Tras treinta años de gestión de la plaza de toros de Olivenza, José Cutiño ya debería de haber sido homenajeado por los toreros, cuando menos, a nivel de monumento junto a dicha plaza. Lo digo porque, cuando José Cutiño abandonó su carrera de magisterio para dedicarse al mundo de la empresa taurina y, ni él mismo sospechaba que lo de Olivenza rayaría tan lejos.
Claro que, Cutiño, que de tonto no tenía nada era consciente de que montar una feria para las figuras antes de que empezaran las ferias de Valencia y Castellón, de acudir el público, el éxito estaba garantizado, como así sucedió. Olivenza tiene todos los ingredientes para el éxito, lo que explotó como gran filón José Cutiño, algo que los toreros no le terminarán nunca de agradecer.
Antes de Olivenza, los toreros, por regla general, montaban un par de corridas en distintos pueblos por aquello de ponerse a punto y entrenar en vivo que suele decirse. Cutiño lo sabía y se adelantó a la jugada al montar la feria de Olivenza que les viene a las figuras como anillo al dedo; es decir, se entrenan a plaza llena y para colmo se llevan un sabroso dinero. ¿Cabe dicha mayor?
Es cierto que, a primeros de temporada la gente está ávida de toros después del duro invierno y, Olivenza es el punto de partida para todos; toreros, ganaderos y, ante todo, la gente del clavel que se muere por ir al citado pueblo por aquello de pasar un fin de semana agradable alejado de los problemas cotidianos. Está todo montado y estudiado con pulcritud milimétrica. Ciertamente, no puede fallar nada; en ocasiones ha fallado un poco la temperatura que se ha mostrado más o menos hostil, en ocasiones hasta lluviosa pero, este año ha sido un año de gracia porque ha acompañado hasta el tiempo y, el no hay billetes ha sido una norma.
Es cierto que, como explico, más que una feria, Olivenza es una exposición, un cántico de alabanza hacia las figuras del toreo que, en breve, como sabemos, afrontarán compromisos de mayor relieve si es que las circunstancias lo permiten –tampoco, mucho, que nadie se confunda- y aquello de matar dos toros en dicho pueblo; dos toros con las llamadas garantías absolutas de todo; no se picarán, embestirán como los ángeles, no habrá cornada alguna, no hay riesgo de percances a ningún nivel, los toros llegarán santificados como si vinieran del altar en vez de la dehesa; lo dicho, todos los componentes para que la fiesta sea de auténtico lujo y, ahí tenemos los resultados; puerta grande para todos, indulto de Ferrera y todo lo que queramos añadir.
La fiesta allí montada no es otra cosa que la pura parodia de lo que es una auténtica corrida de toros. Pero tampoco desmerezcamos mucho a Olivenza que, está casi empezando Valencia y, pese a ser plaza de primera, los toros no serán más grandes que los de Olivenza, algo que este año no podremos constatar puesto que se ha suspendido Valencia. Si es cierto que, en dicho lugar ha habido un rotundo triunfador, el mismo pueblo que, en marzo hay hecho el agosto, algo que me emociona muchísimo. Fijémonos si la fiesta de los toros, como tal, es tan grande que, pese a que la misma se ha parodiado en dicho pueblo, las ganancias que todo ello ha dejado en la localidad pacense, es algo que recordarán todos los comerciantes lugareños durante todo el año, con la ilusión de que llegue el siguiente puesto que, de tal modo, gracias a los toros pueden seguir llenando sus arcas.
Apliquémosle a Illescas la misma pócima milagrosa puesto que, en esta ocasión, de la mano de Maximino Pérez, ha sido el otro artífice de primeros de temporada que ha logrado el éxito. En el caso de Illescas, si se me apura, con mayor fundamento por aquello de la proximidad de Madrid que, sin duda alguna, los claveleros de la capital han acudido en masa para dichos festejos que, como en Olivenza, han estado rociados por el éxito. ¿Ha salido el toro? Oiga usted, eso no importa nada; lo que en verdad nos preocupa a todos es que la gente se lo pase en grande que para eso han pagado.
Recordemos que, en los toros ocurre lo mismo que en la política puesto que, por ejemplo, si cerrásemos las Ventas y cuatro plazas más donde la gente se pone estrecha y todos fuésemos partidarios de las figuras, todos seríamos felices. En política pasa igual, si todos fuésemos devotos de Pedro Sánchez y el de la coleta, no tendríamos el menor problema. ¿Será que todos opositores a ambos regímenes, el de los toros y la política somos retrasados mentales? Seguro que sí. Con lo bien que podríamos vivir adorando a las figuras y haciéndole la ola al mentiroso de rigor.
Claro que, tras el desarrollo de los acontecimientos, críticas al margen, por lo que se deduce y lo que estamos viviendo, Olivenza e Illescas pueden quedar como auténticos estigmas de la temporada puesto que, si Dios no lo remedia veremos cómo, dónde y cuándo se reanuda la temporada. Nos creemos inmortales y, una pandemia nos ha recordado que apenas somos nada. A las pruebas me remito.
En la imagen, el sagaz empresario José Cutiño, más listo que el hambre como se decía antaño.