Poco que recordar de la feria de Alicante puesto que, salvo la catarsis de torería que nos ofreció Morante de la Puebla, lo demás queda todo en un segundo plano, incluso las salidas en hombros de algunas máximas figuras del toreo que, a estas alturas, tres días después de la feria, nadie recuerda nada. Si se me apura, habrá que recordar la fuerza desmesurada que tiene El Fandi en sus piernas que, además de torero, es el atleta más grande de España. Todas las ganaderías tenían procedencia Domecq, es decir, toros medio muertos de salida, sin picar, con dulzura y bondad para que sus lidiadores hicieran el toreo soñado. Y, la mayoría de la tardes nos tuvimos que quedar en eso, en sueños, porque lo que nos ofrecieron era de tan mala calidad que mejor olvidar todo, nos ahorramos disgustos.

Para mí desdicha que suelo ser muy curioso, me fijo en demasiadas cosas, de ahí mi infelicidad que me aturde casi a diario. Dice un refrán popular que la ignorancia es la madre de la felicidad y, nada es más cierto. ¿Para qué quiere uno saber tanto o ver cosas que no proceden? Para sufrir más de la cuenta como por ejemplo, cuando vi a algunos informadores mendigando una entrada, ahí me derrumbé; o sea que, para ver los toros tienen que suplicar que les den una entrada, un pase, un salva conducto porque dicen ser informadores. Claro que, tras ver lo que en realidad han informado, está clarísimo que no pagaron por ver los festejos porque los que hemos pasado por taquilla, con toda la honra del mundo, el espectáculo que hemos visto no tiene nada que ver con los que han visto los demás.

Qué pena, cuánta nostalgia nos trajo ayer el día de San Juan que, desde siempre, además de ser el día emblemático de la feria, la grandeza estaba asegurada en dicha fecha. Ahora todo ha cambiado porque ayer, como si fuera un mal presagio, la empresa contrató a tres jornaleros para cubrir el expediente, para dar toros en dicha fecha y, aquí paz y allá gloria. La feria de Alicante muere lentamente y, lo que es peor, que no habrá nadie que lo impida.

Me gustó mucho la participación del señor Luís Barcala como alcalde de la ciudad puesto que, estuvo en los toros, acudió como máximo representante político el día del pregón taurino y, repito, la actitud de este hombre me pareció de una nobleza extraordinaria puesto que, su predecesor, Dios lo tenga en su “gloria” en su casa y en su trabajo, por poco nos cierra la plaza puesto que, como todo el mundo sabe, faltaron apenas tres minutos para que le dieran el cerrojazo. Recordemos que teníamos un tripartido de izquierdas que, juntos, tenían más maldad que los toros de Dolores Aguirre lidiados el domingo en Madrid.

Como digo, no sé si el señor Barcala será muy aficionado a los toros puesto que, ese dato no lo tengo, pero lo que sí se puede certificar es su grandeza como político acudiendo al coso de la Plaza de España porque, como alcalde, era su deber, lo que cumplió con una dignidad admirable. Recordemos que, la fiesta de los toros morirá por propia inhalación de sus protagonistas, pero lo que no puede consentirse jamás es que nos cierren plazas de toros porque los dirigentes políticos no les gustan los toros y, lo que es peor, se consideran animalistas.

Al respecto de la política hemos tenido suerte con el alcalde Barcala puesto que, el hombre ha tenido una actitud loable, algo que le agradecemos de todo corazón; fijémonos como está la política que, un hombre como Barcala, que ha hecho lo lógico como representante político de la ciudad de Alicante, ese acto tan normal, lo vemos como lo más extraordinario del mundo. Políticamente dicho al respecto de la plaza de toros de Alicante, hace unos meses nos salvó la campana; es decir, la moción de censura que se hizo para echar a la calle a los indeseables que nos gobernaban y, para mayor dicha, tras las elecciones, que Barcala lograra la alcaldía de nuevo.

Peor lo tienen en Valencia que, como sabemos, mandan los rojos, es decir, los que todo lo quieren destruir y, la fiesta de los toros es su primer objetivo. Nadie lo sospecha ni barrunta, pero la plaza de toros de la calle de Játiva de Valencia puede pasar muy malos ratos. Veremos qué pasa con dicha plaza cuando se acabe el contrato que ahora tiene en vigor Simón Casas. Como decía, en Alicante faltó un segundo para que clausuraran la plaza que, para nuestra fortuna, nos salvó la campana.

En la foto de Pepe Tébar, ahí estamos con El Lince y el señor Rafael Ribelles, hasta ahora, Presidente del Club Taurino de Alcoy