La primera feria de la temporada nos deparó también una de las mejores faenas del 2020. Fue en Ávila, un 19 de julio, con toros de Adolfo  Martín donde Morenito de Aranda rozó la perfección.

Los relojes se pararon en el quinto toro, de nombre “Mario”. Un animal que necesitaba suavidad, y aplomo. Ese día, el de Aranda dio una lección de saber estar, de andar en torero, de madurez y sencillez. El toreo clásico se hizo presente, y los cánones más primigenios poseyeron a Jesús Martínez.

Siempre hemos oído el dicho… “Torear con las yemas” pues Morenito es un ejemplo de lo que significa tal afirmación. Ese día, con el Albaserrada cuajo el toreo. Lo bordó al natural. Una plasticidad que inspira al resto de las artes, el pulso firme y los toques suaves. Las zapatillas encajadas en la arena, el medio pecho, con verdad, con torería, con valor, con gusto, con sabor. Las tandas de naturales se sucedían a ralentí, despacio, muy despacio, acompañando cada pase con el alma. El torero castellano hizo que los aficionados soñaran. Que forma de embarcar la embestida, de llevar el muletazo detrás de la cadera, de tomarlo arriba para dejarlo por abajo. La delicadeza en cada, embroque era única, no quería perturbar al animal. Y todo siempre, despacio, muy despacio, como torean los buenos toreros.

Con la derecha estuvo armónico, pisando los terrenos del hambre, dejándose ver. La variedad, el duende, y el aroma de antaño salió a relucir en la arena. Los oles se sucedían al unísono, hasta desde casa los aficionados gritaban. Trincheras, pase del desdén, pase de pecho, de hombrera a hombrera. Esa tarde dio una lección de madurez y sinceridad. De compromiso y torería.

Esa tarde demostró que Morenito de Aranda está preparado para retos de mayor envergadura. No todo fue perfecto, le falto la rúbrica, pero el contenido fue sublime. Esperemos que la temporada 2021 cuente con este torero, cada día más profundo, más maduro y más rotundo. Necesitamos que vuelva al circuito de las grandes ferias, para que pueda demostrar… quien es Morenito de Aranda.

Por Juanje Herrero

  • Fotografía Jorge Delgado