No hay nada más gratificante en el mundo que, como me ha sucedido ahora con Paco Cañamero, que un semejante te invite a elogiar su obra porque, lo dice el autor todo, nunca el que resalta sus palabras puesto que, en esta ocasión, tras lo narrado por el compañero Cañamero, sobran todas las palabras, pero es necesaria la gratitud hacia su persona porque su obra así lo demanda. Eso quisiera yo, que a diario, mis semejantes, con sus acciones, me invitaran al elogio, al aplauso por algo bello acontecido, a la admiración hacia el compañero por admirar su obra pero, de forma desdichada, la realidad y este mundo que vivimos, casi siempre tenemos que utilizar la crítica despiadada como otros nos califican, razón por la que hoy, alborozado, canto las excelencias de un compañero admirado y, sin duda de su obra inmortal.

Cuando se trata de alabar o elogiar una obra maestra, uno tiene la sensación de estar flotando porque, como se sabe, en este mundo en que vivimos en que, la maldad, de forma concreta en el mundo de la política solo invita al desánimo, muchas veces a la rabia y desesperación si uno piensa, por ejemplo, en Pablo Iglesias y personajes afines a tal esperpento de personaje que, dado su poder, quiere acabar con la democracia y, por ende, con España. Gentes como el personaje citado con los que nos hunden en la miseria mientras que, un libro, en este caso Fado entre encinas, nos deja esperanzados ante la vida al comprobar que, como Cañamero, todavía queden románticos de la palabra y la letra escrita.

Sabiendo lo que sabemos ante la situación en que vivimos, leer a Paco Cañamero en su último obra, Fado entre encinas, no deja de ser una bocanada de aire fresco para el alma de cualquier lector ya que, el autor salmantino nos traslada con su novela hacia un hecho concreto que tuvo lugar un 18 de diciembre de 1965 en que, el tren Sudexprés, París-Lisboa, chocó contra el “ligerillo”, otro tren estacionado en Villar de los Álamos en que murieron muchas personas. La fatalidad del destino se hizo presente aquella aciaga fecha que, los salmantinos no olvidarán jamás.

Cañamero nos traslada hacia aquel año con una realidad asombrosa que, por momentos, parece que estamos todos inmersos en la tragedia en la que, como testigos mudos, nos quedamos asombrados ante aquel drama fatídico que asoló a la región salmantina y, por ende, a Portugal. A cualquiera se le sale el corazón del pecho al ser “testigo directo” de aquel acontecimiento que marcó la vida de tantos salmantinos, especialmente de los que sobrevivieron a la tragedia, de forma muy concreta dos portugueses de profesión camioneros que, habiéndosele averiado el camión el destino quiso que tomaran dicho tren pero que, por el contrario, pese a todo, salieran ilesos de aquel macabro accidente. Estos lusitanos nombrados son el fiel reflejo de lo que puede hacer el destino, como a su vez, en la tantos desdichados que, ilusionados como regresaban de Francia para pasar las navidades junto a los suyos, allí encontraron la muerte.

Sin duda alguna Fado entre encinas no es una novela al uso; es un libro de una tremenda reflexión de la España de aquellos años, cómo eran sus trenes, las vivencias de cientos de miles de españoles que emigraban a Francia, Suecia, Suiza….todo ellos con la ilusión de encontrar un futuro mejor para ellos y sus familias. Y, previo a la tragedia que nos ocupa del citado tren, Paco Cañamero nos muestra su Salamanca monumental, sus recovecos más bellos, su plaza mayor, su “barrio chino”, las ganaderías de bravo de la zona, sus encinas y, por encima de todo sus bellas gentes.

Tras el accidente tan aciago y amargo, vemos la solidaridad de los salmantinos que, en aquellos años, el hecho de ser solidarios era de un rango excepcional puesto que, los medios que teníamos y la precariedad con la que vivían las gentes, mostrar la solidaridad era un hecho admirable.

Me ha fascinado la última obra de Cañamero que, si no recuerdo mal, son ya treinta los libros editados, miles de artículos escritos y, lo más hermoso de todo lo que digo no es otra cosa que, en el caso del compañero citado, cuando todos le admiran como crítico taurino, dentro de su ser anida un escritor al más alto nivel porque, de sus manos y sentidos han brotado obras de distinto contenido, taurinas y ajenas al mundo de los toros, pero todas ellas impregnadas por la más patente realidad en la que su autor ha sostenido su grandeza como narrador.

La grandeza de un libro no es otra que, -dicho en cristiano- empezar un libro y no poder parar hasta que lo termines, algo que me ha sucedido a mí con Fado entre encinas, un relato conmovedor donde los haya en que, el lector queda atrapado en sus páginas sin solución de poder parar hasta llegar al último capítulo. Todo un estilo costumbrista el del autor salmantino que, si pretendía sobresalir ante sí mismo y junto a toda su obra, lo ha logrado por completo. Nunca una “inversión” me resultó tan apasionante como la compra de este libro modélico en tantos matices pero, ante todo, en la apasionante realidad contada por Paco Cañamero que conmocionó a Salamanca y, sin duda, toda España y Portugal.

Invito a todo el mundo para que adquieran este libro memorable, algo que pueden hacer directamente al autor, al correo siguiente: Fadoentreencinas@hotmail.com

Pla Ventura.