Entre Talavera de la Reina y Mejorada de Toledo se extienden 300 hectáreas de finca donde la familia Guerrero –Fernando y sus hijos Héctor y Fernando-  han creado un oasis para los “patas blancas”  de Vega-Villar. Son guardianes de uno de los tesoros genéticos del campo bravo, de aquella mezcla formidable entre Vazqueño y Vistahermosa, entre Veragua y Santa Coloma que dio lugar aquellos preciosos berrendos en negro, colorado, cárdeno… que forman una amalgama de capas y un auténtica delicia visual.

La familia Guerrero ha estado unida al campo desde hace muchos años, pasando el fervor y la pasión de padre a los hijos. Ya son grandes ganaderos de manso, conocidos en todo el panorama nacional. Su inmensa pasión por la tauromaquia y el campo bravo le ha hecho tomar la decisión de emprender esta aventura con uno de los encastes con más solera de la tauromaquia. Tenían claro, que querían algo diferente, fuera de lo comercial. Algo con lo que se sintieran totalmente identificados y les permitiera aportar su granito de arena a la variedad de encastes.

El 1 de octubre llegaron a su finca, 50 vacas y un semental procedentes de la ganadería de Barcial. Una alegría para todos los aficionados, que todavía hayan románticos que apuesten por el encaste minoritario, por la variedad y decidan tener ese toque de personalidad y sensibilidad con tesoros genéticos, que en tiempo mejores fueron leyendas del circuito de las grandes ferias.  Como Héctor Guerrero nos cuenta “La fiesta tiene que tener variedad, es necesario”.

Su apuesta es por la bravura, teniendo muy en cuenta el caballo. Su acorde principal, bravura en el caballo, galope, fijeza, y codicia como pilares. Les gusta un buen tercio de varas, junto a 20 o 30 muletazos de verdad, que el toro la coja por abajo, arrastrando el hocico. Un toro diferente, que tenga casta, recorrido, transmisión y clase, con un punto de codicia y ahínco; que salga de los vuelos y tengan un toque de exigencia.

Un proyecto interesante, bonito y necesario para aportar algo más de variedad al circuito. La familia Guerrero se encuentra muy ilusionada, por afrontar este reto, y demostrar que con trabajo, esfuerzo, perseverancia y afición se puede llegar lejos.

Poco a poco, sus sueños e ideas irán tomando forma. La afición y la ilusión la tienen. Solo falta el tiempo y la paciencia para que la ganadería de Hermanos Guerrero vaya creciendo, dando lugar a su tipo de toro soñado y dándose a conocer en todo el territorio nacional. Quién sabe, tal vez en unos años la vemos en Villaseca de la Sagra, Ceret o Madrid.

Por Juanje Herrero