Cualquier aficionado a los toros es capaz de sentir un cariño desmesurado hacia Serafín Marín que, como sabemos, fue el gran damnificado de Cataluña cuando unos desaprensivos, animales y estúpidos, abolieron la fiesta de los toros en la ciudad Condal, amén de en toda Cataluña. Al respecto, de forma personal, sentí mucha pena por Serafín Marín que, como sabemos, el hombre se ganaba el sustento de forma honrada toreando en Barcelona, la que era su plaza y, para su dicha, el escenario de sus grandes éxitos.

Es cierto que, artísticamente dicho, el cierre de la Monumental de Barcelona no le ha afectado, por ejemplo, a Manzanares ni a Morante que, con vitola de figuras del toreo nada les ha perjudicado el cierre de dicha plaza. Por el contrario, el mencionado cierre dejó sin su honrado pan a Serafín Marín y, lo que es peor, se lo quitaron los suyos. Como se demuestra, con paisanos como los de Marín no hace falta que busque ningún enemigo que éstos ejercen como tales, a las pruebas me remito.

Yo vi llorar a Serafín Marín cuando abolieron la fiesta de los toros en Cataluña puesto que, en Barcelona, como explico, era la plaza de sus triunfos, la que le abría otras puertas que, una vez cerrada la Monumental se le cerraron las demás puertas. Una pena, pero es una realidad implacable. Triunfaba Serafín Marín en Barcelona y dichos triunfos siempre tenían repercusión puesto que, toreaba en Madrid y en otros muchos lugares puesto que, como digo, el triunfo siempre es repercutible en todos los lugares.

Y escribo estas líneas de ánimo para el torero catalán porque tras haberse afiliado a Vox y que dicha formación le pidiera que entrara a formar parte de sus filas, ya ha sido criticado con saña. Y le han criticado los mismos que le arrebataron el pan, sus ilusiones, su profesión, su razón de ser, su meta en la vida; todo en Serafín Marín se circunscribía junto a los toros, naturalmente porque esa era su profesión. Pero unos mal nacidos que dilapidaban millones del erario público para caprichos personales, creyéndose los reyes del mundo, abolieron la fiesta de los toros en Cataluña, privando, como era notorio, de que cientos de miles de aficionados de aquella bendita tierra se quedaran sin poder ver el espectáculo que tanto les apasionaba y, en el caso de Serafín Marín, dejándole sin pan. Y ahora le critican que entre a formar parte de las listas de Vox; yo, en su caso, formaría en las listas del Diablo si se me propusiese con tal de buscar la fórmula para que los toros regresen a Cataluña.

Por otro lado es lógico que le critiquen toda esa chusma de mal olientes y desaprensivos puesto que saben a ciencia cierta que, Vox, con una pequeña parcela de poder pondría las cosas en su sitio y, muchos políticos catalanes tendrían que huir para hacerle compañía al golfo, sinvergüenza, delincuente y reptil que está huido de la justicia de España y que los suyos le siguen rindiendo pleitesía.

No me queda más opción que apoyar a Serafín Marín en su decisión y, ante todo, decirle que no se preocupe por todos aquellos que le tildan de no saber de política puesto que no pasa nada puesto que, como es notorio, en política, desde siempre han anidado muchos golfos y gandules que no han querido trabajar y que en la política han encontrado la forma y manera de vivir sin trabajar. En el peor de los casos, Serafín Marín es un hombre honrado que luchará por defender sus ideas que, las mismas pasan por la recuperación de la fiesta de los toros en Cataluña, un bien cultural y en su caso un medio de vida que unos hijos de mil padres le arrebataron sin piedad.

En política, pensar que se presenta un candidato con el estigma de la honradez, eso ya es todo ganancia, a las pruebas me remito puesto que, para desdicha de los ciudadanos, encontrar gente honrada en el mundo de la política es casi un milagro; los hay, por supuesto, pero los deshonrados han mancillado tanto la profesión que, para cualquiera que se pasee por la calle, hablarle de política es sinónimo de delincuencia, ahí están los políticos catalanes siendo juzgados no por ser precisamente unos angelitos. Como decía, Serafín Marín es un hombre honrado que, a diferencia del resto de los mortales, hasta se ha jugado la vida innumerables veces, todo, por lograr un justo pan.

Bien hallado seas Serafín Marín en el mundo de la política y, con toda seguridad, tu persona no defraudará; la pena es que el que fuera su amigo, Albert Rivera, no ha contado con él; no pasa nada, lo ha rescatado Santiago Abascal y hasta creo que ha salido ganando.

Pla Ventura