Los “victorinos” debutaron en la Soria con una corrida muy en el tipo de la casa, sin ser nada exagerada, muy cómoda de cara, aunque hubo un toro de 600 y picos kilos. Ese toro, fue al que el público soriano decidió dar la vuelta al ruedo, todavía no me lo explico, la verdad, fue un buen toro, pero ni mucho menos de vuelta al ruedo, de hecho en la muleta fue algo soso, y no transmisión. En líneas generales, salvo el segundo fueron toros nobles y manejables, con recorrido pero poca clase, y sin mucha casta.

Parece que en Soria están deseando ver toros, y eso les hace en muchas ocasiones juzgar con rigor lo que ven. Un festival de orejas, ante un público que quería fiesta y premios por doquier. Me parece respetable esa actitud, pero que no beneficia a la fiesta, ni a la integridad, quitando la seriedad y pasando a ser un espectáculo vulgar.

El Cid que se despedía de Soria, estuvo en su estilo, en el que lleva metido muchas temporadas, que yo lo achaco a la edad y la forma. Tomo sus debidas precauciones ante dos sosos y nobles toros de Victorino. El primero empapo poco en el tendido, que estaba más pendiente del calor abrasador, cerca de 37 grados, que de lo que pasaba en la plaza, tampoco se perdieron mucho.  Sucesión de pases insulsos a distancia y muy poquito más. En su segundo el Cid baso su faena por la izquierda, con alguna buena tanda, pero tomando demasiadas ventajas con su oponente, aunque estuvo sobradamente mejor que en su primer toro . Pincho y estocada en su segundo y fue recompensado con una oreja.

Manuel Escribano volvía después de hacer historia frente a un Miura en Utrera. Su primer toro, un toro marca de la casa, que se quedó corto, y desarrolló sentido, poco pudo hacer. En su segundo toro, un toro noble y con recorrido, sin llegar a humillar del todo, le fue sacando una faena estructurada, pero sin la suficiente fuerza, por la poca transmisión del todo. Para sorpresa, le concedieron dos orejas muy fáciles.

Rubén Pinar va de altibajos, pero con precauciones, puede estar bien con un Victorino, pero no llega ni a emocionar, ni a cuajar totalmente a un toro. Su manera de ponerse de perfil, y citar con el pico le quita mucha credibilidad a la hora de enfrentar a la verdad. Faenas basadas en acompañar la embestida del toro, donde muy pocos pases fueron rematados por debajo de la cintura. El público testigo de lo sucedido, increpó lo suficiente a un presidente facilón. Dos estocadas de libro, en corto y por derecho. Oreja en cada toro.

 

Por Roberto García