Los toros son el reflejo de la sociedad actual, lo dijo el maestro Cañabate y le asistía toda la razón. Pero no solo en España que, como sabemos, la barbarie de Cataluña acabó con los toros, algo lamentable cuando como el mundo sabe, por ejemplo Barcelona, era la plaza que más toros daba en el mundo; incluso muy por delante de Las Ventas de Madrid, por muy insólito que nos parezca era una gran realidad.

Y ese reflejo es el que se está viviendo en la actualidad y desde hace algunos años en Venezuela en que, el país hermano ha quedado huérfano de todo y, los toros no podían escapar de dicho maleficio. Pobre Venezuela que, por no tener, no tiene ni ilusión. Antes, ser venezolano era un galardón mientras que, en la actualidad es toda una desdicha. Como diría el maestro Facundo Cabral, antes, los golpes de estado los daban los generales, ahora, como se sabe, ni eso porque un conductor de autobús preside el gobierno de Venezuela que, como es notorio, ha logrado lo que parecía imposible, que en Venezuela fueran todos pobres de verdad, menos los políticos, militares y sus adláteres.

Desde la distancia, observo la miseria venezolana en todos los órdenes y tengo muchas ganas de llorar, no ya por los toros que eran algo importante en aquel país, pero sí por la misma Venezuela que, desde que se instaló el chavismo ha quedado todo reducido a un montón de cenizas. Siendo así, claro, los toros no podían sobrevivir ¿cómo?

Veo que se anuncia la feria de San Cristóbal y me entra una desolación que, en realidad, raya en el pánico. Dicha feria, ciertamente, es de los pocos reductos taurinos que quedan en Venezuela pero, a fin de cuentas, ¿quién tiene ganas de ir a los toros en Venezuela cuando no tienen para comer? Y no es que sea un problema de desgana, se trata de algo más grave porque debemos de recordar que, los venezolanos, tienen que trabajar un mes entero, -el que tenga trabajo- para poder comprar un boleto para ir a los toros.

Alguien diría que ha muerto la fiesta de los toros, algo que no es cierto. La fiesta de los toros la mató la barbarie política que reina en Venezuela desde que se instaló en el poder Hugo Chávez que, a base bocadillos y promesas, logró obnubilar a su pueblo para, poco a poco, dejarles en la más vil de las miserias, todo ello contando en que Venezuela era el país más rico de Hispanoamérica con enorme diferencia con el resto de la comunidad hispanoparlante.

Murió la economía en dicho país y, lógicamente, se llevó por delante todo lo que encontraba en su camino y, los toros no eran una excepción. Cualquiera recuerda las ferias maravillosas que allí se celebraban, las enormes plazas que se construyeron, los toreros que allí nacieron y, sin duda, la exquisita afición que reinaba en el país andino y, por culpa de la política, todo es pura historia del pasado.

Además de San Cristóbal, creo recordar que quedan un par de ferias más, en honor a la verdad, apenas tienen relevancia por el mundo porque, dichas ferias se montan a base de toreros humildes puesto que, como el mundo sabe, apenas hay dinero para nada.  Vamos que, recuerda uno la feria de La Naranja en Valencia, con sus veinticinco mil espectadores y la plaza llena un día sí y otro también y, la nostalgia nos invade a cualquiera.

Pensar, como decía, que unos mal nacidos que pululan por el mundo de la política han acabado con una fiesta ancestral, maravillosa, de enorme raigambre en Venezuela y, la desdicha no puede ser más grande. Pero lo de los toros es pura broma porque como sabemos, en los últimos cinco años, la diáspora de dicho pueblo ha sido memorable puesto que, varios millones de venezolanos huyeron despavoridos dejando todo lo que tenían en la búsqueda de un mejor horizonte que, en el peor de los casos, les acercara al pan, algo tan pueril y simple pero que, en dicho país, hablar de pan es mentar un lujo al alcance de muy pocos. Siendo así, ¿qué podíamos esperar del futuro de la fiesta de los toros? Lo que en realidad ha pasado, la hecatombe al más alto nivel. Un país que carece de los más elemental como el pan, por no citar el papel higiénico, la lejía, la comida en todos los órdenes, pensar en que haya toros sería toda una locura.

Plazas como El Nuevo Circo de Caracas, Barquisimeto, Valencia, Isla Margarita, Maracay, Maracaibo…..y un largo etcétera de cosos taurinos que, apenas hace veinte años eran la admiración del mundo, ahora mismo son puro recuerdo de algo que fue y que nunca volverá. ¿Qué futuro le espera a Colombo como torero en su país? Hambre, miseria, desolación y lamento porque en Venezuela ha muerto la propia sociedad en la que viven, de tal modo, los toros no podían sobrevivir.

Eso sí, que no se preocupe nadie que, en España seguimos los mismos pasos que en Venezuela, todo será cuestión de que siga rigiendo los destinos del país la maldita izquierda que todo lo destruye y, en muy poquitos años hablaremos de la fiesta de los toro como un vago recuerdo al igual que ahora lo hacemos de Venezuela. Repito que, apenas queda nada para que estos malvados lo destruyan todo; empezaron por Barcelona, Vitoria, La Coruña, Játiva, Benidorm, Leganés……….amén de un largo número de plazas de menor relevancia totalmente cerradas por el capricho de unos cafres que, como se sabe, su único anhelo es la destrucción del país o pueblo al que dirigen.

RIP por los toros en Venezuela que, como digo, sería el mal menor; el daño más grande es que dicho país se ha quedado instalado en la miseria, la desolación, el hambre, la injusticia, todo por culpa de un maldito dictador que, paradojas del destino, de conducir una guagua, de noche a la mañana pasó a ser el Presidente de Venezuela.

En la imagen, el diestro venezolano, Colombo, como primer damnificado de la desolación y desdicha que se vive en Venezuela.