Con el mejor lote de una desrazada y sosa corrida de Adolfo Martín, el manchego logra los pasajes más destacados de una aburrida tarde. El Cid y Manuel Escribano fueron silenciados en sus toros.

El cartel anunciado por la empresa Tauroemoción había generado una expectación importante entre los aficionados al toro-toro. Un cartel de plaza de primera, en la que los toros de Adolfo Martín acaparaban gran parte del interés. Y como dice el dicho popular: “Tarde de expectación, tarde de decepción”. Correctos en su presentación los de Adolfo, que por dentro estaban huecos, aunque paradójicamente parecían estar llenísimos, pues poco se movieron.

Abrió la tarde un cárdeno claro bien rematado, que a la postre sería el más serio del encierro, y se dejó torear en el capote de Manuel Jesús. Pasó de puntillas por el caballo y en la muleta imperó la nobleza. Comenzó la faena al natural, por donde el toro iba humillado y largo, pero le costaba un mundo repetir. Por el derecho El Cid estuvo más encimista y logró la tanda con más transmisión del trasteo. Una estocada casi entera y un tanto trasera y caída valieron para que el animal rodase.

Escribano recibió al segundo con una larga cambiada de rodillas en el tercio, y el negro toro de Adolfo se quedaba corto por el derecho. Empujó sin fijeza en un puyazo que cayó trasero. En banderillas fue pronto y desbordó al diestro de Gerena. Esa misma prontitud la mantuvo las primeras tandas de la faena de muleta, hasta que cogió el palillo con la zurda y ahí el toro puso el freno. Escribano no anduvo confiado y varió los terrenos varias veces. Un pichazo hondo y una estocada casi entera pusieron la rúbrica de la faena. Silencio para ambos.

Al primer oponente de Rubén Pinar le costó salirse de los vuelos del capote, y se dejó picar con la cara alta. Humilló y repitió despacio por el derecho, por donde tuvo cierta transmisión a pesar de que tocaba mucho las telas. Por el izquierdo acortaba el viaje y le costaba arrancarse, pero por ahí dio muletazos limpios pero muy despegados. Pasó un calvario para matar y perdió el posible trofeo. Nuevamente silencios.

No le sobraron las fuerzas al toro de la despedida de El Cid, que se vencía en el capote. En la muleta era pronto, pero le costaba repetir. Al tener poca chispa, El Cid tuvo que poner toda la carne en el asador, y sacó de uno en uno algún muletazo de calidad, aunque se pasó de tiempo. Una estocada que hizo guardia precedió a un certero golpe de verduguillo. Otra vez, silencio para los protagonistas.

El quinto fue el garbanzo cárdeno oscuro de la tarde. Un toro muy hondo, que repitió en el capote, pero que en la muleta se paró y sólo miraba por encima de la muleta, oteando todo lo que acontecía en el ruedo. Las escasas veces que pasó salía mirando al tendido. Con media estocada valió para poner fin a la faena. Por cuarta vez en la tarde, se repartieron silencios.

El que cerró plaza fue el ejemplar más completo de la tarde. Humilló y se movió con viveza en los lances. En la faena de muleta tuvo prontitud, humilló y repitió, aunque todo lo hizo con una parsimonia dulce bastante tediosa. Nuevamente Rubén Pinar muy despegado, aunque más limpio que en el anterior toro. Mantuvo la condición ya que tuvo fondo, y le sirvió a Pinar para conectar con el público, que a pesar de fallar con la espada, le pidió la oreja con poca fuerza y se le entrego dicho trofeo.

Plaza de toros de Íscar. Corrida de toros: Tres cuartos de entrada en tarde calurosa. Se lidiaron seis toros de Adolfo Martín, correctamente presentados y de juego soso y parado, algunos desrazados.

Manuel Jesús “El Cid”: Silencio en ambos.

Manuel Escribano: Silencio tras aviso y silencio.

Rubén Pinar: Silencio y Oreja.

Incidencias: El Cid recibió una placa como homenaje al inicio del festejo. Se desmonteraron Ángel Otero y Víctor Manuel Martínez tras parear al tercero.

 

Por Quique Giménez