En plena calle nos encontramos con un tumulto de gentes que, estupefactas están viendo como dos individuos se están pegando puñetazos, posiblemente por aquello de dirimir cuestiones con las que no están de acuerdo y, como ocurre siempre en la sociedad en que vivimos, acaban enzarzándose en una pelea descomunal hasta que por fin, llega la policía, les retiene y acaban todos en la comisaria. La lectura es que dos hombres se han enzarzado a puñetazos en plena calle y ha sido la autoridad la que les ha detenido.

Lo dicho no deja de ser un escándalo en toda regla pero, sin embargo, si acudimos a una velada de boxeo vemos lo mismo, a dos hombres pegándose hasta la saciedad pero, de forma reglamentada, hasta el punto de que miles de espectadores miran el combate con enorme expectación. O sea que, una riña vista de una forma u otra, la primera es motivo de escándalo y la segunda de admiración. ¿Qué ocurre entonces? Está clarísimo, el boxeo es un deporte legalmente establecido mientras que, las riñas y peleas en la calle son sinónimo de delito.

Dicho lo cual trataré de explicar el paralelismo que tiene la fiesta de los toros con las peleas callejeras antes citadas. Para muchos insensatos, especialmente de izquierdas como no podía ser de otro modo, la fiesta de los toros no es otra cosa que una bronca callejera en la que tienen que intervenir la autoridad para que nos alejen de la misma. Así se lo han hecho creer a los animalistas, a los que con sus acciones demuestran que la vida de un gato o un perro valen mucho más que la de un ser humano. Así nos miran y de ellos nos tenemos que librar. Es, como dije tantas veces, esa corriente demoledora que se ha creado por parte de nuestros indeseables gobernantes en la que, desdichadamente, mucha gente nos mira con ojos de recelo, es decir, como si fuéramos delincuentes que, aplicando la lógica, no hay delincuente más grande que el que atenta contra la fiesta de los toros que, regida por una leyes y ancestros por sus siglos de historia, nadie debería de mancillarla en su fuero interno.

Como decía, todo el mundo se alarma cuando ve una trifulca callejera y, por el contrario, como antes dije, dos hombres se pegan en un cuadrilátero y acuden miles de personas para admirarles. Pues eso mismo somos nosotros los aficionados a los toros, unas gentes de bien que quieren difundir una fiesta antigua que ha hecho felices a miles de millones de personas en el devenir de los años y que, ahora, unos mal nacidos nos quieren equiparar con la pelea callejera aludida. Los toros, claro, no se celebran en un cuadrilátero pero sí dentro de una plaza de toros que, al respecto de lo contado, viene a ser lo mismo, un espectáculo que nada tiene que ver con los escándalos callejeros y sí mucho que contar por aquello de ser un espectáculo legalmente establecido.

Nosotros, los aficionados, no somos delincuentes; los que delinquen y mienten están en las tribunas del poder; nosotros somos gentes de paz que acudimos a los recintos taurinos para que, con el pago de nuestra entrada, con los impuestos que la misma conlleva, en su parte alícuota puedan vivir cientos de degenerados que se dedican a la política porque trabajar les viene cuesta arriba, es decir, para mantener a gandules que, como único logro, éste no es otro que destruir todo aquello que no les gusta. Lo dicho, mierda para toda esa gentuza que no saben respetar a los demás puesto que, en los momentos actuales, decir viva España es un delito gravísimo, que se lo digan al señor que gritó su viva a España en la calle Ferraz y fue detenido en el acto pasando doce horas en un calabozo.

Por cierto, el tal Pedro Sánchez que ya es Presidente electo de España, ese mismo individuo es el que alimenta broncas en las calles con su programa de gobierno pactando con indeseables, separatistas, criminales y demás escoria de nuestra sociedad para que, al final, acabe todo en una “pelea callejera” que, para nuestra desdicha no será otra que media España enfrentada contra la otra mitad.

En este estado de derecho que nos desgobierna, si quemas una bandera de España te aplauden, si atentas contra el Rey te hacen un homenaje, si vitoreas a los asesinos y separatistas, ya tienes el carnet del PSOE en la boca, si te acuerdas de la madre de Santiago Abascal te hacen diputado en tres segundos. Eso sí, pobre del que se atreva a confesar que es amante de la fiesta de los toros. Y no te digo ya con el alcalde de Calahorra, sociata por cierto, que en su puta red social publica que el Rey es de derechas porque lo defienden los partidos de la concordia y el orden; o la asquerosa de Ada Colau, alcaldesa de Barcelona que, como su gran genialidad no es otra que pretende suprimir el puente aéreo entre Madrid y Barcelona.

Está clarísimo, en esta España nuestra, el primer retrasado mental que pase por la calle, de repente alcanza un puesto de relevancia en el mundo de la política. Eso sí, como requisito imprescindible tienes que ser de izquierda, defender el matrimonio del mismo sexo, comprarte un perro, atentar contra España, odiar al Rey, quemar nuestra bandera, defender el separatismo, ser amigo de Maduro y Evo Morales y alguna que otra cosita más y, con tales requisitos hasta se puede ser presidente del gobierno, a las pruebas me remito.

PACMA, sin ir más lejos, ya está reclamándole al indeseable de Pablo Iglesias que hagan un referéndum al estilo de Ecuador para ver si la gente quiere toros o todo lo contrario. Es decir, desde cualquier punto de vista que lo miremos, este gobierno maldito que nos ha caído encima buscará la forma para que, la bronca entre todos los españoles sea una constante. Ya se sabe, divide y vencerás, es el lema que esta gentuza suele utilizar a sabiendas de la ignorancia de todos votantes de estos apestosos que, repito, lo único que saben es engrandecer la pelea callejera para salir ellos victoriosos.

En la foto que mostramos, dos individuos que con sus acciones avivarán la bronca callejera en todo los rincones de España y, por cierto, que no nos pase nada a los aficionados a los toros con estos tipos en el poder. Ya me lo contaréis en el devenir de los próximos meses.