Mientras la caja registradora de Pfizer cuantifica un promedio de mil quinientos dólares por minuto, estos ilustres payasos de la maldad sacan sus látigos fustigadores, una verborrea estúpida, perversa y enfermiza para intentar lacerar a los nueve millones de españoles que no han sucumbido a los encantos afrodisíacos de las inyecciones de moda. Y no hablamos precisamente de inyectarse botox para aparentar ser más jóvenes.

Evidentemente no vamos a pensar mal de ellos, que nada les mueve para tener intereses; ni tan siquiera aceptar una propina, un incentivo de las farmacéuticas de marras que van arrojando dólares a todo el que se presta a su juego, algo así  como el maná bíblico ¡Dios nos libre de ese absurdo pensamiento!

Sus modos y actitudes los delatan: uno es ex-bancario metido en la cosa política, y por afectos indefinibles, todo un mamporrero del poder. Se hizo famoso por llevar latas de anchoas en un taxi, que le conducía hasta Moncloa o Zarzuela. Allí rendía pleitesía a sus inquilinos, les diría lo guapos que estaban y que degustando aquellas anchoas cántabras lo estarían mucho más. Como ven, la fama le puede llegar a un mediocre funcionario por ser aquello que tanto machacaba «supergarcia»: un abrazafarolas, lametraserillos, etc.

El ahora vilipendiado » rey emérito», desterrado en Katar, era uno de los elegidos por este saltimbanqui del poder para paladear los rumores de los mares santanderinos a través de sus excelentes anchoas. Ahora, cuando sus amiguetes de la sexta le ponen un micro, no duda en atacar a quien fuera uno de sus elegidos catadores. Como buen vendedor de humo lleva años dándose autobombo y creyendo que los cántabros no serían nada sin él.

Ahora bien, este tipo, al igual que todos los listillos de su oficio se olvidan que todo el mundo lleva dispositivos para fotografiar y grabar; y que no todos son fieles a la causa. Por ello, el repartidor de conservas fue pillado en pleno éxtasis festero, en la sobremesa de una larga comida, convertido en «mariachi»; puede que imitando al «Chente» Fernández en un corrido mexicano. Evidentemente esto no tiene nada de extraño; cualquiera se puede correr una fiesta de altos registros. Y estos están sobradamente acostumbrados a esas orgías.

Lo curioso de este caso, como tantos pertrechados por estos individuos, es que este pájaro de cuentas también apretó el botón rojo de ok para que el descerebrado  monclovita nos encerrara ilegalmente en casa. También quedaron cerrados aquellos locales de ocio y restaurantes; a excepción claro, de los que servían de escenario para que éste cantase aquello de…»sigo siendo el rey».

Otro de los payasos del terror, con rostro luciferino, de los que echan para atrás en un primer plano, algo semejante al negro mulato de la OMS presentando una nueva variante del virus, como quien promociona las ofertas del Mercadona.  Siendo feminista a ultranza se quitó lo femenino que tenía su nombre: Eva, y se quedó en Risto. Este tipo se ha fabricado un personaje altivo, egocéntrico, histriónico y absolutamente vomitivo, pero que le está dando espléndidos resultados como justiciero en concursos televisivos y sucedáneos. Evaristo, como le conocerán en su casa, también forma parte de la élite comunista, aquellos que siempre tienen la palabra democracia en el paladar, y que igual  sueñan con un nuevo y actualizado campo de Mauthausen, donde los españoles que no comulgan con la religión covidiana se mostrasen marcados y con un pie a punto de entrar en los hornos crematorios.

Después de haber sido denunciado por varias asociaciones, junto al suministrador de anchoas, dice que todo ha sido fruto del humor; que sus palabras hacia los irredentos del pinchazo son eso: humor. Por eso, llamó al abogado Aitor Guisasola, para hacerle ver que él era un sucesor de Chiquito de la Calzada, aunque escaso de gracia y talento; pero el abogado vasco le dio una buena soflama acerca de ese curioso humor negro y el histriónico personaje se tambaleó, entró en pánico y cortó de manera alterada y neurótica la conversación con el letrado que también le ha denunciado.

Y por si todo esto fuera poco, cada día se suma algún personajillo como el titiritero Sacristán, uno de esos paniaguados del socialismo; –oportunista como pocos, a decir de sus colegas-, que también proclama el evangelio de los anteriores. Por todo ello, los españoles podemos estar felices al contar con esta brillante retahíla de cómicos, payasos y bufones en esta fiesta cotidiana, regalo anticipado de Navidad, Reyes, Noel o lo que sea, del gobierno más «grandioso» en cuanto al número de ilustres vividores que tiene, largo y tedioso de la historia española.

Giovanni Tortosa