Es halagador para cualquiera encontrarnos con personas como Iván Estupiñá, un modelo de ser humano que, mediante su creatividad ha querido sumarse a la grandeza del mundo de los toros y, amén de poner su talento al servicio de la fiesta, se trata de un aficionado cabal y modélico, es decir, un tipo espléndido que sueña con llevar a cabo sus ilusiones, entre otras, triunfar en su faceta como diseñador y, por encima de todo, que el día de mañana tengamos una fiesta especial y mágica, como en otros tiempos lo fuera.
Nada queda fuera de las ilusiones de Iván como muy bien demuestra en esta conversación que hemos mantenido en que, me destoco ante él porque aficionados de este calibre son los que engrandecen la fiesta de los toros la que, en ocasiones, muchos por defenderla y otros por resguardarla, entre todos la estamos echando a bajo, culpando, como es natural y lógico a quiénes de esta fiesta viven que, realidad, deberían de cuidarla como si de un hijo se tratare.
Me siento feliz cada vez que hablo con una aficionado cabal de los que, sin duda, siempre tomo lección porque, ya saben, muriendo y aprendiendo y, de este chico me he llevado la tremenda lección de su humildad, sencillamente, porque solo los hombres que son grandes se sienten humildes. Iván está empezando su vida pero, por la forma que interpreto su caminar por la vida puedo asegurar que está benditamente condenado al éxito.
-¿Qué te atrajo del mundo de los toros para que, tu obra en un gran porcentaje esté dedicada al mundo de los toros?
Más bien fue el mundo de los Toros quién atrajo a mi obra. Desde crío he tonteado con lápices y papeles pero nunca quise dedicarme a ello. Soy diseñador gráfico pero nunca supe como mezclar mis dos pasiones… Ahora sí. Es mi humilde aportación a la Fiesta, y si puedo contribuir a ella, cuenten conmigo.
-Me han contado que has diseñado carteles de toros muy bellos. ¿Qué plazas o diestros han sido objeto de tu inspiración?
No sé si bellos pero si diferentes. Rompen con los estereotipos que predominan, cada vez menos, en los carteles taurinos. No le voy a mentir, no voy a parar hasta conseguir ver mis carteles colgados en Madrid, que quede claro. Aunque con la mano en el corazón, mi motivación es más ambiciosa: Quiero que mis carteles ayuden a atraer a otro tipo de público. Que la manera de comunicar con la sociedad demuestre que los Toros siguen siendo de todos. Se han perdido generaciones de aficionados por no saber llegar a ellos. Los tiempos han cambiado. Señores empresarios, inviertan el mismo esfuerzo que empeñan en elaborar su espectáculo, en venderlo. Y si alguno no sabe por dónde empezar, piquen a mi puerta, que yo les ayudo…
-Barrunto que te llegó la afición bastante tarde. ¿Serás acaso un muchacho que quiso ser torero y se frustró en sus ilusiones?
No, no. Yo de pequeño le decía a mi abuelo, que en paz descanse, que quería ser basurero para llevar el camión. No sabía que era eso de los Toros. Hoy si sueño serlo, pero de una forma romántica. Vestirse de luces es solo para los elegidos…
-Vivimos una época nefasta, Iván, en que el mundo está totalmente desolado, razón por la que se nos hace difícil a todos poder hablar de toros. Pese a todo, como quiera que el mundo volverá a su normalidad, ¿qué te consideras torista o torerista? Como fuere, explícame las razones de lo uno o lo otro.
Me considero amante de la Tauromaquia. ¿Quién nos hizo creer que esos términos son lícitos para dividirla? Por supuesto que hay, dentro de ella, conceptos de toreo diferentes. Yo soy partidario que si cae el Toro, cae la Fiesta. ¿Y es que donde nos metemos entonces, esos argumentos de defensa a la Tauromaquia con los que tanto nos llenamos la boca? ¿No era este rito acaso, lo más parecido a la Verdad? Es injusto valorar a un toro sin una buena lidia, y vulgar juzgar la lidia sin exigirle al animal. Claro está, que si la gente quiere Gin-tonics y orejas, el empresario se lo da. ¿Quizá sean esos, los que van a los Toros pensando que van al Teatro, quien mantenga económicamente todo esto, no? Ah claro, nos olvidábamos que esto es un gran negocio… Inocentes aquellos que creíamos que el dinero no podía con todo.
-¿Cómo puede ser posible que, antes que aficionado eras amante de los llamados Bous al Carrer? Digamos que, ¿en qué momento de tu vida comprendiste el gran mensaje que nos envía la maravillosa fiesta de los toros?
Nací y vivo en Barcelona, sin apenas ningún tipo de arraigo taurino en la familia. Cierto es que, desde pequeño, voy con mi padre a las fiestas de mi pueblo (Càlig, Castellón). Allí los “Bous al Carrer” se viven intensamente. Me aficiono, y mucho a este tipo de festejos. Rara vez vi corridas por televisión y mucho menos pisé una plaza. No me disgustaba, pero tampoco entendía, aún, que misterio guardaba todo aquello.
Es mucho después y por senderos paralelos, que hallo en la plaza de toros todo aquello que andaba buscando durante años. La tauromaquia no me enseña sus valores, sino que son sus valores los que me presentan a esta. Entonces, descubro que los tendidos son, el refugio para los locos que nos negamos a seguir la corriente.
-Como decíamos, la fiesta, en la actualidad, está muerta, como todo el mundo pero, si volvemos a renacer de nuestras cenizas, ¿qué crees tú que debemos de tomar como lección? Es decir, ¿seguiremos en la endogamia o buscaremos soluciones para que la gente vaya a los toros?
No puedo hablarle de lo que no se, ni quiero saber. Gracias a Dios el mundo taurino es opaco. Y a esta cualidad, la defino como positiva porque si viéramos lo que se cuece en los despachos, muchos nos bajaríamos del barco. De lo que sí puedo reflexionar es de lo que veo. Y lo que veo es que los hilos que mueven de puertas para fuera este espectáculo están obsoletos. A veces, el miedo a alterar la pureza evita avanzar. El tradicionalismo taurino debe cumplirse dentro de la plaza y respetar a rajatabla los tres tercios. Una vez comprendido que eso es sagrado, hay que entender a la sociedad y hablar su idioma. Hay que invertir en publicidad, carteles, campañas, marketing, estamos en el siglo XXI. ¿Por qué no aprendemos de otros espectáculos? ¿O es que estamos tan bien, que nos podemos tomar el lujo de no adaptarnos a los cambios? ¡Nos estamos marginando nosotros mismos!
-Te juro que el día que clausuraron la plaza de toros de Barcelona lloré de pena, rabia, desesperación porque, por Dios, que unos mal nacidos adentrados en la política cometieran semejante aberración es un dislate inenarrable. Imagino que, en tu caso será pero porque, ¿qué sientes, a diario, cuando paseas por los alrededores de la Monumental y las ves muerta por completo?
Apartando la pena a un lado, pasar diariamente a su lado me sirve para recordar que mi ciudad fue libre. Cuando hablo con gente de otros territorios y les digo, orgulloso, de donde soy, ponen una cara entre la nostalgia y la rabia, y entonan el “qué pena, con lo que fue Barcelona…”. Creo que Barcelona perdió a los toros, y la Tauromaquia perdió a Barcelona. Desastre total.
-¿Qué mensaje les mandarías a los detractores de la fiesta para que, entre todos, fuésemos capaces de hacerles cambiar de opinión?
No voy a gastar un segundo de mi vida en intentar cambiar las ideas de nadie. No me creo poseedor de la Verdad, ni mucho menos gozo de la prepotencia moral de decirle a alguien como debe vivir su vida. Parece ser que ellos sí… Creer ser mejores personas es su propia condena.
-¿Qué fue, Iván, de esos cientos de miles de aficionados catalanes que eran el orgullo del mundo?
Siguen ahí, les robaron la libertad pero la siguen buscando en otros lugares. Siempre que he ido a cualquier plaza, me he encontrado a aficionados catalanes. Los intereses de unos pocos y la ignorancia de otros tantos, no sirvieron para arrebatarles del corazón una pasión tan grande.
-Claro que, para nuestra desdicha no falta quien dice que el peor enemigo de la fiesta de los toros está dentro del mismo mundillo. ¿Cómo se entiende esa sinrazón?
¿Eso es algo muy Español, verdad? El atacarnos entre nosotros, digo. Hay tantos intereses como individuos. Se debería actuar con más romanticismo y remar todos en la misma dirección. Es lícita la actitud de quienes no saben llenarse de pasión y convierten la Tauromaquia en números y cuentas, pero eso, es pan para hoy y hambre para mañana.
-Yo si te digo que, mientras la fiesta de los toros tenga, como referente, las grandes injusticias que en el mundillo anidan, jamás podremos hablar de la grandeza que antaño tenía la fiesta. ¿Qué piensas tú al respecto?
La Fiesta sigue siendo grande. Si hemos llegado hasta aquí, por algo será… Sabemos de las injusticias que la manchan, que a la vez realzan el valor y el milagro de hacerse un nombre en ella. ¿Quizá el mundo de los Toros haga su propia selección, como lo hace el ganadero en el campo, no? Todos son toros pero no todos sirven. Quede claro que, todo aquel que se ponga delante del astado, tiene mi respeto. Me refiero con esto, que para ser torero, no solo vale con ser el mejor. Quizá sea la vida, la que se camufle de injusticias y detrás de algunos poderes, la que elige quien torea y en qué plaza lo hace. Está claro que hay que tener esa “Baraka”, como dicen los árabes, para enfundarse el chispeante. El misterio de como este mundo convierte a hombres en héroes, es algo inquietante…
-Por si faltaba poco, para nuestra desdicha, los políticos que tenemos que, en vez de ayudar solo quieren destruir, lo que nos hace sospechar que nuestro futuro como fiesta, la veo muy incierto si Dios no lo remedia. ¿En qué ha cambiado el mundo para que vivamos en esta locura permanente?
Son bien sabidas las artimañas que usan algunos para rascar votos de donde su nefasta política no llega. Es interesante valorar el gran error que cometimos como sociedad al politizar la Tauromaquia. No me cuadran Picasso, Sabina, Lorca o el mismísimo Dominguín con los estereotipos y prejuicios vinculados, erróneamente, a los Toros. Todo lo que la política toca, lo corroe. Y ahora mismo, no me imagino un tema más suculento para los políticos que la Fiesta Nacional. Y cuidado, ambos bandos hacen el mismo daño…
-Dime, por favor, un cartel que pudiera motivarte hasta la locura; es decir, para hacer el esfuerzo más grande que un aficionado pudiera hacer.
Uno sueña y fantasea constantemente aunque no soy una persona que anhele muchas cosas. Pero si tengo un sueño, que más que sueño, es milagro. Sabe de dónde soy y el triste estado actual de los Toros aquí. Con mucha imaginación, imaginemos que esto cambie… No te cuento más que he escuchado que los sueños, si se cuentan, no se cumplen.
-¿Crees tú que podríamos considerar a José Tomás como el gran culpable de muchos males de la fiesta o le dejamos que viva su vida?
El Maestro no es el culpable de ningún mal de la Fiesta. Otra cosa es que, quizá si sea él, el antídoto para estos. Dejémosle entender la vida como solo unos pocos afortunados pueden. Que viva como quiera esa vida que tantas tardes ha puesto en peligro para ayudarnos a entender el valor que tiene despertarse cada día. Hay quienes le piden que piense en la Fiesta, pero el egoísmo de vivir para uno mismo de una persona que jamás se traiciona a sí misma, es el mayor regalo para los valores de la Tauromaquia.
-Nos recordaba el maestro Cabral en alguno de sus axiomas cuando nos decía: SI LOS MALOS SUPIERAN QUÉ BUEN NEGOCIO ES SER BUENO, SERÍAN BUENOS AUNQUE FUERA POR NEGOCIO. Tras lo dicho, siendo todo tan simple, ¿cómo es posible que el mundo siga viviendo en conflictos permanentes y de toda índole, todo ello al margen de la maldita pandemia que ahora nos azota?
La dictadura de las ideas es la culpable del confrontamiento del mundo en el que vivimos. Es la necesidad de algunos, moral y éticamente superiores, de imponer su voluntad y consecuentemente, crear una sociedad intolerante. Bajo lemas armoniosos de paz y ética barata camuflados, con conceptos de amor o libertad, hay quienes han juzgado y dividido a las personas para clasificarlos entre aptos para esta sociedad o enemigos retrógrados que no aceptan que les modifiquen sus costumbres, raíces y pensamientos. ¿Hay algo más retrogrado, que señalar con el dedo a quienes no piensan como tú? Es en estos terrenos, cuando se palpa la importancia de la Tauromaquia. Escuchaba hace unos días al señor Chapu Apaolaza y argumentaba que la Fiesta es lo último que queda en la sociedad políticamente incorrecto y que protege la Cultura Española de los siguientes ataques. Le escuché decir una frase que me impactó: “La tauromaquia protege a este país de una dictadura»
-Añade todo lo que tu corazón te indique y, por favor, recuerda que esta es tu casa. Un fuerte abrazo.
Empecé hablándole a Pla Ventura, pero acabo haciéndolo con Luis. Gracias amigo, por abrirme las puertas de tu casa y hacerme sentir como en la mía.
Fuerza para todas esas personas, taurinas o no taurinas, que lo están pasando mal por el Covid-19. Si Dios quiere, saldremos adelante y volveremos a vernos en las plazas.
Pla Ventura
https://ivanestupina.bigcartel.com
En la primera imagen vemos al autor Iván Estupiñá que nos ha concedido la entrevista y, en las siguientes, algunas de sus obras.