Reina un malestar general en Cehegín ante la corrida de toros que se celebrará el próximo 4 de abril en dicho pueblo murciano, justamente la tierra del maestro Pepín Líria. Es cierto que, de toda la vida de Dios en los pueblos han toreado las más grandes figuras del toreo; recordemos que, por ejemplo, Joselito El Gallo murió en Talavera, Ignacio Sánchez Mejías en Manzanares; pueblos al fin y al cabo que, como decía, por sus ferias y fiestas engalanaban sus plazas al augurio de los primeros espadas del escalafón.

En Cehegin se anuncian para dicha corrida Enrique Ponce, Morante de la Puebla y Manzanares que, para ellos, dicha corrida y a principios de temporada no es otra cosa que un puro entrenamiento porque, como todo el mundo podrá comprender, la corrida a lidiar no es de Miura, más bien de Garcigrande, de esa fábrica que hace toros como churros para deleite de sus lidiadores que, sin apenas exponer nada tratan de llevarse todo el dinero del pueblo.

Como exposición y marca, el cartel no puede ser más interesante. Luego, los resultados ya los veremos pero, donde radican todos los males es en los precios que han puesto en las taquillas que, en realidad, son prohibitivos para las gentes del lugar. Vamos que, un matrimonio que tenga dos hijos y quiera acudir a la corrida de toros, como se les ocurra ir a la sombra necesitan trescientos euros y, no está el horno para bollos.

Lo triste de la cuestión es que, los tres espadas anunciados, sabedores de que acuden a dicho recinto para un entrenamiento con traje de luces, para colmo, pretenden llevarse una fortuna por ello. Luego, lógicamente, viene la segunda parte del argumento que no es otra que la gente que acudirá; es decir, se barrunta, por todo lo que se rumia en el pueblo, que no habrá más de media plaza. Siendo así, ¿quién les paga los honorarios? Mentira, todo es mentira y nos quieren hacer creer que un burro vuela. No pasa nada porque detrás del empresario que da la cara está la casa Matilla, la que administra a dichos toreros que, en honor a la verdad, cobrarán si queda algo, de lo contrario, entrenamiento al canto.

Lo que ocurra entre bastidores le importa muy poco al aficionado ceheginero, lo que sí les preocupa muchísimo es que los precios de las localidades son totalmente desorbitados, un agravante más para que la gente deje de ir a los toros. Recordemos que, los toros que en su día eran un espectáculo del pueblo y para el pueblo puesto que era accesible a todos los públicos, en la actualidad, salvo en Madrid que hay tres mil precios de localidades, en el resto de los sitios ya es un espectáculo de privilegio y no digamos en los pueblos que, como en el caso de Cehegín, como antaño se decía, muchos tendrán que vender el colchón si quieren ir a los toros.

Fue en Cehegin donde se dónde se doctoró una de las grandes figuras del toreo hace ahora catorce años, nada más y nada menos que Alejandro Talavante que, junto a El Fandi y Morante. Antonio Corbacho, apoderado de Talavante por aquel entonces, no encontraba plaza para que su poderdante pudiera doctorarse y en la plaza murciana recaló que, dicho sea de paso, a la tumba se llevó Antonio Corbacho el secreto, porque nunca nos contó la hecatombe económica que en aquella tarde tuvo lugar en detrimento de su bolsillo.

¿Por qué antaño eran rentables los toros? Muy sencillo. Se abarrotaban siempre las plazas y se podían hacer números reales antes de comenzar el festejo; es decir, el presupuesto que se hacía era auténticamente real. El dinero que se convenía con los diestros era el que se pagaba porque, a tenor del presupuesto previo, todo estaba bajo control. Nada que ver con la macabra realidad del momento en que, como antes decía, Antonio Corbacho no confesó nunca su tragedia económica al ejercer como empresario en la plaza citada por darle la alternativa a su torero que, más tarde, como suele suceder, cuando el diestro empieza a ganar dinero prescindió del apoderado que le encumbró. Talavante sabe lo que digo.