Sin duda alguna José Tomás es el hombre que ha hecho correr ríos de tinta al respecto de su nombre y, no es para menos. ¿En qué apartado podríamos encuadrar al diestro de Galapagar? Es imposible. No existen lugares ni parámetros dónde ubicar a este diestro que, de su existencia ha hecho un modo de vida a su antojo y, sin hacerle daño a nadie ha sido el patrón de su vida y el dueño de su existencia.

Estamos ante un diestro singular, yo diría que el más singular de todos desde que nació la misma tauromaquia y, debe ser cierto porque nadie ha logrado emularle. Es verdad que, dadas sus características, tacharlo de culpable de los males de la fiesta es una verdad que aplasta; sí, porque de haber tenido ganas José Tomás, con una docena de actuaciones en cada temporada habría exterminado para siempre todas las voces discordantes que nos atacan a diario; es decir, su fuerza es tan grande que hubiera eclipsado a todos.

Pero a cada cual debemos de quererle como es puesto que, pretender cambiarlo es pura utopía y, José Tomás se marchará al otro mundo siendo único, genial e irrepetible. Jamás figura alguna del toreo, sin apenas torear, concitó tanta atención como reclama dicho diestro; nunca en la vida un torero cobró las cifras astronómicas que percibe Tomás; nunca torero alguno pisó los terrenos que este hombre pisa; nunca jamás un hombre fue tan requerido como él; nunca un coletudo obtuvo más rentabilidad al hecho de jugarse la vida como lo ha logrado José Tomás.

Como vemos, son muchas las virtudes que este hombre ostenta, justamente las que casi todos carecen. ¿Es criticable que sea holgazán por aquello de derramar su arte? No creo, sencillamente porque si amamos y respetamos la libertad, nadie tenemos derecho a criticarle a José Tomás que toree mucho o poco; que no es comparsa de nadie salta a la vista y que pagándole una fortuna por reaparecer, José María Garzón ha hecho el negocio de su vida al contratarle para la feria del Corpus de Granada. Repito que, la libertad de cada cual debe ser siempre respetada mientras no se le haga daño a terceros y, el único “daño” que hace José Tomás no es otro que no permitir que los empresarios ganen millones a su costa; pero es su elección y no podemos coaccionarle en lo más mínimo. Por ello, aunque nos pese, dejémosle que sea libre.

Yo me estremezco con este hombre y sus circunstancias puesto que, el hecho de pensar que en una sola tarde ganará más dinero que el ochenta por ciento de los toreros, todos juntos y en una sola temporada, eso es alarmante; que no criticable. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Barrunto que José Tomás tendrá pocos amigos dentro de la profesión porque, como se entenderá, su figura torera en lo que al dinero se refiere, imagino que producirá tanta desazón entre sus compañeros que, todos, sin distinción, seguro que prefieren no pensar en ello.

Y decía Luís Miguel Dominguín, allá por los años cuarenta cuando levantaba el dedo índice como diciendo ser el número uno, de haber vivido ahora el diestro de Madrid, seguro que al contemplar a José Tomás se metía la mano en el bolsillo y no la sacaba ni para sonarse la nariz.  Ser un número es eso, estar por encima del bien y del mal por aquello de ser distinto e irrepetible y, como José Tomás, las únicas noticias que tenemos de dicho diestro a lo largo del año, no son otra cosa que sus dádivas generosas a favor de los más necesitados. Tomemos ejemplo de este hombre que, raro como pocos es el ejemplo para todos.

Pla Ventura