Por Miguel Millan

Durante la tarde del sábado 7 de julio daba comienzo la Feria Taurina de Arévalo.

Una tarde amenazada por la lluvia, la cual no dejó de estar presente durante la lidia de los dos primeros toros con bastante intensidad.

Con una entrada de algo más de tres cuartos de plaza hicieron el paseíllo con diez minutos de retraso los diestros Juan José Padilla, José Antonio Morante de la Puebla y Miguel Ángel Perera.

Con toros de las ganaderías Domingo Hernández y Garcigrande, se guardó un minuto de silencio en honor al ganadero recientemente fallecido Don Domingo Hernández.

El primero de la tarde fue para J.J. Padilla, marcado a fuego con el número 80, el astado derribó al caballo en el tercio de varas, con la espada no tuvo suerte y pese a que la estocada entro entera tuvo que descabellar hasta en tres ocasiones, la faena terminó en unas tímidas palmas para el “Ciclón de Jerez” ya que, como decíamos en las primeras líneas, la faena estuvo acompañada por una incesante lluvia y parte de la plaza se fue desalojando en el transcurso de la misma.

El segundo toro fue para el de la Puebla del Río, que lo recibió con el capote como solo él sabe, toreando lento y templado. Con la muleta toreó muy bien y eso caló en el tendido que pidió con mucha intensidad la oreja pese a que con la espada no estuvo acertado. Al Presidente le costó decidirse, pero terminó concediéndole un apéndice.

Con el arte de Morante se fue la lluvia y regresó el público a sus localidades para ver a Miguel Ángel Perera con el tercero de la tarde, al cual lo templo muy bien con el capote y le dio un quite por chicuelinas. Con la muleta comenzó la faena con unos estatuarios, clavando los pies en el suelo y dejándolo llegar de largo, con los aceros no falló el torero extremeño, y terminó cortando la que sería la segunda oreja de la tarde.

El cuarto toro de la tarda marcado con el número 60, fue recibido por Padilla, de rodillas y con dos largas cambiadas, el diestro que apostó muy fuerte por ese toro se decidió a poner las banderillas y en el tercer par salió trastabillado con la mala suerte de caer en la cara del toro que lo embistió con dureza, y lo hirio en la cabeza. Rapidamente los miembros de su cuadrilla al quite y junto a Miguel Ángel Perera se lo llevaron a enfermería donde fue atendido en primera instancia y trasladado después al Hospital de Ávila. Sin más, Morante mató su toro sin darle ni un solo pase.

El quinto de la tarde fue el que más llegó al público, Morante lo entendió a la perfección y dejo pases con mucha elegancia, con los aceros estuvo impecable y la faena le valió de nuevo una oreja con una fuerte petición de una segunda que el Presidente no convenció, costándole a este una sonora pitada del respetable.

Ya era de noche cuando salió de chiqueros el último de la tarde, no dio ninguna opción al maestro Perera.

Morante pese a cortar dos orejas no salió a hombros.