Sin lugar a dudas, si el mundo del toro fuera justo con sus mismos protagonistas, a estas alturas de la temporada, ya casi fenecida, empresarios y toreros ya deberían de estar organizando un multitudinario homenaje a Roca Rey que, por culpa de su lesión ha beneficiado a tantos, en primer lugar a los empresarios que, con las ferias montadas con su nombre en los carteles y, lo que es peor, a sabiendas de que no podría actuar mantenían al peruano como reclamo en sus proclamas.

Sería de justicia que, la grey empresarial, encabezada por los mandones del empresariado, todos, sin distinción, ya deberían de estar montando o un festival o un acto en honor al diestro peruano puesto que, gracias a él, en este caso a su ausencia, ésta ha servido para que los empresarios se ahorraran un dinero importantísimo, cosa que me alegro porque el dinero cuesta mucho de ganar pero, por esa misma razón, los que han sido beneficiados deberían de rendirle gratitud al chico de Los Andes que, como se sabe, tiene más poder de convocatoria que ningún torero hispano.

Y no digamos de los toreros que, de forma mayoritaria, un tal Cayetano ha hecho la temporada de su vida gracias a las sustituciones que le encomendaron al no poder actuar Roca Rey. Como vemos, el destino es muy caprichoso y, cuando nadie lo espera, surge de manera inesperada un lance fortuito y te pone en circulación como le ha pasado a Cayetano que, vulgar como el que más, con esa clase de toros que ha lidiado, habría que ser muy tonto como para no triunfar y, el chico no ha fallado.

Como vemos, la desdicha de uno se convierte en suerte para otros pero, “lógicamente” el pastel de Roca Rey se ha repartido entre muy poquitos y, sin duda, los que están protegidos por los que mandan en la fiesta. Por supuesto que, los honorarios de Roca Rey no tienen nada que ver con lo que habrán cobrado los que le han sustituido pero, un dinero fuerte seguro que se han llevado porque en algunas plazas, como quiera que hasta el último día la gente creía que iba Roca Rey, apenas nadie devolvió una sola entrada lo que certificaba que seguía quedando dinero en las taquillas, un dinero que ha beneficiado como siempre a los mismos para uso y disfrute de los que menos exponen que, a fin de cuentas, son los que todo el mundo protege.

La diferencia entre Roca Rey y los que han sido sus sustitutos es que mientras que el peruano pisa terrenos inverosímiles, sus compañeros se han limitado al sota, caballo y rey. Es decir, a cumplir su papel y si el animalito ha ayudado alabado sea Dios y si no lo ha hecho, otra vez será, hermano. Que nadie se equivoque que, Roca Rey no es nada del otro mundo y, lo que es mejor, él lo sabe, como sabe que, para triunfar tiene que jugarse la vida  y pisar los terrenos de los que yo antes hablaba puesto que, de ejercer como los demás, por ejemplo, Pablo Aguado se lo dejaría en mantillas. No es menos cierto que, con ese tipo de toros que lidia, hasta puede permitirse el lujo de darse los arrimones que otros no son capaces; pero ahí radica su éxito.

Como decía, sus sustitutos, Cayetano, Pablo Aguado, Paco Ureña, Antonio Ferrera y algunos más, así como los mano a mano que se montaron por aquello de que el pastel quedara incluso menos repartido, todos ellos, junto a los empresarios, deberían de hacer un acto, el que fuere, pero rendirle pleitesía al diestro peruano que, gracia a su ausencia, ha generado mucho dinero para otros bolsillos que, en actitud normal, no hubieran visto un duro porque lo hubiera ganado Roca Rey con su actitud frente a los toros.

Claro que, las sustituciones citadas las ocuparon los mismos, es decir, los de siempre, aquellos que son afines al poder, que no molestan, que no exigen y que son sumisos a sus amos. Recordemos que, en ese tipo de corridas en las que estaba contratado Roca Rey, para sustituirle, entre otros diestros, deberían de haber elegido a Diego Urdiales, Finito de Córdoba, Juan Mora, Curro Díaz, Juan Ortega, que son toreros puramente artistas que, con los animalitos de las grandes ferias, los diestros citados hubieran dado un espectáculo inolvidable puesto que, si de arte hablamos y nos olvidamos de la épica, el éxito, con dichos diestros estaba más que asegurado.

Pero una cosa son los deseos de los aficionados, los que pagamos para que este espectáculo siga vivo y, algo muy distinto lo que nos ofrecen a diario que no es otra cosa que lo que a ellos les da la gana que, en tantas ocasiones no se asemeja a la verdad que debería ser el imperativo legal de dicho espectáculo. Suerte que tengas que el saber poco te vale, axioma que nos viene como anillo al dedo al respecto de todo lo comentado.