De todos es sabido el altísimo coste de las novilladas pero, pocos se preocupan de dar soluciones para que las mismas, en el peor de los casos, no cuesten dinero a los organizadores. Si nos ceñimos a la realidad, es todo un milagro que todavía se celebren novilladas dado el altísimo coste de las mismas que, como se sabe, tienen el mismo trato fiscal que las corridas de toros.

Es desalentador comprobar que año tras año van bajando el número de novilladas y, lo que debería ser el futuro de la fiesta lo estamos matando antes de que nazca. Alguien diría que todavía quedan románticos al estilo de Calasparra, Villaseca de la Sagra, Arnedo y un reducido grupo de pueblos que, pese a todo siguen apostando por el futuro de la fiesta. Es cierto que, sus organizadores se quejan del alto coste de las mismas, el auténtico quid de la cuestión para poder celebrar este tipo de festejos, por otra parte fundamentales para el devenir de la fiesta.

Salvo en Madrid y Sevilla, en las grandes ferias apenas se celebran novilladas cuando en realidad, es ahí donde deberían de celebrarse para que, el conjunto de la feria montada pudiera sustentar la novillada organizada. Pero los grandes empresarios quieren pan para hoy, pero hambre para mañana, un axioma que nos muestra la auténtica realidad de la fiesta en lo que a festejos menores se refiere.

Las novilladas, especialmente en los pueblos, deberían de montarse sin la parafernalia habitual que, por otra parte sigue siendo un rito que, en este caso, no vale para nada. ¿Para qué queremos seis picadores en una novilladas en un pueblo si apenas se pican los toros? Con dos sería más que suficiente, un cuento aplicable a los subalternos que, como sabemos, se quejan de sus emolumentos crematísticos en las novilladas. Algo habrá que hacer y, como en cualquier empresa, a falta de ventas, hay que reducir gastos en todos los órdenes. Cuando una empresa no alcanza las ventas que precisa, la única solución para no llegar al fracaso es la reducción de gastos hasta la más dura expresión.

¿Es válido que los novilleros asuman los costes? Posiblemente sí. Pero es lógico que así sea puesto que si las novilladas concitaran a muchos aficionados, todo sería posible pero, hay una diáspora de las plazas al respecto que nos ha llevado al estado actual en este tipo de festejos. Qué lejos quedan aquellos años gloriosos cuando las novilladas eran un filón para los empresarios. Recordemos las que se celebraban en Vistalegre en Madrid, con un lleno diario. O, para decirlo más claro, cuando El Pana llenaba La México en seis novilladas consecutivas. Y así, en miles de sitios que, por momentos, hubo algunos años que las novilladas eran más rentables que las propias corridas de toros.

Todo ha cambiado a velocidad de vértigo y, en el momento actual, no caben las lamentaciones puesto que, lo que en verdad importa es buscar las soluciones al problema. Una dificultad que la tenemos ahí y no la queremos ver. Abramos los ojos y, si hay que reducir gastos que lo sepa todo el mundo, que se acepten las propuestas de los empresarios que, en las novilladas, sin duda alguna que no generan dinero para nada. Esta realidad hay que aceptarla y si no lo hacemos dando las soluciones oportunas, la fiesta morirá antes de nacer.

Si tenemos que dejar de lado el ritual, hagámoslo. Es decir, si no hay cabida para todos los subalternos y picadores, que no vayan para tratar de eliminar costes. Y, cuidado, no quiero quitarle el pan a nadie, pero es más sensato y lógico prescindir de unos hombres aludiendo que no hay “trabajo” antes de que, tras trabajar que no haya dinero para pagarles. Las matemáticas nos lo dicen todo, es cuestión de aplicarlas como en cualquier ámbito empresarial que quiera tener continuidad. Como decía, eso del pan para hoy y hambre para mañana me parece muy pueril en los tiempos que vivimos.

La gran pregunta es obligada, de forma muy concreta para los taurinos. ¿Por qué los aficionados no acuden a las novilladas? Si fuéramos capaces de responder con seriedad a dicha pregunta, posiblemente, muchos de los males de la fiesta podríamos solucionarnos de inmediato. ¿No hay novilleros con tirón? ¿Son caros los precios de las novilladas para el aficionado? ¿Se montan con el debido rigor para que los aficionados acudan a dicho reclamo? Muchas son las preguntas que los organizadores deberían de hacer, pero todo, antes de que sea demasiado tarde.

Por ejemplo, y me viene ahora a la mente, si Joxin Iriarte es capaz de montar cuatro corridas de toros en una plaza como una bombonera en Azpeitia en la que, además de cobrar todo el mundo, cada año, queda una importante cantidad para fines benéficos de dicha localidad. ¿Dónde está el secreto? Es decir, si las novilladas tienen un menor coste y muchas se celebran en plazas de infinito mayor aforo que la de Azpeitia, ello nos viene a confirmar que deberíamos de hablar con Joxin Iriarte para que nos enseñe el secreto de su éxito puesto que, el tirón de los llenos que en dicha plaza se concitan no es porque allí acuda Morante ni El Juli.

Mucha es la reflexión que deberíamos hacer ante el problema de las novilladas pero, en cualquier caso, eso sí, tomar nota de lo que hacen otros empresarios puesto que, ¿cómo se comprende el éxito de Joxín Iriarte y, otros, en sus mismas condiciones fracasan por completo? Soluciones seguro que las hay pero, es ahí donde yo quiero ver a los empresarios. Dirigir una empresa de éxito puede ser muy sencillo; lo difícil es llevar la gerencia de una empresa humilde y que ésta sea rentable, es ahí donde yo quiero ver a los empresarios. Anunciar un cartel y que la plaza se llene por completo es muy sencillo y, su vez, muy engañoso porque eso no sucede todas las tardes, con las novilladas tenemos el ejemplo. ¿Dónde está el problema? Seguramente entre los mismos empresarios que no le quieren dar solución, al menos tampoco lo intentan.

En la foto la plaza de toros de Villaseca de la Sagra, el pueblo donde todos los años se celebra el milagro de sus intensas novilladas, todas con éxito.