, como un día me confesara, no le gustaría irse de la profesión sin haber probado fortuna en España en la que, según nos consta, ha estado en Madrid visitando la plaza de Las Ventas, el lugar “sacrosanto” del toreo en el que, como a todo torero, tanta ilusión le hace confirmar su alternativa en dicha plaza, un logro que, de no desfallecer, seguro que lo logrará su deseo, el que apuntalamos desde nuestra tribuna de aficionados puesto que, si de valores hablamos, Hilda Tenorio es todo un estandarte ante el mundo.

En la foto vemos a Hilda Tenorio saboreando el triunfo logrado frente al toro.

Por Pla Ventura