Ya lo demostró en Madrid en la pasada feria de San Isidro en que, tras una fuerte cornada arrancó una oreja de cuajo a su enemigo, un trofeo que le valió su peso en oro porque de no haber triunfado, allí se hubiera acabado la carrera de Juan Leal.

Ahora, días pasados, lo hemos visto en Azpeitia y nos ha causado unas sensaciones muy agradables; vamos que, el francés quiere ser torero al precio que fuere, algo digno de alabanza porque está uno viendo a diestros que empiezan y parece que ya tengan tres cortijos. Ve uno por ejemplo a Ginés Marín con esa cara de enterrador de tercera y te quedan muchas dudas al respecto de la carrera de dicho diestro.

De Juan Leal conocíamos su valor espartano pero, como digo, en Azpeitia dio la auténtica medida en la que demostró sus tremendas ganas de ser torero. Por supuesto que no se parece a Rafael de Paula, por citar a uno de los grandes artistas de la historia, pero tiene algo que cautiva que, a no dudar, no es otra cosa que su tremenda disposición por aquello de pisar terrenos prohibidos, algo que cala muy pronto en el sentir de los aficionados.

Nos habían contado que Juan Leal era un torero valeroso, pero nada más. Como explico, en la plaza norteña dio la auténtica medida de sus dimensiones como torero que, sin ser un purista de la profesión, sus agallas, su tremendo corazón, su disposición y desprecio a la muerte, son sus armas más representativas, sin duda, las que le llevarán a desempañar su carrera con enorme orgullo y dignidad. En Azpeitia y frente a un toro de Murteira Grave demostró todo lo que he contado.

Tiene frescura, es alegre, valeroso como pocos, valores todos que como explico son los que tienen calado entre la gente. Ya estamos hartos de ver a diestros amanerados de los que dicen ser artistas y lo único que hacen es imitar a sus ídolos y, ya se sabe, de mis imitadores serán todos mis defectos, una máxima inalterable que deja al descubierto a muchos diestros del escalafón, especialmente a los jóvenes que, sin personalidad, aspiran a la nada.

Como miles de veces dije, se puede emocionar de muchas maneras; o bien al estilo inmaculado e inenarrable valor  de Curro Díaz o, como en el caso de Juan Leal, por el sendero de la verdad más absoluta para lidiar ese toro que, por sí mismo, con su nombre ya asusta, caso de la ganadería de Murteira Grave que, la mayoría de los diestros del escalafón no acuden a Portugal por si encuentran un toro de dicha dehesa pastando por los campos lusitanos.

Juan Leal ha querido demostrar que en toreo cabe todo el mundo; todo el que tenga algo que decir y explicar. Por supuesto que, el francés tiene capacidad más que suficiente para ostentar un puesto digno entre el escalafón de los matadores de toros en España y, sin duda, en su Francia natal. Claro que, valores al margen de cada cual, los toreros tienen que luchar contra el llamado “sistema”; es decir, rezar para que los poderosos empresarios, el clan que les aglutina, decidan quién puede entrar o, por el contrario, cerrarle las puertas.

Para que nos hagamos una idea de cómo funciona el sistema, jamás veremos un cartel compuesto por Morante, Manzanares y Juan Leal, pero en el circuito de los toreros machos con el toro auténtico y verdadero, Leal debería de tener un sitio de privilegio, condiciones las tiene todas para desenvolverse en esas corridas terroríficas que, sin duda alguna, a los compañeros que le he nombrado les asustarían tanto que, como se sabe, jamás se enfrentarán a ganaderías encastadas porque con el burro foro que suelen lidiar les va muy bien, sencillamente porque así lo ha decidido al asqueroso sistema aludido.

Desde luego que, si la ilusión, el valor, las ganas, la disposición, la gallardía y la torería fueran valores en consideración por las empresas, Juan Leal gozaría de un sitio de privilegio en el escalafón de los toreros machos. Un torero, caso de Juan Leal, puede tener todos los valores que he enumerado, pero como los demás no quieran, arreglado quedas. Confiemos, pues, que tantos valores como he citado en la persona de este francés admirable tengan el suficiente calado entre la grey empresarial para que goce el chico de las suficientes oportunidades para seguir demostrando su auténtica valía.