El mundo de los toros está muy mal por las fechorías de los malos pero, lo que todavía está peor es por el silencio cómplice de los buenos. ¿Quiénes son en realidad los buenos? Deberían serlo todos aquellos que, desposeídos de todo interés al respecto, debemos de abogar por la justicia que no encontramos en lado alguno, puesto que mientras haya esas diferencias tan abismales entre los toros que matan unos y los otros, la sinfonía siempre nos saldrá desafinada. Es decir, mientras unos escuchan a Wagner, los demás se tienen que conformar con la dulzaina de su pueblo.

Cierto es que, las grandes empresas, a modo de mafia, controlan todo sin piedad y, el que está dentro de ese círculo queda salvado y, los que están fuera a comer mierda que es lo que pasa a diario. Moriré pidiendo justicia para el mundo de los toros y, lo que es más grave, pasarán los años y nunca se hará realidad mi sueño. Lo triste es que, dentro de ese circuito de privilegiados apenas me sobran dedos en las manos para contarlos. Sobre el tema, cuando pienso que tenemos casi ciento cincuenta matadores en activo me entra un pavor de espanto. El asunto es tan serio que, deberíamos de reflexionar de forma profunda al respecto, especialmente todos aquellos que aspiran a las migajas porque no hay otra cosa.

Hemos podido ver los toros que ha matado este domingo Miguel Ángel Perera en La México y, las imágenes, como sucediera con Morante, son para ponernos a llorar y no parar hasta el año próximo. Para colmo, nuestros compañeros de allende nos han mandado la foto que mostramos, toda una ilustración de la gran mentira que es el mundo de los toros. En esa misma imagen vemos en la parte superior los toros lidiados en Acho, Perú y, en la parte inferior de la fotografía, los toros corridos en Bambamarca, ambas plazas peruanas. Es decir, lo primeros han sido estoqueados por las figuras y, los de la parte inferior, por los desposeídos de la fortuna.

Dicho lo explicado, resulta muy sencillo comprender el motivo por el cual el fútbol es un deporte de masas que no morirá jamás y, lo que es mejor, cada día tendrá más adeptos. ¿Motivos? Sencillamente porque el balón es redondo, las porterías son igual para ambos equipos y todos, sin distinción, tienen las mismas armas. ¿Quién gana? El más hábil, sin duda alguna. Pero nadie tiene argumentos para hacer crítica alguna al respecto porque, podrán quejarse de un árbitro que no ha señalado un penalti, pero eso son simplezas porque, la gran cuestión es que todos juegan con las mismas armas para poder meter el balón en la portería contraria. Fijémonos si el fútbol es justo y equitativo, además de noble que, por el ejemplo, el Éibar le ha ganado al Real Madrid, por citar un ejemplo esclarecedor al respeto de la verdad que en dicho deporte existe. Igual de felices nos sentiríamos los aficionados a los toros si pudiéramos decir que El Juli ha matado la corrida de Saltillo en Madrid.

Si imaginamos una fiesta de los toros que fuera justa, sería entonces cuando ganaría adeptos y aficionados en tropel pero, imágenes como la que mostramos se repiten a diario y, una vez y otra más, es decir, siempre, la ventaja la tienen los mismos que, por su caché, prestigio, apoderados, recomendaciones, oportunidades o mil razones más, matan el medio toro cuando, la gran mayoría de los toreros, es decir, el noventa y cinco por ciento de ellos, tienen que pechar con la más dura, es decir, con lo que los demás consideran migajas que no las quiere nadie. Fijémonos en la torpeza de los grandes taurinos que, a diario, todavía se preguntan cómo puede ser posible que las máximas figuras del toreo español y mexicano, todos juntos, apenas congregan un tercio de plaza en La México. ¡Ah, pero todavía quieren más pruebas!

Decía yo hace unos días que la fiesta de los toros no morirá jamás en Perú, refiriéndome, claro está, a las plazas de los innumerables pueblos donde se dan festejos taurinos y, como se comprobó, no nombré la plaza de Acho porque de todos es sabido que eso es territorio de las figuras, por ende, escenario donde aparece el torito arregladito en todos los órdenes para uso y disfrute de los poderosos que, saben hacer de todo, menos matar un toro como Dios manda. Son los pueblos peruanos los que siguen engrandeciendo la fiesta de los toros y, si se me apura, todos los lugares del mundo, Azpeitia podría ser el primer ejemplo de los municipios de España.

Repito lo dicho con anterioridad, si analizamos la foto que aquí mostramos pronto entenderemos todo lo que narramos que, sin lugar a dudas, no es otra cosa que la tremenda desigualdad que existe dentro del mundo de los toros. Más que desigualdad, yo diría que se trata de dos mundos distintos, dos tauromaquias que nada tienen que ver la una con la otra puesto que, mientras que la inmensa mayoría de los toreros pechan contra lo más duro de las dehesas, la minoría afortunada parece que les hacen los toros a media, vamos, al igual que se hacen el vestido de torear, de igual modo les confeccionan los toros a lidiar. Eso sí, será muy injusto lo que hacen, pero les siguen llamando figuras del toreo. En realidad, son eso, figurantes ante unos toros indefensos y moribundos que, el hecho es tan repetitivo en todas las ferias del mundo que, el personal, hasta se lo ha creído; pero no ya tanto puesto que, la desertización del aficionado en las plazas de toros es una constante, México es el fiel reflejo de lo comentado.

¡Mirad la foto, sobran todas las palabras!