En tenso clima político y social se halla una España cada vez más polarizada, dividida. Novedosísimo. Se vuelve a hablar de las “dos Españas”, de vencedores y vencidos, de opresores y oprimidos, de extremos tal y cual. Y en este duelo de inválidos (los políticos) seguimos los ciudadanos de a pie inducidos en un Matrix, pensemos que a ellos les reconforta el enfrentamiento del pueblo, pues les mantiene en el poder.

Entre tanto barullo, y con el populacho demasiado despierto en unos temas, pero adormilados en otros, aprovecha el señor ministro de (in)Cultura José Manuel Rodríguez Uribes para apoyar de forma desproporcionada a distintas ramas de la cultura en detrimento de la tauromaquia, ya que la ha dejado de lado.

Ante este despropósito, el mundo taurino se reivindica en redes, desde profesionales hasta aficionados, pero, mi pregunta es: ¿Ahora? ¿Es necesario esto para hacer consenso en la tauromaquia? ¿No lleva ya bastante tiempo la Fiesta pudriéndose?

Con más preguntas que respuestas me hallo, y, sobre todo, cuando veo que quienes más se agitan y reivindican en este movimiento -también porque tienen más poder- son las figuras. Necesarias, pero hasta un punto. ¿Por qué les preocupa de repente tanto esto? ¿Por qué no se han dignado la mayoría en salvar a encastes minoritarios? ¿Por qué algunos han tomado la vía de la sinvergüencería lidiando a toros afeitados? ¿Por qué ante esa censura no se manifiesta?

Solo me cabe pensar que más que por amor a la fiesta, este recalcitrante sentimiento por el toro por parte del elenco figuril es una farsa que se mueve por sus intereses personales y económicos, ya que está en juego su futuro. Si esto que acabo de afirmar fuese falso en su totalidad, se habrían manifestado antes ante tanto despropósito hacia el toro, algo que desemboca en pérdida de esencia y diversidad, y por consiguiente, en la caída de la tauromaquia.

Como esperanza, ojalá el Covid haga de las figuras seres de empatía que se abran a lidiar todo tipo de encastes para obrar su salvación, y por otro lado seamos capaces de calmar la Fiesta creando paz entre nosotros, y actuando con unidad y respeto. Pero es solo un deseo.

Todo sea por el toro.

Por Pablo Pineda