He citado un par de nombres de toreros que, sin lugar a dudas, este año darán mucho que hablar. Me consta que, algunos aficionados se han pronunciado al respecto pidiendo que ambos diestros diriman sus aptitudes y actitudes en reñido mano a mano, cosa que no sucederá jamás porque ambos saben que, siendo interesantes, ellos solos no concitan el número de gente adecuado en una plaza de toros para que tengan éxito en taquilla. De igual modo, eso de retarse los toreros ha pasado a mejor vida. No digo que Pablo Aguado y Roca Rey les veamos juntos en algún que otro cartel con otro compañero que les abra plaza pero, de competencia nada de nada.

Los diestros citados son, sin duda alguna, el atractivo importante para este año pero, a medida que se vayan formalizando los carteles nuestro desencanto irá creciendo de forma alarmante. De que Pablo Aguado y Roca Rey podrían arreglar muchos males de la fiesta es algo notorio pero, a su vez, del mismo modo seguro que no están por la labor de engrandecer la tauromaquia, más bien, sí de sus propios bolsillos. Recordemos a Roca Rey en la pasada feria de San Isidro con los toros de Adolfo Martín y lo comprenderemos todo al instante.

La fiesta de los toros necesita de acciones y reacciones; unas por el bien de la misma y, las otras, para saber la capacidad de cada quien para comprobar quién es cada cual. Es decir, gestos al más alto nivel que, para nuestra desdicha no veremos jamás. Y, lo peor de la cuestión es que lo tienen todo a su alcance para acallar muchas bocas y, por ende, para engrandecer la fiesta de los toros. Claro que, para ello se necesita de un alma triunfadora y un corazón arrogante puesto que, no es suficiente un cuerpo acomodado para lidiar el toro que acostumbran que, en definitiva, como los hechos han demostrado, no esperemos catarsis alguna por parte de dichos diestros.

Es cierto que, los diestros citados lo tienen único a su alcance para lograr la gloria pero, teniéndolo todo, no lo aceptarán porque eso equivale al riesgo más alto y, asumirlo conlleva una convicción que ellos no tienen; que sí, que se pondrán bonitos frente a los animalitos que lidiarán, de eso no me cabe la menor duda. Pero de ahí, a encontrar la grandeza que nosotros pedimos y exigimos, el abismo es insalvable.

Recordemos que, para hallar la grandeza en su más alta expresión se necesita del Toro y, como se sabe, éste no aparecerá en los carteles donde figuren estos hombres que, figuras del medio toro, jamás lograrán la rotundidad del éxito que perseguimos porque ante ellos puede más, la comodidad que la capacidad para asumir riesgo alguno.

Una pena porque, ambos diestros, cada cual a su manera, tienen condiciones más que sobradas para hacernos callar y que nos traguemos todas nuestras profecías respecto a ellos. Pero como quiera que les falta valor para ridiculizarnos, que es lo mismo que enfrentarse al toro encastado, todo quedará como está; en la confección de carteles bonitos que, lógicamente, aplaudirán los menos exigentes que, ciertamente se conforman con muy poco.

En los momentos actuales nos encontramos con un dilema tremendo ante la fiesta de los toros porque, como es notorio, tenemos diestros de acusada personalidad que, de dar un paso hacia adelante, ganaríamos todos. ¿Quién duda de la capacidad de Roca Rey o del arte inmaculado de Pablo Aguado? Ahí no cabe objeción alguna puesto que, ambos, como decía, cada cual a su manera son candidatos para hacer lo más grande en la fiesta de los toros pero, insisto, no tienen capacidad para asumir el gran riesgo y, como quiera que lidiando el medio toro son aplaudidos, ¿para qué asumir otros riesgos? Así de sencillo, como así de cruel.

Cualquiera de las figuras actuales, si quisieran, le podrían dar un vuelco a la fiesta de los toros que, de la noche a la mañana la gente volvería a los recintos taurinos y, lo que es mejor, lo harían llenos de ilusiones, se crearían rivalidades, partidarios de unos y de otros y, por ende, sería la Fiesta con mayúsculas la gran ganadora. Como decía, Roca Rey y Aguado son dos nombres de suma relevancia para que volviésemos a soñar de nuevo. Claro que, las últimas cifras de ambos toreros son de puro antagonismo puesto que, mientas Roca Rey ha triunfado en todas las feria de América, Pablo Aguado ha cosechado un rosario de fracasos. Siendo así, ¿para qué un mano a mano con estos diestros? Como digo, no se hará nunca, primero porque no tiene interés y, acto seguido porque Aguado sabe que sería la víctima propicia para Roca Rey.

No lograremos nada, pero seguiremos insistiendo en la búsqueda de la verdad de la fiesta que, irremediablemente tiene que pasar junto a su majestad el toro. El burro fofo y derrengado ya sabemos lo que nos ha aportado; volver a lo mismo no deja de ser un juego de niños para que entremos al trapo los mayores, cosa harto difícil dada la experiencia que tenemos acumulada.