Según he podido saber con sorpresa incluida es que, desde lo que llaman las redes sociales nos han colgado el sambenito de terroristas. Dicho lo cual, es muy sencillo de entender que, aquello de querer defender y difundir la verdad es una tarea complicadísima cuando, como es notorio, en la crítica taurina priva más el amiguismo que la pura verdad de lo que pueda suceder en una plaza de toros.

Terroristas viene del terror pero, ¿tanto terror les puede producir a mucha gente que divulguemos la verdad? Mucho, porque conforme están montadas la estructuras de la fiesta, incluso la misma prensa no puede salirse de los parámetros establecidos. Cuidado que, hasta entiendo a todos aquellos que mediante la información y servicio a sus amos puedan ganarse un trozo de pan; pero si eso nosotros lo entendemos, de igual modo pedimos el respeto adecuado para todos los que, como es nuestro caso, no necesitamos de las migajas de nadie y, en nuestra alma de aficionados, es por ello que contamos lo que entendemos como justo.

Yo creo que la verdad habla por sí misma. ¿Cómo se puede justificar una corrida lidiada por las figuras y que los toros no tengan ni siquiera las mínimas fuerzas para ser picados? ¿Esa es la fiesta que hay que defender? Por el amor de Dios que ya somos mayorcitos, hemos visto muchas corridas de toros y para bien o para mal sabemos lo que es en realidad un toro de lidia. ¿Quién ha puesto objeción alguna, por ejemplo, a la corrida que lidió Victorino Martín hace pocos días en Sevilla? Hasta los mismos comentaristas de la televisión vibraron con los toros de Victorino abogaban diciendo que esa era la verdad de la fiesta y, no les faltaba razón; el problema llega cuando sale El Juli por la puerta del Príncipe de Sevilla y le dan el mismo tratamiento que a la verdad de Victorino. Algo falla entonces.  Qué casualidad, con los toros de Albaserrada ahí todos hemos estado de acuerdo. Que venga Dios y lo vea.

¿Cómo es posible que los que matan el toro amorfo, aborregado y sin fuerza alguna sean los que más cobran? Es cierto que, así está el mercado como diría el otro pero, ¿tenemos que comulgar con ello? ¡De ninguna manera! Nosotros, como aficionados aspiramos a mucho más puesto que no podemos conformarnos con el oropel  a sabiendas de que el existe el auténtico oro que no es otro que la grandeza de un toro bravo y encastado.

Desde el día que nacimos apostamos por la grandeza de la fiesta y, como es notorio, ésta solo puede esgrimirse con la autenticidad del toro que, saldrá mejor o peor, cuestión de genética, de suerte, de mil cuestiones más; pero siempre debemos abogar por el toro que es el rey de la fiesta. Lo que no podemos bautizar es esa fiesta podrida, adulterada y sin toro que es el argumento principal de todos los que dominan el espectro taurino. ¿Se imagina alguien que en la fiesta de los toros no existiera Madrid? Si así fuere, lamentablemente, sin Madrid la fiesta tampoco existiría. ¿Por qué algunas figuras huyen despavoridamente de Madrid? Sencillamente, cuestión de eludir el riesgo y, en el caso de El Juli, por ejemplo, en que todos sus acólitos cuentan como grandeza que al final diera el paso para estar en Las Ventas, la pregunta sería inevitable. Sí, se anunció pero, ¿con qué ganaderías? Está clarísimo. ¿Verdad?

Nosotros, desde nuestro medio no cambiaremos las estructuras podridas y obsoletas de la fiesta de los toros, pero si seguiremos difundiendo la verdad del espectáculo que, pese a que todo el mundo sabe cuándo es verdad y cuándo es mentira, nuestra verdad siempre estará por encima de todo intereses que pudieran presionarnos puesto que, si de algo podemos presumir es de ser libres como el viento. Los que no lo son, por citar un ejemplo, son felices cantando la grandeza de Victorino en Sevilla, pero les dan el mismo tratamiento a todos los demás ganaderos y figuras y, ahí se produce la catarsis de la mala información por no decir del fraude en las letras o con la palabra. Y si analizamos, entre Victorino y la llamada rama “Domecq” la distancia es más grande que desde que desde aquí a Lima como se decía antaño.

Es cierto que el toro de casta no lo quiere nadie pero, que se lo digan eso a toreros como Diego Urdiales, Pepe Moral, Octavio Chacón, Emilio de Justo y algunos más que, gracias al toro de verdad están ahora en candelero y toreando en todas las ferias. Y esa casta de la que hablamos, de la que huyen todos los ricos del toreo es la que arrebata el corazón de los aficionados; lo demás es pura parodia que sirve en el momento pero, cinco minutos más tarde, a no ser que se trate de Morante, ¿quién recuerda nada?

Posturas encontradas al margen, es lógico y cabal que haya opiniones divergentes de todos los gustos, incluidas las nuestras que, como se dice por ahí están implícitas dentro del mismísimo terror. Si nosotros respetamos a todo el mundo y nos importa nada lo que digan los demás, lo que si pretendemos es tener el mismo respeto hacia nosotros puesto que, si se analiza, lo único que hacemos es darle grandeza y categoría a una fiesta que, cuando está teñida de la verdad es lo más bello del mundo. Pensemos, recordemos que si todos defendiéramos, respecto al toro, la rama Domecq, el resto de los ganaderos todos hubieran muerto de hambre, amén de sus admirados lidiadores que, de no ser por los encastes que defendemos, todos trabajarían en la obra, por tanto, no es nada desdeñable nuestra opinión.

Pla Ventura