•  Un cuarto de plaza en el sexto festejo de la temporada grande en la Plaza de toros México.

“Eolo”,  quien visitó el Coso hace una semana decidió tomarse unas vacaciones quizá cansado de las culpas que lo aquejaban por su reciente protagonismo, por lo que “éste” no sirvió de pretexto el día de hoy.

El encierro de “Xajay” estuvo correcto en morfología , salvo por un impresentable que otro que salieron como moro entre cristianos. Hubo de todo en el comportamiento de los mismos y  un arrastre lento un de un juez con posibles cataratas.

Sebastián Castella sin duda ha tenido románticos encuentros con la afición capitalina, pero no ha logrado seducir al público de aquellas maneras en que lo ha logrado en Colombia o Ecuador, en donde las masas se volcaban ante su presencia en un cartel.

Pausado y sereno logró entender el “genio” que el toro exhibía por el lado izquierdo y así, por el contrario con caricias firmes pero suaves, con el toque fino del terciopelo, rozaba los cornamentas como el amante que con poesía y flores logra extraer una sonrisa pura después de un goloso beso. Y el amor se nota así que el reconocimiento anunciaba matrimonio pero para variar cayó el velo rompiendo el momento perfecto y la oportunidad del francés de recibir un trofeo. Al toro, los honores.

El segundo, más incómodo, cuál aquella damisela herida en su ego, que intenta defenderse sin la capacidad de entregarse, de confiar en que esas podrían ser las manos que la llevarán a la gloria. Momentos dignos de un sumiso recuerdo, pero sin duda como una sola noche que se olvidará con el tiempo.

Paco Ureña, el gran triunfador de la presente temporada española atrajo sin duda a gran parte del tendido que acudió al festejo, motivados por la verdad que acompaña siempre al murciano en su paso por los ruedos.

Pero el marrajo habría de hacer escarnio. Con malas ideas buscaba la oportunidad de mostrar su talante.

Un piano desafinado para una sinfonía de Mozart, daría al traste con el más grande esfuerzo del ejecutante, que esmerado buscara plasmar sus cualidades y talento, siendo discrepante y destemplando los finos tímpanos de la audiencia.

Así fue el tercero de la tarde, que desde salir fue protestado. Sin embargo la culminación de su pieza, fue brillante y nítida, causa por la cual saludó en el tercio.

El detalle del brindis a su amigo y compañero Arturo Macías, quien no logra recuperarse de una cornada sufrida en septiembre en Madrid, le otorgaron una ovación sentida.

En el sexto de la tarde hubo ante un soso perdido, la voluntad de comenzar a llenar la partitura, pero la tinta estaba seca y aunque buscó en el tintero, todo quedó ahí, sin la posibilidad de que los violines emanaran sus dulces notas.

Octavio García “El Payo” esperanzó al cónclave ya que dijera el gran poeta Manuel Benítez Carrasco, en su clásico “Jugando al toro” -frente a tus duros pitones, mi capa de mariposa, yo bambú con una rosa, tú la muerte y sin razones. A tus malas intenciones opongo brazo y cintura, y ya ves con que finura a verónicas de raso, me juego la vida al paso, sin perder la compostura-. Se abrió de capa y era una danza conjugada en el lugar perfecto. Todo anunciaba un triunfo rotundo. Pero… Sin duda la calidad del toro y el recorrido, la fijeza y acometividad  fueron el basamento de la pirámide. La estética del queretano iba componiendo las piedras para una bella obra de arquitectura. Belleza y estilo que para la mitad de la faena dejaban ver más y más las cualidades del toro. Y en cambio, pese a instantes reveladores dotados de esplendor y gallardía, se comenzó a desmoronar lo simentado. Las fallas en la suerte suprema no se hicieron esperar y ello acusó ciertas protestas.

Y dejó con las ganas al auditorio de disfrutar las mieles, permitiendo solo, a su paso,  la estela de una esencia fina de jazmín que le volverá a dar cuerda para otros cuantos años.

Andrè Lagravere, confirmó su alternativa y tuvo cierta suerte con su lote.

Muy polémica la inclusión de “El Galo” en la temporada, considerándose que la justificación para torear en esta plaza es el mérito y es algo por lo que muchos lo ponen en tela de juicio.

Sin duda las ganas no faltaron en ningún momento de su actuación, y logró animar a los dubitativos. Banderilleó eficaz, más que técnicamente, lo que le fue agradecido. Y ya en su labor, variedad. Logró series con cierto temple, buscando a toda costa poderse quitar un estigma que lo ha acompañado desde su anuncio en la presentación de los carteles. Evidentemente su juventud se manifiesta repetidamente, pero el sabor que dejó en la boca de los presentes fue sin lugar a dudas con carácter de positivo.

Con el segundo, y tras una faena empeñosa, en que aprovechó el recorrido alentando a ese noble público que tiene tanta necesidad de triunfos superiores, estuvo a punto de recibir una oreja. Sin embargo el juez, acertadamente la negó.

Un muchacho que si bien está siendo apadrinado para colocarse en un cartel como este, tiene que torear y prepararse rigurosamente, pues si la próxima vez que toree en la México sus méritos son los mismos que hasta hoy, difícilmente lo veremos seguido.

Este jueves, la corrida “Guadalupana” anuncia el “ansiado retorno al ruedo de la México, de la ganadería de Begoña” para ser lidiado por Sergio Flores, Roca Rey y Luis David.

Por Alexa Castillo