Matinal en Olivenza, con sol y un cielo claro, nos dispusimos a ver la corrida preparada por Victoriano del Rio para las dos figuras extremeñas, Emilio de Justo y Ginés Marín. Una corrida que duro algo más de 2h y 40 minutos, larga, muy larga, porque no se llegó a ver nada extraordinario. La corrida fue justita de presentación, con toros engordados, y con muy poquita cara, en su mayoría acapachados, bizcos, y algún corniapretado. Todos lucían puntas, tal vez les hayan sacado puntas, o tal vez vengan íntegros, quien sabe. Los 4 primeros, incluido el sobrero, tuvieron mucha nobleza y poca fuerza. Los 3 restantes tuvieron algo más de casta, recorrido y transmisión, el más bravo el 5 de la tarde. En conjunto fue una corrida muy noblota, y con clase.

El tercio de varas fue un mero trámite, aunque se puso interés en llevar al toro con gusto al caballo. Los picotazos no pasaron de un mete y saca rápido, los toros no daban para mucho más.

Emilio de Justo puso el toque clásico en la mañana. Siempre dando el pecho, muy atornillado en las zapatillas, dirigiendo muy bien la muleta con las yemas de los dedos y el juego de muñeca, tuvo naturales de inmenso temple. A porta gayola se fue para sacar lo mejor de la mañana a un quinto que fue el más bravo de la corrida. Un buen porrazo se llevó el torero de Torrejoncillo en la cara cuando en la salida el toro se le cruzó. Las ganas pudieron, la vergüenza torera se impuso y con la mitad de la cara amoratada, templo la brusca embestida de un toro, que acometía rebrincado. Lo toreo despacio, con garra y tesón, con la entrega de un novato que no tiene nada firmado,  la tanda final fue pura torería a un bronco toro, se tiró muy derecho a matar y fue prendido sin consecuencias. El balance de la mañana fueron 3 orejas.

Ginés Marín puso el toque de toreo para la galería, empeñado en circulares y pases por la espalda durante sus faenas. En ocasiones estuvo muy fuera de cacho, y punteado. Tuvo muletazos de mucha despaciosidad, sobre todo de algunos cambios de mano. Entre la tauromaquia que eligió ante 3 buenos adversarios fue la del lucimiento de cara al público, nunca quiso entrar en la batalla de la pureza. Tuvo un cañón en la espada con estocadas muy efectivas. 5 orejas.

Se han dado orejas, la gente ha disfrutado, pero la realidad es que salvo detalles no se ha visto una faena completa. Le ha sobrado festividad y ganas de folclore a los tendidos de Olivenza, le ha faltado algo más de emoción, verdad y pureza a los matadores.

Por Roberto García