En el debate político del día de ayer al respecto de todos los candidatos a la presidencia del Gobierno, barrunto que todo quedó en el aire y, si nos centramos en el tema que nos compite, los toros, ahí si que morimos todos por asfixia en torno al asunto que tantos miles de millones aporta al Estado español.

Más que un debate lo que pudimos ver no fue otra cosa que un punto de vista de cada uno de los candidatos puesto que, un debate era lo que se hacía antaño. Ellos, los presidenciables, exponían sus opiniones ante distintos temas pero, como se comprobó, nadie abordó la cultura, por ende, el mundo de los toros que, además de ser patrimonio cultual de España, como es notorio, aporta tantísimo dinero para que España viva mejor gracias a los impuestos adicionales que pagamos los aficionados a los toros.

Como diría el insigne Fernando Sánchez Dragó, no me gusta ningún partido político pero, si entresacamos lo mejor de cada uno de ellos, posiblemente, logremos un gobierno lleno de dignidad, una utopía inalcanzable pero que, para soñar nos viene como anillo al dedo.

Políticamente dicho, cada cual tiraba el agua a su molino, salvo Pablo Iglesias que, en sus intervenciones fue todo un cántico de alabanzas para Pedro Sánchez para que éste le tenga en cuenta a la hora de formar Gobierno que, sin duda, así será. Y lo afirmo porque Pedro Sánchez se sabe ganador, sencillamente porque somos un país de ignorantes que nos creemos todas las mentiras que dice un señor que ha llegado a Presidente del Gobierno sin que nadie le haya votado.

Sobre el tema de los toros, me decepcionó muchísimo Albert Rivera puesto que, en su momento se confesó amante y defensor de la tauromaquia y, la gran realidad es la que dijo Serafín Marín que le considera un traidor a sus ideas porque dijo que apoyaría la fiesta y, una vez ostentó un cargo de relevancia se olvidó para siempre de los toros.

Para la izquierda, por mucho que digan, la vida de una persona no vale nada puesto que, como afirmó ese tal Iglesias, hay que hacer una ley para la defensa de los animales; es decir, que los borricos, en vez de que su albarda sea de astracán, ahora quieren que sea de seda; una pena que no queden borricos, de cuatro patas porque de dos, los tenemos por doquier. Ahora todo gira en derredor de los animales; no quieren que sufran los pobrecitos, por eso los han eliminado de los circos puesto que se estresaban, dejando en el camino a miles de personas que, por culpa de esa mala gestión se han quedado sin trabajo.

Pensar como aficionado a los toros y ver a Pedro Sánchez es una atrocidad puesto que, este tipo jamás romperá una lanza a favor de nuestra ancestral fiesta, sencillamente porque para la izquierda, los toros los invento Franco. Siendo así no hace falta pensar mucho para comprender el futuro que nos espera a los aficionados con este sujeto si sale elegido de las urnas, como en verdad saldrá; quizás no con mayoría, pero ahí están sus vasallos, Iglesias y Errejón que le harán el caldo gordo para que pueda gobernar Pobre España, en las manos que vamos a caer. Luego, como siempre, nos lamentaremos pero ya será demasiado tarde.

Me gustó la templanza de Pablo Casado que, sin decir nada sobre la fiesta de los toros, amén de la coherencia de su programa, sabemos que es aficionado a nuestra singular fiesta, por tanto, daño no le hará alguno, todo un valor en alza en los tiempos que corremos. Pensar que puede haber un presidente del Gobierno que no atacará a la fiesta de los toros ya es todo un éxito.

Vimos con expectación la presencia de Santiago Abascal al que todos tildan de extrema derecha de España cuando este señor lo único que pide y defiende es la libertad de todos para todos, algo muy sencillo pero que no entra en la cabeza de los insurrectos de izquierda que, para ellos, Abascal es poco más que el ogro maldito. Su posición taurina ya la sabemos, es un gran aficionado a los toros y, para colmo, es amigo de Morante, todo un lujo que nos hace sospechar que, de llegar al poder, nuestra fiesta sería ensalzada como nunca antes lo había hecho.

En el debate no hubo un claro ganador, pero si nos circunscribimos a la realidad, lo positivo para España sería una coalición de derechas porque, de ganar la izquierda, no es que lo pasaremos mal los taurinos que sería el mal menor, siendo gravísimo; lo pasará mal España entera puesto que votar izquierdas no es otra cosa que opositar al hambre y la miseria.

En la foto los candidatos a la presidencia del Gobierno.