De las dos ganaderías de la familia Guardiola, la que se anuncia, no me acostumbro y, es más, me niego a escribir se anunciaba, como Guardiola Fantoni proviene de la que formó el Marqués de Villamarta, allá por 1914. En aquellas fechas, conjugó distintas sangres bajo un mismo hierro, todas ellas de procedencia Vistahermosa (casta fundacional), con un goterón de otra, Vazqueña, a través de Medina Garvey. En 1941 fallece la Marquesa viuda de Villamarta, y el lote correspondiente a su hija, María Dávila Garvey, fue adquirido de inmediato por Clemente Tassara, que, a su vez, lo traspasa al Marqués de Villabrágima. Bajo su gestión, se varió el hierro, que fue con el que Don Salvador Guardiola Fantoni herró a sus reses, desde que comprara la ganadería en 1944.

Durante setenta años, la familia Guardiola ha mejorado y potenciado el encaste de los antiguos “Villamarta”. Lo cual ha llevado a que las estanterías del cortijo “El Toruño” (mítica finca en la crianza del Toro bravo, en mayúsculas, en tierras utreranas) estén repletas de premios por la bravura de los que su hierro, con casta y gallardía, portaban. Sigue siendo, a día de hoy, la divisa que más galardones maestrantes ha merecido. En la época de máximo esplendor, que, por cierto, duró varias décadas, estuvieron presentes en las plazas de mayor categoría en España y Francia. Tras este período dorado (del siglo de oro, que se diría en nuestra literatura) fueron marginados, refugiándose en las novilladas, en las corridas de rejones y en los festejos populares. Sin embargo, en ese circuito adquieren importancia, en el juego, los costes de mantener una ganadería de bravo en la élite, y a nadie le gusta perder dinero… Con este panorama, comenzaba a vislumbrarse el nefasto de los Guardiola, justamente idéntico al de otras ganaderías históricas: Atanasio Fernández, Sánchez Cobaleda, Sánchez Fabrés, por citar solo algunos.

Todos aquellos que mandan en los despachos y las llamadas figuras del toreo tienen la responsabilidad de no dejar en la estacada a estas ganaderías, con tanta historia y bravura detrás. Es más, deben prodigar la variedad de encastes, aunque sea esto, según están las cosas, una mera utopía…

 

Por Rafael Falcon