La temporada 2021 nos está dejando muchas realidades, detalles y verdades. Sin entrar en detalles en los entresijos de una tauromaquia cada vez más corrompida, quiero centrarme en el renacimiento de un Esaú Fernández.

Empezó la temporada en marzo, en Ossa de Montiel, y en estos pocos meses hemos visto como se ha ido cuajando, actualizando, madurando y arriesgando. El torero que para muchos ganaderos es de los mejores en el campo, esta dejando huella en las plazas.

Da igual el toro, encaste, o plaza, sabe que es su momento, el ahora o nunca, tal vez el último tren, y esta toreando como si acabará de tomar la alternativa, acompañado de la.madurez y el poso de los años.

La recuperación de un torero que puede entrar en el circuito de las grandes ferias para competir con las figuras, y volver a dar un toque de variedad. Valor, temple, muñeca y verdad.

Todavía me acuerdo de aquel toro que cuajó hace unas semanas. Atornillado, de frente, despacio, dando el pecho, embarcando con la panza, vaciando detrás de la cintura. Las yemas tocando el pulso de corazones que gritaban… ¡Oleeee!

Es su momento, es su año, y está vez está preparado para todo. Sin vacilar,.consciente de la responsabilidad, pero sabiendo que ahora su toreo es completo. No tiene presión, torea para su alma, para alimentar su corazón. Por eso, cuando un torero se rompe así, es cuando llega al tendido, porque ya no tiene nada que perder.